ALEMANIA: Por el corazón de Alemania
NAUMBURG es una joya de ciudad por lo bien conservado que tiene su patrimonio y su centro histórico. Conserva magníficos edificios góticos y renacentistas, y muchos de ellos se utilizan actualmente como oficinas, locales comerciales o viviendas.
De la catedral me gustan mucho las estatuas que hay en su interior, sobre todo la de la margravina (marquesa) Uta de Meissen (1000-1046). La figura en piedra policromada fue realizada a mediados del siglo XIII y es la más conocida de las doce estatuas que representan a los doce fundadores de una antigua capilla, alrededor de la cual se construyó en el siglo XII la actual catedral. La escultura de esta mujer es una de las obras cumbre de la estatuaria gótica germánica. No es una obra estándar, sino que está individualizada enfatizando rasgos característicos, como gestos o movimientos que marquen la personalidad de la figura. A esto se une el hecho revolucionario para su tiempo, de representar en una catedral figuras seculares en lugar de figuras de santos. Colocar estatuas individualizadas de fundadores y figuras laicas de alto rango en el coro es inusual y nuevo.
Esta es la iglesia gótica de St. Wencel, que primero fue de culto católico y luego pasó a ser de la iglesia Reformada. Es una iglesia amplia, luminosa y que en la parte trasera tiene un gran órgano, un órgano que fue probado por Juan Sebastián Bach, y al que dio su total aprobación. En varias ocasiones volvió a esta ciudad y volvió a tocar este órgano. Con esta amplitud, con esta luminosidad, la música del órgano debe contribuir a sentir como que se está en el cielo. Cuando he escuchado el órgano en pequeñas iglesias románicas y góticas he cerrado los ojos y me he sentido transportado a otro lugar, a un lugar que debía ser como el cielo. Cuando he escuchado música en lugares como éste no he cerrado los ojos y no me he sentido transportado al cielo, he sentido que estaba en el cielo. Un cielo que quería que me entrase por todos los sentidos.
En las iglesias alemanas protestantes el órgano parece el centro de la iglesia
WEIMAR es una ciudad conocida por su rico legado cultural. El mecenazgo de los duques de Sajonia-Weimar, con destacados escritores y eruditos de Alemania, hicieron de Weimar el principal centro cultural europeo de la época. A fines del siglo XVIII y principios del XIX, durante la regencia de Ana Amalia y de su hijo, el duque Carlos Augusto, la ciudad jugó un importante papel cultural en Alemania y Europa. El duque Carlos Augusto empleó en su corte a varios artistas e intelectuales, dándoles seguridad económica y la libertad para desarrollar sus ideas.
Entre las personas que residieron en Weimar en esta época estuvieron Goethe y Schiller, los dos dramaturgos más importantes que ha habido en Alemania; el destacado científico en el campo de las ciencias naturales Alexander von Humboldt; los músicos Fran Liszt y Wagner y el filósofo Federico Nietzsche.
A comienzos del siglo XX se fundó el movimiento Bauhaus en Weimar. Esta escuela asentaría las bases del estilo internacional y del diseño moderno, destinada a crear “un nuevo gremio de artesanos sin las pretensiones clasistas que querían erigir una arrogante barrera entre artistas y artesanos”. Fundada por el arquitecto Walter Gropius, en tan solo 14 años lograría revolucionar el campo del diseño y crear una de las escuelas de arte más importantes e influyentes del siglo XX. En la Bauhaus dieron clase como profesores, artistas de la talla de Paul Klee, Vasili Kandinski y Josef Albers.
Vivienda de Schiller en Weimar.
De Schiller recuerdo su Oda a la Alegria que Beethoven introdujo en el cuarto movimiento de su Novena Sinfonía, y esta música si que la oigo en mi interior. Y de Liszt escucho vagamente su música. No está en la calle, está y sale de mi interior. Esta ciudad está empapada, rebosante de cultura y toda ella impregna el aire, el ambiente. No hay tristeza, ni alegría desbordante, para mí hay una seriedad amable con la que me encuentro en las plazas, en las calles, por todas partes, pues por todas partes circula.
Camino por las calles de Weimar esperando encontrarme con la cultura de la época gloriosa de la ciudad. Recuerdo que Goethe escribió Fausto, el que vendió su alma para tener una eterna juventud y conseguir el amor de una mujer. ¿Y qué palabras memorables hay en esta obra? No recuerdo ninguna ni veo ninguna escrita en las paredes.
