PASEO POR EXTREMADURA, POR LA TIERRA DE MI PADRE.
A últimos de mayo voy hacia la Siberia Extremeña, y a una serie de pueblos que no conozco. Cosa paradójica: la tierra de mi padre y de mis abuelos paternos es una de las que peor conozco de España, y para ponerle remedio marcho hacia allá pasando por Guadalupe, y así ver el interior del monasterio.
Guadalupe.
Así de bonito aparece Guadalupe. Es la primera vez que entramos por esta carretera, me gusta lo que veo y le hago este par de fotos. Enseguida llegamos a la plaza principal.
Los lugares que se visitan del interior del monasterio son lujosos, muy lujosos, tal como se percibe en las fotos que no se podían hacer, pero que yo hice pues con ello no estropeaba ni dañaba nada, y no estoy en nada de acuerdo con los directivos del Patrimonio Nacional o Real. Siempre fue un monasterio muy rico por las donaciones que hicieron sobre todo los extremeños que hicieron fortuna en América. Me llama mucho la atención ese espacio lleno de reliquias de santos, y que en su momento daban importancia y prestigio al monasterio, además del dinero que dejaban los peregrinos y devotos.
El claustro mudéjar es muy bonito. Está muy arreglado y muy reconstruido a principios del siglo XX, pero respetando la estructura y arquitectura original. En el momento en que estábamos allí había demasiada gente, éramos todos los de nuestro grupo de visita más otros dos grupos que llegaron casi al tiempo. Tantas personas rompimos el silencio y la tranquilidad de claustro, rompimos su calma su esencia, pues el claustro es el lugar dulce y amable donde el alma se tranquiliza y se puede establecer un diálogo con ella. Los claustros son lugares donde uno mismo habla con su alma.
La Siberia extremeña.
Continuamos hacia la provincia de Badajoz, hacia la Siberia Extremeña. Desde que lo oí por primera vez me sorprendió el nombre y nadie me ha sabido decir el porqué del mismo. Buscando en internet, en Wilkipedia, leo lo siguiente: El nombre de Siberia extremeña empezó a usarse a finales del siglo XIX y principios del XX; cuando empezaron a hacerse proyectos para construir en ella carreteras, alguna línea de ferrocarril y un pantano. Por aquellos años era noticia constante en los periódicos el nombre de la Siberia Rusa, por las deportaciones de ciudadanos rusos por motivos políticos, y de la construcción del transiberiano; tren que une Moscú con lo más distante al este de Rusia. La lejanía de los pueblos de la Siberia Extremeña con Badajoz, capital de la provincia (algunos pueblos están a más de doscientos kilómetros), hizo que, por similitud, se comparara a una comarca con otra. Existen otras versiones sobre el origen del nombre, pero ésta parece ser la más acertada.
Por aquí, en época de Franco, se construyeron varios embalses, en lo que se llamó el Plan Badajoz, para convertir en regadío amplias zonas y para producir electricidad. Algunos embalses son muy grandes y todos crean entornos muy bellos. Son como mares interiores, pero no se utilizan como lugares de recreo. La razón no la sé.
Como se hizo en época de Franco pues se hizo mal y destruyendo las mejores tierras que eran las que estaban a la orilla de los ríos. (es lo que piensan o dicen algunas personas) Y esto me lo dijeron en un bar. Yo contesté que si eso era verdad pues era muy fácil arreglar el estropicio, bastaba con destruir el muro de la presa y todo volvería a estar como antiguamente. Volar el muro no debe costar mucho. La respuesta fue: ¡Hombre, ya que está hecho!
Talarrubias.
Este pueblo venía indicado como uno de los que había que visitar cuando preparé este viaje.
Paramos, y la verdad es que no había mucho que ver. Las iglesias estaban cerradas, como suele ser lo habitual en España, pero las torres tenían muchos nidos de cigüeñas lo cual no deja de ser un entretenimiento para ver y una curiosidad con la que uno se puede hacer interrogantes: ¿por qué no tirarán algunos? Puede ser mucho peso para los campanarios.
La Plaza Mayor no me parece interesante, por lo menos para mí, pero bueno, en el folleto de este pueblo se cita como importante y por eso hemos venido a verla.
