ROMA (6)
Esta mañana se van los polacos que
había a mi lado. La mujer es de las más guapas que he visto nunca. Han venidos
unos holandeses. El se levanta y se pone a limpiar el coche. A las 9 de la
mañana se van a la piscina del camping. No sé cómo se puede venir a Roma y
quedarte en la piscina.
La
iglesia de San Lorenzo Extramuros, del siglo VI, es diferente, no se parece a
ninguna otra que conozca.
Va a haber un funeral. La gente ha traído flores que
ha puesto al lado del altar y que después han puesto encima del féretro. La
mujer de la fotografía está sentada bastante atrás. Debe ser amiga o familiar
de la fallecida.
Cuando pasa el féretro le lanza un beso. La mujer me da una
gran sensación de pena, y lo que es peor, de soledad. Va a comenzar el funeral. Me marcho.
Del Moisés de Miguel Ángel ya está
dicho todo. Otra vez me vuelve a impresionar. En esta iglesia se conservan las
cadenas que ataron a San Pedro en Jerusalén y en Roma, y que en el s. XII
milagrosamente se soldaron. ¿Por qué se mantienen estas patrañas? ¿Por qué no se desmonta de una vez tanta
farsa y mentira? ¿Para qué tanta reliquia si Cristo está realmente presente en
la eucaristía? ¿Qué más se puede adorar y a quien más se puede pedir ayuda sino
al mismísimo Dios real y presente? Que me lo expliquen.
Y luego veo iglesias del siglo IV y VI,
posteriormente reedificadas pero que conservan características únicas y
especiales. Por ejemplo San Clemente con su ábside, su altar con esa especie de
barandilla, sus columnas de monumentos romanos y su precioso suelo del siglo
XII.
Una niña francesa está con su abuelo. Me mira
y se sonríe y luego habla y habla como mis cotorritas con esa dulzura y ese
candor que sólo tienen los limpios de
corazón.
El palacio Doria Pamphilae es como el
de los reyes sólo que en pequeñito. ¿Y por qué estas personas tenían tanto
dinero? ¿De dónde les venía? Este exceso
de riqueza no me parece bien ni ahora ni antes; y el exceso de pobreza me
parece muy mal. Parece ser que para que unos pocos sean muy ricos muchos tienen
que ser muy pobres… y no sigo pensando más en esto. Me cabreo.
El palacio muy chulo, con muchos
cuadros muy amontonados y la mayoría
muy mediocres, algunos hasta malos.
Estos hombres eran ricos pero con mal gusto, con el gusto de los horteras.
Sta María Sopra Minerva es feota por
los rehechos pero es un museo de pinturas y esculturas. Los frescos de Filippo
Lippi son muy bonitos y con una gran frescura.
Hay tumbas por doquier de los papas Medicis, cardenales, familia de
cardenales, nobles, etc, etc. Es un buen sitio para hacer un estudio sobre el
arte funerario.
El palacio del Quirinal es la sede del
presidente de la república. La plaza es amplia, espaciosa. Hay una pequeña
parada militar muy vistosa. Los turistas nos paramos a verla, los romanos no se
detienen.
En un
extremo de la plaza hay una hermosa fuente con unas estatuas de caballos y
figuras mitológicas. Los turistas se hacen fotos en la base.
Un poco más allá está la iglesia de
Santa Andrea del Quirinal, una joyita de Bernini, un modelo de aprovechamiento
del espacio y de saber hacer las cosas bien.
Y otro poquito más allá están las
cuatro fontanas. Cuatro magníficas fuentes en cada una de las esquinas del
cruce de dos calles. Hay que reconocer que en esto de las fuentes los romanos
han sido y son unos maestros. Pocas ciudades hay que tengan tantas y tan
bonitas fuentes como las que hay en Roma.
Además, lo bueno que tienen las
fuentes romanas es que en casi todas ellas se puede beber un agua fresquísima,
lo cual se agradece en los días calurosos como el de hoy.
Desde las 4 fontanas desando parte del
camino recorrido y me voy hacia la
Fontana de Trevi. Pero por todas partes Roma es un
espectáculo, por todas partes hay cosas
que ver: palacios más o menos grandiosos; torres medievales adosadas a
iglesias, a palacios de siglos posteriores o a viviendas y que todavía hoy
siguen siendo especta-culares; galerías comerciales de finales del siglo XIX o
principios del XX, cuando las galerías
empezaron a hacer furor en las grandes
ciudades europeas; iglesitas o iglesias (¡hay que ver la cantidad de
iglesias que hay en Roma!) y gente. ¡Cuanta gente hay por la calle!
Y así, mirando y observando llego a la
fontana de Trevi. Está llena de turistas pero está preciosa. Me siento durante
mucho rato a descansar. Hablo con unos filipinos de España. Ellos son de los
pocos que saben español en aquellas islas. Y así charlando y mirando la fontana
paso lo que queda de la tarde.
Me marcho sin echar ninguna moneda a la Fontana. No tengo intención de
volver por ahora. De repente oigo un sonido algo extraño. Me paro. Vuelvo la
cabeza y veo como uno de los personajes de la Fontana hace sonar su
caracola. No sé si como señal de
despedida o como invitación para que eche mi moneda y pueda volver a Roma