Aquí me recuerdan que también vivió Niestzsche, al que quise leer de jovencito y que dejé de hacerlo porque no entendía nada y que luego reencontré de mayor al leer sobre la filosofía existencialista.
En esta foto se ve un aspecto de la plaza del mercado, llena de tenderetes, un poco antes de empezar a recoger. Es una plaza como otra cualquiera de cualquier otra ciudad, en un día de mercado, o de mercadillo. Puestos con alimentos vegetales; otros con quesos, salchichas y embutidos; otros con alimentos ya elaborados, listos para calentar un poco y comer; y ropa, mucha ropa, quizás demasiada.
Esta foto es la versión más reciente del castillo o palacio de Weimar. Digo la más reciente porque ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de sus siglos de existencia, como consecuencia, sobre todo, de voraces incendios que reducían muchas partes a cenizas.
ERFURT tiene una preciosa catedral gótica llena de luz, lo que la hace aún más grandiosa. Esta catedral se hizo sobre otra románica, de la que se conserva la cripta. Hay bellos edificios barrocos y un puente sobre un río con viviendas edificadas sobre el puente, algo que no es frecuente de ver.
En la calle principal, cerca del puente, vi una zapatería. Había unos zapatos que me gustaban, y que eran de una marca muy cómoda, entré, me los probé y me los compré, pero me los he puesto poco porque al andar se doblan por la mitad de donde tengo mi dedo gordo, y me hacen una herida. He intentado ponérmelos varias veces, pero al final siempre puede más el zapato que mi dedo. ¡Mira que comprarme unos zapatos en Alemania que casi no me puedo poner!
En un lado del puente, junto al pequeño río, hay una amplia explanada donde juegan los niños con la tierra, y cuando voy a hacer una foto de ese conjunto de niños, el río y las casas , los niños en su juego salen corriendo y yo me quedo con las ganas de la foto.
EISENACH está en el corazón de Alemania. Aquí, en el siglo XVI, Martín Lutero tradujo el Nuevo Testamento al alemán, y también aquí, el 31 de marzo de 1685, nació uno de los músicos más importantes de occidente, Johann Sebastián Bach. En esta casa es en la que vivió Lutero con sus padres.
Aquí conviven admirablemente las viviendas tradicionales con otras rabiosamente modernas, como se ve en la foto inferior de la pag. de al lado, algo que no es frecuente ver en otros países y que los arquitectos alemanes saben hacer bastante bien.
El castillo de la ciudad (castillo de Warburg) tiene mucha importancia para la historia alemana. Entre 1521 y 1522 vivió allí el reformador Lutero, por su propia seguridad a petición de Federico el Sabio después de haber sido excomulgado por el papa y no retractarse en la Dieta de Worms. Durante este período Lutero tradujo, el Nuevo Testamento al alemán. De esta época existe una leyenda que dice que Satanás se le apareció a Lutero, y este, en un arranque de ira, le lanzó el tintero. Algunas gotas de tinta cayeron sobre una pared, lo que ha movido a los visitantes a llevarse trozos de pared de la zona donde cayeron las gotas de tinta, tal como se ve en la foto.
Aquí también vivió, pero mucho antes, la que es Santa Isabel de Hungría, que murió a los 24 años, y a la que mandaron aquí a los 4 años para que la fueran educando para ser la mujer de Luis IV de Turingia. ¿Eso no era vender a una niña de 4 años? ¿Qué padres harían hoy eso? Menos mal que en esto hemos mejorado.
La basílica de VIERZEHNHEILIGEN, es una de las iglesias católicas más conocidas de la Alta Franconia (Alemania). Fue construida por Johann Balthasar Neumann y dedicada a los 14 santos intercesores (llamados los Santos auxiliadores). Es visitada, cada año, por más de un millón de personas.
Cuando llego veo las torres están empapeladas, imagino que están arreglando algo de la fachada, o a lo mejor es una obra de arte actual, de esas obras efímeras que solo duran unos meses.
Está considerada como una de las joyas del arte barroco alemán. El interior es fastuoso, grandioso, muy luminoso y también muy alegre. Al principio no sabía dónde mirar, la vista iba de un lugar para otro, pero enseguida se detiene en la parte más importante del templo: en el altar dedicado a los 14 santos intercesores.
