LOS
CASTILLOS DEL LOIRA (1)
DE LOECHES A BOURGES
Marcho
directamente hacia Loches. Pero llego allí y el camping está cerrado. Busco uno
y el GPS me indica que el más próximo está a
unos 20 km. El camping está casi vacío, a mi lado se pone una pareja que
llega un poco más tarde, ya es de noche. Por la mañana hago mis tareas y la
pareja sale de la tienda de al lado; el hombre se marcha fumando un cigarro; la
mujer lleva una generosa minifalda, tan generosa que cuando se agacha se le ven
totalmente las nalgas, pues lleva un tanga estrechito, estrechito, y la mujer
se agacha y agacha varias veces de forma que su culo se luce y se luce. Imagino
que hace eso para que el culo se le ponga moreno, porque ¿hay otra explicación?
Y después de hacer mis cosas y ver el culo de
la mujer me voy hacia Loches pero pasando por La Corrairie, una granja fortificada de esas que había en Francia
en la Edad Media para defenderse de los saqueadores que había en aquellos
tiempos. Yo imagino que los saqueado-res debían ser los vecinos o personas que
vivían en zonas limítrofes. En Marruecos vi un granero fortificado en el que
los habitantes guardaban su grano para que no se los robasen los de las tribus
o clanes vecinos; las razones son idénticas y las soluciones también.
Cerca
está la Chartreuse du Liget. Como no
sé exactamente lo que es una Chartreuse lo busco y me entero que es un
monasterio de monjes eremitas de la orden de Chartreux. Se fundó allá por el
1178 y se fue trasformando hasta tener el aspecto de hoy; más parece un palacio
o un chateaux que un monasterio. No lo visito porque tardan dos horas en
abrirlo.
Muy
prontito llego a Loches, ciudad que
visité brevemente hace años y en que vi el palacio lleno de historia que está
allá en lo alto junto a la iglesia o catedral (no sé lo que es).
Loches
tiene unas calles estrechas, empinadas; a los lados hay casas antiguas, del
Renacimiento, con tejados también muy empinados para que hagan juego con las
calles.
La
vez anterior no vi el Donjón, la torre fortificada. Leí que durante la guerra
de los cien años el Donjón llevaba asediado durante mucho tiempo; llegó Ricardo
Corazón de León y en unas horas lo conquistó, hazaña que sorprendió en su
tiempo y que aún ahora sigue sorprendiendo a los expertos militares. Hoy en día
la torre es perfectamente visible pero sus alrededores están destruidos.
Montresor
es
un pequeño pueblito que desde hace muchos siglos tiene un castillo allá en lo
alto. El castillo perdió su carácter defensivo y últimamente fue la residencia
de un noble polaco amigo de Napoleón III. El interior está totalmente decorado
con un estilo lujoso propio del siglo XIX. En la parte baja del pueblo hay
callecitas con casas muy pintorescas y con unas vistas muy bonitas del palacio.
Es la
una de la tarde. En St. Aignan hace
mucho calor. Las calles están desiertas, los franceses están comiendo, esta
hora es sagrada. La iglesia, de los siglos XI y XII, es magnífica. Es alta, muy
alta, con unos capiteles chulísimos. Y muy cerquita está le Chateau, con su
fachada renacentista y su monumental escalera. No entro a verlo porque está
cerrado y no tiene mucho que ver. Sigo mi camino.
Cerquita está Selles
sur Cher. Es curioso como los franceses suelen poner como nombre de
un pueblo el del río junto al que está. A este pueblo de Selles se le añade sur
Cher porque está a orillas del río Cher. En España también hay pueblos que
tiene el nombre del río junto al que están (Laguna de Duero, Alba de Tormes),
pero no son tantos como en Francia.
En
esta localidad hay dos cosas que ver: la iglesia y le Chateau. La iglesia es
magnífica con esa altura y esa luz que también saben hacer los franceses. Le
Chateau es pequeño, bueno en realidad lo que queda son los restos de una
fortaleza mucho más amplia. No entré a verlo porque me dio por ahí. Cobraban
bastante, tenía poco tiempo para visitarlo pues iban a cerrar pronto y me
pareció demasiado pequeño y carente de interés. Luego leí que era interesante
de ver, no es que fuese un hermoso castillo o palacio, pero que no está mal
para visitarlo. Cuando me marché de allí pensé: como siga así voy a tener que
planificar otro viaje para visitar todos los castillos que por unas cosas o por
otras estoy dejando de ver.
Romorantin Lanthenay no
tiene ningún castillo que ver. En la guía se mencionan la iglesia, la orilla
del río y sus vistas sobre los molinos y la casa del Renacimiento llamada la
Chancellerie. Dejo el coche muy en el centro y empiezo mi paseo. Cada vez
intento más pasearme a mi aire, viendo lo que me recomiendan, pero sin agobios
ni prisas, y teniendo muy claro que tampoco tengo que ver todo lo que indica la
guía. Y con esta filosofía empiezo a recorrer las calles de la ciudad. Calles
muy desiertas, casi sin coches.
A veces tengo la sensación como que estoy
perdiendo el tiempo, que no hay cosas interesantes que ver, que ver una casa de
vigas entramadas que tiene unos pequeños bajorrelieves en las esquinas no
merece la pena por muy del Renacimiento que sea; pero luego pienso que esto lo
puedo decir porque lo veo, porque estoy aquí, y estas pequeñas decepciones es
uno de los tributos que tiene que pagar el viajero.