Las calles del pueblo me gustaron más. Los edificios son deliciosamente irregulares en altura y en aspecto externo y las calles no son interminablemente rectas. Lo que menos me gusta es que hay muy poca gente por la calle y el pueblo está triste, pero bueno, hemos llegado en este momento y nos toca así, aunque mi imaginación vuela libremente y puedo ver a mi abuela barriendo la puerta de su casa y limpiando la balconada o ventanada donde se sientan por la tarde para coser y ver pasar a la gente, y echarse una charla con alguna amiga para contarse las novedades del pueblo o de cualquier otro sitio, que eso lo mismo da.
Medellín
Cuando nos acercamos a Medellín se ve un gran castillo allá en lo alto. No se perciben almenas ni puntiagudas torres, no se percibe nada mágico ni misterioso, pero da la sensación de fuerza y poderío. Es un castillo musulmán y en él se libraron batallas, batallas entre musulmanes y musulmanes, entre cristianos y musulmanes y posiblemente entre cristianos y cristianos.
También hay un puente, un largo puente sobre el rio Guadiana, que se hizo sobre otros anteriores. La verdad es que cuando le veo para hacer la foto, me parece muy bonito con esa alternancia entre arcos circulares y esas sombras triangulares, que se van alejando hasta casi perderse a la vista. Es como una fuga hacia algo lejano y desconocido, quizá este puente animó a Cortés a irse a América.
Y animó a Hernán Cortés, el conquistador de Méjico, porque nació aquí. A este hombre, como ya no puede responder ni dar su versión de lo que ocurrió, últimamente le han colgado el sambenito de haber realizado un genocidio con los aztecas con solo 300 soldados de infantería, 30 arcabuceros, 18 ballesteros y 16 soldados a caballo. La batalla de Otumba fue contra 40.000 aztecas. La victoria azteca estaba cantada, pero en el último momento dios, o el demonio, o la suerte, o la casualidad o el saber hacer de Cortés dio la vuelta al pronóstico y derrotó al ejército azteca (pero con ayuda de otros indígenas acérrimos enemigos de los aztecas).
Y en la plaza mayor, con la fortaleza musulmana vigilando, sus vecinos y compatriotas le han levantado una estatua. Yo creo que se la merece.
Las calles de Medellín, y el pueblo, están bien, pero no tan bien como para ir tirando cohetes. Hay varias iglesias cerradas que cogen un bello color con la luz del atardecer.
A la mañana siguiente echamos un vistazo rápido al teatro romano porque está cerrado. Los lunes le cierran para que descanse del gran ajetreo que ha tenido durante el fin de semana. Y entre las rejas le vemos y aquí pongo una foto de Internet. Este teatro se encontró en 1970, estaba tapado por los cascotes y tierra de desmontes de edificaciones antiguas y así preservaron todas las gradas. Una lástima que no haya ocurrido lo mismo con toda la parte del escenario. Sería un teatro bellísimo.
Y desde allí se ve todo el campo extremeño de la Serena. Un campo llano, tan llano que la vista se va hacia el fondo y se encuentra con unos montículos. Y en seguida se piensa: ¿Qué se verá desde allí? Y a los extremeños del siglo XV y XVI les pasaba lo mismo, y por ir mirando lo que se veía desde el horizonte llegaron a América.
Nos vamos hacia Magacela, hoy un pequeño pueblo de la Serena, construido en un cerro y con un castillo en su cima. Cuando nos aproximamos a él y al subir al cerro, el horizonte es llano, inmenso. Me recuerda las llanuras de la Moraña abulense y de la Tierra de Campos palentina.
Su origen como pueblo o villa es musulmán y los cristianos lo conquistaron allá por el año 1234. Hay bastantes leyendas sobre el castillo y los personajes que habitaron en él, pero no es cuestión de contarlas aquí. Actualmente el castillo está en un estado bastante ruinoso.
En la región vivía gente desde mucho antes. En una placita está, lo que imagino que es una reproducción, la estela de Magacela que está fechada sobre el 3.000 antes de Cristo y en la que hay un grabado esquemático de un cazador o un guerrero. ¿Y por qué este menhir y todos los menhires tienen forma de falo? Seguro que estaban asociados a la virilidad y a la vida.
Lo que no me gusta de estas callecitas vacías, de estas puertas y ventanas cerradas, de este silencio, es que siento como este pueblecito se va muriendo, y eso me entristece.
Azuaga
Un pueblo del sur de la provincia de Badajoz casi en Sierra Morena, cerca de los límites con Córdoba y Sevilla.
Este pueblo fue el más grande de Badajoz en 1551, y como había mucha gente pues bastantes se marcharon para América. En la lista de ciudades que más personas fueron a América, Azuaga ocupa el séptimo lugar.