Todo el interior es de un dinamismo brutal, son líneas curvas que enlazan unas con otras y te llevan al altar central.
Esta iglesia me gustó tanto que cuando llegué a casa busqué información sobre la misma y sobre como el arquitecto logró una gran obra de arte.
El arquitecto Neuman planteó un templo de gran originalidad que parte de la concepción de una planta en forma de cruz latina, pero diseñó la nave central como tres óvalos muy próximos entre si, mientras que el espacio del crucero está formado por dos zonas circulares.
El espacio central y punto focal de toda la composición es el óvalo central de la nave donde se encuentra el altar dedicado a los Catorce Santos (ver foto pag de al lado). Aquí el arquitecto planteó una nueva visión arquitectónica, la conjunción de espacios centralizados y longitudinales como nunca se había hecho en Alemania.
Este arquitecto hace dos edificios, uno exterior con muros y líneas rectas, y otro interior con líneas curvas, múltiples espacios y con dos centros: el altar mayor y el altar central dedicado a los 14 intercesores. Y no hay nada que predomine sobre el resto, todo el interior tiene algo que le da unidad, ese algo es la luz. La luz de Dios llena todo, abarca todo y todo está en su seno. La pintura, la escultura y la arquitectura se unen para dar un efecto celestial, es una obra de arte total.
Que todo el interior esté trazado siguiendo elipses hace que todo tenga mucho movimiento. La vista, al seguir las superficies y las líneas elípticas pasa de un lugar a otro y no tiene ningún lugar para descansar. La infinitud de la mirada puede asemejarse con la infinitud de Dios. Y el espacio en que está Dios, centro del Universo, es un espacio elíptico, ya que según las teorías de Kepler el centro del Universo no es la Tierra, sino el sol. Y los planetas giran alrededor de él siguiendo órbitas elípticas, y el Sol está en un foco de esas elipses.
Tantas superficies curvas crean diferentes espacios, definidos por las columnatas, y en cada espacio se sienten sensaciones diferentes. Los confesionarios están en los laterales donde la vista se pierde y donde la luz crea un ambiente más oscuro, más íntimo, más propicio al arrepentimiento y a pedir perdón a Dios.
Los dos brazos del crucero también participan de ese dinamismo aunque su base sea circular. No sé, ni se me ocurre, cuál pudo ser el motivo de no hacerlas también elípticas.
La larga nave central está cubierta por tres bóvedas curvas, que cubren cada una de las elipses de la planta. Las pinturas de esas bóvedas están hechas con una perspectiva que es como si estuvieran vistas desde abajo. Lo que se narra en ellas pasa en el cielo. Pero son trozos de cielo con bordes irregulares. Son trozos de cielo a los que nos llevan las columnas y las aristas de las ventanas superiores que llenan de luz las pinturas y toda la estancia. Estamos en una iglesia en la que nos rodea la luz de Dios y que nos lleva al Cielo, al Paraíso, donde la luz es máxima.
Y aunque hay tres grandes pinturas en las tres bóvedas centrales y otras dos en los brazos del crucero, todas ellas se unen plásticamente por la tonalidad de las pinturas, por los colores de los bordes, por los colores y por las líneas de las aristas de las columnatas y de las ventanas superiores.
Esta es una de las pinturas de una bóveda circular del crucero. Pero adopta la forma de las bóvedas elípticas, y hacia ella nos hacen mirar todas las columnas, aristas, etc. de la misma manera que al resto de pinturas. Esto es unidad de estilo en una obra de arte total.
BAMBERG.
En estas dos fotos se ve el Ayuntamiento Viejo de BAMBERG, levantado en una isla que está en medio del río que atraviesa la ciudad. Una ciudad espectacular, que cuenta con más de 2.300 edificios de interés cultural y que es Patrimonio de la Humanidad. Pasear por ella es moverse entre edificios románicos, góticos, renacentistas y barrocos, que surgen por todas partes. Es irse atrás, muy atrás en la historia.
La zona donde está el Ayuntamiento Viejo es el barrio de los burgueses que se enfrentaban al poder de los nobles, sobre todo al poder del Príncipe - Obispo.
Mientras que el poder eclesiástico se situó en la orilla izquierda del río, en torno a la plaza de la catedral, en la zona del Ayuntamiento Viejo se instalaron el poder civil y los comerciantes.
