INDIA: GAWALIOR
octubre 2011
Desayuné
temprano, y como aún quedaban unas horas para que nos marchásemos me fui a ver
despertarse la ciudad. Al amanecer es muy agradable andar, la temperatura es
ideal para hacerlo.
¡Qué
pronto entran en actividad las calles de esta ciudad de un millón de
habitantes! Los puestos de flores para ofrecérselos a los dioses y dar la
bienvenida a los forasteros es de lo primero que ponen. ¡Es tan bonito ofrecer
flores de bienvenida!
Y los
puestecitos donde venden comida o bebida para desayunar también están puestos y
enseguida se llenarán de clientes ¿Y por qué no lo tomarán en su casa? ¿No les
sería más barato?
Los amigos y conocidos enseguida se acoplan en “su asiento” y se cuentan las últimas
novedades. Es una buena manera de empezar el día.
Y por la
mañana hay que coger agua en la fuente que está en la calle y hay que ir a los
servicios que también están en la calle y que los utiliza todo el barrio y que
no sé quien limpiará pues los hindúes casi no limpian los servicios de su casa
porque eso es algo impuro. Imagino que les tocará hacerlo a los intocables.
Ahora por la
mañana hay una luz preciosa, totalmente diferente a la europea. Todo se suaviza
y todo se llena de una atmosfera cálida
y dulce a la vez. Hay momentos en que
todo se vuelve rosa, es como si los vestidos de las mujeres contagiaran a todo
de su color.
Las mujeres
friegan los cacharros en la calle, algunos hombres se lavan en un barreño o con
una manguera que han conseguido acoplar a un grifo. Otros hombres esperan a que
les toque su turno.
En un
minúsculo templo con columnas naranjas una mujer hace sus ofrendas y oraciones.
¡Esto es la India profunda y real!
La pequeña canalización
al aire libre de aguas residuales se ha atascado en una pequeña pasarela y el
agua rebosa y se extiende, pero nadie parece preocuparse, ¡esto no es de nadie!
Las calles
más amplias se van llenando de ritsos, estas moto taxis que tan buen servicio
hacen y que cuestan tan barato.
Algún
anciano se “sienta” a su manera en la silla y ve como pasa la gente. ¿Quién se
podría sentar así en Europa?
La luz hace maravillas en ese grupo de personas y
en ese suelo embarrado. ¡Qué bonita es la luz subtropical!
Me voy hacia el hotel que está rodeado de jardines y zonas
con mucha vegetación. Una mujer está segando a la manera tradicional hindú,
y
cuando creía que mi recorrido había terminado me encuentro de repente con un
espectáculo maravilloso en esta zona de verdor y de flores. A esta hora
temprana todo está lleno de pajaritos pequeños y de mariposas. Y claro, me
entretengo en mirarlos.
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