En un pequeño cerro, que está al final de la calle principal, están las ruinas de un castillo musulmán, que fue conquistado por los cristianos en 1236, y desde ese cerro se ve muy bien el pueblo y los alrededores.
Y en la pared de una vieja iglesia hay un crucifijo de hierro con un tejadillo encima, como protegiéndole del sol y de la lluvia. ¿Y por qué pusieron ese crucifijo ahí? ¿Allí ocurrió algo que había que recordar? ¿algo que había que agradecer? Se les olvidó poner un escrito para que los que vivieran después lo recordaran, o a lo mejor, el que lo puso pensó que eso quedaría escrito allá en el cielo, en un libro eterno y que a quien se dedicó nunca lo olvidará.
Buscamos un lugar donde comer, pero no abundan, señal de que no hay mucho viajero, y preguntando y mirando encontramos uno cerca de esta bella iglesia, que como es normal en España, está cerrada a cal y canto: se abre para el rosario y la misa de las 8 de la tarde.
Llerena
Llerena tiene una plaza y una torre de la iglesia que sorprende cuando se llega a ella. La plaza es muy grande, pero la iglesia tiene una especie de doble balconada que llena toda la plaza a lo largo. Y a lo alto lo llena la torre de la iglesia. La vista no tiene escapatoria posible. Se queda uno quieto y se empieza a mirar y a mirar y me estoy mucho rato allí.
Y por fin me escapo de tanto embrujo y nos vamos por las callejas, hacia lo que queda de la muralla. Y todas las casas tienen las paredes blancas, y las ventanas y balcones tienen las verjas negras, y de vez en cuando se ve el rojizo de los tejados, y desde muchos lugares se ve una torre alta, altísima, de color también rojizo, y para librarnos de ella hay que mirar más arriba, hay que mirar al azul del cielo.
Burguillos del Cerro.
La localidad de Burguillos se sitúa en el suroeste de la provincia de Badajoz, al abrigo de su poderoso castillo. Hasta el 1230 era del reino de Taifa de Badajoz, uno de los más grandes del Andalus. Luego pasó a dominio cristiano.
El castillo surge poderoso en lo más alto del cerro. Intenté subir pero llegué al final de un ancho camino y luego seguía un estrecho sendero que era muy dificultoso para mí. A lo mejor por otro sitio se puede subir mejor.
Ribera del Fresno
Ahora que escribo estas páginas, viendo las fotos que tomé y leyendo las reseñas del pueblo, no sé porqué le visitamos. Es un pueblo con calles muy limpias, casas totalmente encaladas y un cielo insultantemente azul, pero está vacío, no vemos a casi nadie. Busco con la vista a alguna mujer que salga de su casa, o que esté en la puerta hablando con alguna vecina, o a un par de hombres ya jubilados hablando de que con tanto calor se va a quemar la cebada, o cualquier cosa por el estilo. Pero no, no veo ni oigo nada de eso.
Veo esta peluquería que se llama La Gioconda, y me acuerdo de Gioconda, esa preciosa abuela venezolana a la que se le cae la baba escuchando como su nieto la llama Gioco, Gioco. Me gustaría que estuviese aquí, con nosotros, conociendo la España profunda y la tierra de la que salieron más hombres para la conquista de América, a la vez que escucharíamos su voz tan dulce y melodiosa y veríamos su preciosa sonrisa. Y con el recuerdo de Gioconda nos vamos a otro sitio, nos vamos a Hornachos.
Hornachos
Hornachos fue uno de los asentamientos más importantes de mudéjares (musulmanes que vivían con los cristianos) y moriscos (musulmanes convertidos al cristianismo a partir de 1502). A finales del siglo XV Hornachos era la población mudéjar más numerosa de la Corona de Castilla.
La Iglesia de la Purísima Concepción es el edificio más representativo de Hornachos y destaca desde lejos por su posición en la parte alta del pueblo. Es una de las mejores obras de estilo mudéjar en Extremadura, pero nos quedamos con las ganas de verla por dentro, porque hoy no la abrían. La torre es muy bonita y espectacular con tanto arco. También de época morisca son la mayoría de las fuentes y pilones que hay en Hornachos.
Lo que no nos dijeron es que para subir a la iglesia hay unas cuestas terroríficas que han hecho que la población de este barrio esté sanísima del corazón, pues el que está mal se muere enseguida.