Cuenta la leyenda que los habitantes de Bamberg solicitaron al obispo unos terrenos para construir su ayuntamiento. Al negarse este, los ciudadanos clavaron unos postes en mitad del río y crearon una isla artificial donde construyeron el edificio que hoy vemos.
El centro del poder eclesiástico se instaló en la orilla izquierda del río, en la plaza de la Catedral, en la que está la citada catedral, la Antigua Residencia del príncipe - obispo y la Nueva Residencia, que la mandó hacer porque la Antigua estaba pasada de moda.
La catedral se terminó en el 1012 en estilo románico. En 1081 fue destruida parcialmente por el fuego. La nueva catedral, construida por San Oto de Bamberg, se consagró en 1111, y en el siglo XIII recibió su forma románica tardía, tal y como se puede ver hoy. La catedral de Bamberg pertenece al estilo de transición románico-gótico, y se caracteriza por la presencia de dos ábsides, uno en cada extremo de la nave central.
En los dos ábsides se celebran actos litúrgicos. El románico está orientado hacia el este, hacia donde sale el sol; el gótico hacia el oeste, por donde se pone el sol. No sé qué uso se les dará aquí, pero en las que conozco, en el del este, que es por donde sale el sol, se utiliza para los ritos de día, y la del oeste para los ritos de la tarde, los de la muerte.
Esta puerta me atrae especialmente porque es una muestra perfecta de la transición del románico al gótico. Las arquivoltas y canecillos de la parte superior son más bien románicas, y las seis esculturas ya son góticas. En esta portada están representados Enrique II el Santo y su esposa Cunegunda de Luxemburg. También están Adán y Eva casi desnudos, algo inusual en el gótico. Esta puerta se llama de Adán ¿Y por qué no llamarla de Adán y Eva, o la del emperador Otón II? Más de una feminista actual diría que esta denominación es un ejemplo del machismo ancestral.
El caballero de la Catedral de Bamberg es una escultura que se encuentra en el interior de la Catedral. Se trata de uno de los mejores ejemplos escultóricos de los inicios del gótico entre la transición del románico al gótico.
El jinete de Bamberg destaca no sólo por ser una enigmática figura sino por ser la primera obra que recuperó desde el Antiguo Imperio Romano una tipología escultórica: los retratos ecuestres tallados a tamaño natural. Además esta es la primera vez que aparece representado en la historia del arte un caballo herrado. No se conoce la identidad del caballero, ¡un caballero sin armas!
En la catedral está el Sepulcro del Emperador Enrique II y su esposa Cunegunda, realizada entre 1499 y 1513. Esta foto es de uno de los laterales del sepulcro en los que se representan escenas de la vida y muerte de ambos cónyuges. Aquí se le fue la mano al escultor y representó al emperador como un "cabezón".
La cripta de la catedral conserva el estilo original de tiempos de Enrique II. Desde 1998 sirve para el entierro de los arzobispos de Bamberg. Pero también, desde 1997, contiene la capilla en la que se custodian los cráneos de Enrique II y su esposa Cunegunda. ¿Y por qué no los dejaron donde estaban?
La Antigua Residencia es un complejo de edificios residenciales que se encuentra junto a la Catedral, y que sirvió para la corte episcopal. Se edificó en el s.X, pero es con Enrique II cuando se convirtió en residencia imperial. Los edificios son del siglo XV, y son actualmente la sede del Museo de Historia Local de Franconia.
El elemento más destacado es la fachada renacentista de la entrada al patio, en el que se estaba celebrando un festival de música, de ahí tanta banderita y tanto adorno.
El palacio barroco no lo pude visitar. Se me hizo tarde. Así tengo pretexto para volver.
BAYREUTH es una ciudad que a partir del siglo XVIII entra en una época de gran esplendor, y es cuando se construyen los grandes edificios barrocos que posee. Vengo especialmente a visitar La Ópera del Margrave, que es uno de los cuatro teatros barrocos que han persistido intactos y es considerado, junto con los otros tres, una auténtica joya. Pero todo mi gozo en un pozo; cuando voy a entrar el guardia que hay en la puerta, me dice muy amablemente que todo está en obras. Como nota mi frustración me invita a entrar para comprobar que todo está lleno de andamios, y me dice que visite la Nueva Residencia, un magnífico palacio barroco, que me gustará mucho.
En 1872 Richard Wagner dirigió la Novena Sinfonía de Beethoven aquí e inicialmente consideró este lugar adecuado para representar sus óperas, pero luego se decidió por la construcción de un nuevo teatro dedicado exclusivamente a sus obras.
Me voy andando hacia la Nueva Residencia, el gran palacio que me han recomendado visitar. Estoy andando entre las 10.30 y las 11 de la mañana. La ciudad está en fiestas y a esas horas veo como la gente anda entre los tenderetes y compra las más diversas cosas, como los niños montan en los caballitos y en los tiovivos y como otras personas pasean lentamente, saludando a los conocidos y echando una rápida ojeada sobre lo que hay expuesto en los puestecillos. Me resulta impensable que en España, un domingo por la mañana, hubiese esta actividad por muy fiesta que sea.
Los niños me atraen tanto que voy muy despacio cuando paso junto a los caballitos, y me entretengo en mirarlos, en ver sus caras llenas de alegría e ilusión, y cómo los más pequeños se ponen a llorar y se niegan a bajar cuando se lo dicen sus padres. Mis hijos hacían lo mismo, y por lo que parece, es lo que hacen todos los niños del mundo. Aquí también venden algodón dulce, y también los niños se pringan la cara y las manos cuando lo están comiendo. En gustos y en muchas cosas de las que hacen los niños son iguales o muy parecidos.
La Nueva Residencia se construyó a partir de 1753, el mismo año en que un gran incendio destruyera la casi totalidad de la residencia anterior. La Nueva Residencia es un testimonio de la destreza arquitectónica de la época y de la tenacidad del pueblo en la reconstrucción tras el incendio.
Este palacio es un excelente ejemplo del llamado rococó de Bayreuth, un estilo arquitectónico único que predominó en el siglo XVIII, y se considera una de las principales obras de la arquitectura alemana del siglo XVIII.
Las habitaciones se conservan muy bien en su estado original. Esto incluye el estuco, los paneles de las paredes, los suelos de parqué, las puertas y mucho más. El mobiliario y las pinturas del palacio son en parte originales, aunque algunos son añadidos posteriores.
En el salón de banquetes las paredes están decoradas con discretas pilastras dobles blancas y estuco de mármol gris, creando un entorno discreto pero digno para las ocasiones festivas de la corte. Es solo en la parte superior de la sala donde la decoración se vuelve más colorida y elaborada.
Techo con trozos de espejo. Los palacios de la época barroca solían tener habitaciones en las que las paredes estaban decoradas con espejos. Los espejos generalmente hacen que una habitación parezca más grande y más iluminada, pero el efecto creado por el uso de espejos de Wilhelmine es diferente. Los fragmentos irregulares con huecos entre ellos no agrandan una habitación, pero hacen que las paredes y los techos parezcan estar perforados con agujeros. En el Palacio Nuevo solo el techo tiene espejos. Los fragmentos se unen formando extraños motivos: leones y dragones, delfines e insectos. Hay formas geométricas que alternan con formas extrañas y producen una sensación rara de describir.
Sala Japonesa. El tema del jardín y el enrejado de la decoración de la Sala Japonesa también se presenta en varias formas en otras habitaciones del Palacio Nuevo. El uso de motivos orientales individuales también era típico de la época. Marcos finos y elegantemente curvados dividen las paredes de color verde claro. Las plantas de hojas pequeñas se enrollan alrededor de los enrejados; Los pájaros de cuento de hadas revolotean de un lado a otro, se posan en las ramas cargadas de flores o picotean las semillas. En los espacios entre la decoración, la pared parece estar abierta al exterior.
Las habitaciones de la margravina comienzan con la Sala de la Familia Prusiana, que contiene muchos retratos de sus padres y hermanos y hermanas. Originalmente, la habitación estaba revestida con preciosos paneles de madera de cedro, que tenían un significado simbólico. Como árbol de hoja perenne que podía llegar a tener varios cientos de años, era una referencia a la larga historia de la dinastía Hohenzollern.
Todo el palacio me parece elegante y suntuoso. Es un gran palacio barroco o rococó, pues no sé distinguirlos, pero no le veo nada recargado. El buen gusto y la moderación están presentes por todas partes. Antes había tenido la idea de que en el barroco todo era recargado y algo agobiante. En el mal barroco si que ocurre ésto, pero en el buen barroco hay un óptimo equilibrio entre la suntuosidad y la elegancia.