Alburquerque
Alburquerque tiene un castillo para echarle de comer aparte. Sorprende cuando te vas acercando al pueblo verle allá arriba, en lo alto del cerro. ¡Es tan grande! ¡Tan poderoso! Parece inmutable, parece que vigila la eternidad, para que todo dure y nada cambie. Y desde otros lugares se le ve en el filo del afilado cerro, con una muralla adosada para hacerle más inexpugnable.
A su sombra está el viejo Alburquerque rodeado por una muralla, bueno, por trozos de muralla ya que a algunos se los llevaron los siglos. Esa zona se llama el barrio gótico judío, y es bien bonito pasear por él, por esas calles estrechas, ligeramente torcidas y a las que se asoma, de vez en cuando el castillo de Don Alvaro de Luna, condestable de Castilla. Y se asoma para ver que no falte nada, que la gente se lleva bien, que los niños corren por las calles, que las mozas van a por agua a las fuentes y que las casas se hacen pegadas a la muralla, pero sin quitarle las piedras. Y para que el castillo viese lo bien que cuidaban a la muralla, los lugareños hicieron una capilla abierta en el interior de la puerta principal.
En la época de la colonización de América muchos hombres se fueron para allá. Alburquerque contribuyó con 96 personas a la conquista americana. En la fundación de Caracas participó un tal Juan Castaño, quien también había participado en la fundación de El Tocuyo.
Y mirando en Internet sobre esta ciudad datos, me entero que un emperador, por derecho de bragueta, un tal Carlos V, en 1528 había concedido a los Welser, banqueros alemanes de Augsburgo, el territorio de la Provincia de Venezuela, desde Maracapana hasta el Cabo de la Vela. Estos banqueros mandaron en 1541 al capitán general alemán Philipp von Hutten, en una expedición a la búsqueda del mítico El Dorado, atropellando a su paso a los soldados, colonos españoles e indígenas, y claro está, cogiendo todo lo que encontraba de valor. Y Chávez no sabía que el oro se lo habían llevado los alemanes, pues entonces habría hecho un PODEMOS en Alemania para bolivarizar ese país y que luego pidiese perdón y devolvieran el oro a Venezuela. ¿A que eso no te lo imaginabas tú ni nadie que lea estas líneas? ¿A que se aprende mucho viajando a Extremadura?
Y como con la puñetería del COVID no podemos pasar a Portugal nos vamos a Plasencia para que Aymara la conozca.
Plasencia.
Esta ciudad es una injusta olvidada. Es una de las ciudades más monumentales y más bonitas de España. Tiene una doble catedral, una antigua que se empezó a tirar y otra nueva que se empezó a construir a medida que la vieja se iba tirando. Se debió acabar el dinero y las dos se quedaron a medias, lo cual es una ventaja pues así se ven dos estilos arquitectónicos del siglo XIII y del XV.
El claustro es el de la catedral antigua, con sus tumbas, sus arcos, sus fuentes. Todos los claustros me parecen igual de maravillosos por la paz que se respira en ellos. A Aymara le gustan mucho. Allá en su querida Venezuela los españoles no hicieron nada de esto, y los indígenas, como no habían visto claustros pues tampoco los hicieron. Ahora se está desquitando.
Y cuando se pasea por el casco antiguo de Plasencia se pasea por calles así de estrechitas, posiblemente restos de la antigua Plasencia musulmana, luego hay airosas plazas con palacios por aquí y por allá que dan un toque de distinción y de elegancia y en el interior de esos
palacios hay amplios patios porticados (con columnas) con fuentes o pozos para coger el agua y con escudos en la puerta para que se vea bien la categoría del dueño. Hay un escudo con un cerdo macho (un verraco) bastante grande. Posiblemente esa familia se apellidará “de la Cerda”.
Solo tengo estas dos fotos de las plazas de Plasencia. Hay más, muchas más, y en todas ellas se mira hacia un lado y hacia otro, pero mires hacia donde mires siempre hay un aire especial, siempre suele haber un gran equilibrio arquitectónico entre unas partes y otras, aunque las separen varios siglos. Me gustaría hablar con Azarías sobre estas cosas porque su hija y su sobrina han renegado de la profesión de arquitectos. Pero tampoco importa analizar e intelectualizar la belleza. Estos lugares me parecen hermosísimos y no es importante saber el porqué me lo parecen. Me gustan y disfruto de ellos y con eso basta.