LOS
CASTILLOS DEL LOIRA (3)
De
Gien a Lorris
Gien está
a orillas del Loire, y desde el puente se ve una magnífica vista de la ciudad y
de su castillo allá en lo alto. El castillo es el Museo de la Caza, y cuando
llego ya van a cerrar. La iglesia está al lado pero no me llama nada la
atención ni por dentro ni por fuera.
Y en el Loire hay pequeñas barcas, imagino
que antiguas barcas. Hay una que es como una vivienda. Es una barcacaravana. ¿Y qué sentirán las personas que van ella de un lugar a otro y vayan viendo nuevas ciudades y nuevos campos? Posiblemente
pensarán y sentirán cosas similares a las que siento yo y a las que sienten los
viajeros que lo hacen con un estilo relativamente nómada.
Y
para facilitar la movilidad por los canales franceses hay obras de ingeniería
como Pont Canal. Son puentes por
donde pasan barcos, algo que nos sorprende a los que no nos movemos en estos
lugares. En España no hay nada parecido y por eso para mí algo como esto era
inimaginable, de ahí mi sorpresa.
El castillo de Sully me parece muy bonito, aunque a los que han hecho las guías de
los castillos del Loira les parezca de tercera fila. A la luz de la salida del
sol los muros adquieren un bello color rosado, lo malo de este momento es que
es muy temprano y tengo que esperar un par de horas hasta que abran el
castillo.
St. Benoit sur Loire es
una de las muchas joyas románicas que hay en Francia. Ya la visité en otra ocasión en que estuve por los castillos
del Loira; entonces me gustó mucho y por eso vuelvo a ella. La entrada tiene
una especie de soportal con bellos capiteles, y como están bajos se ven muy
bien.
El interior es deslumbrante, sí, la luz deslumbra. La luz del románico
francés es única, sin parecido a la de ningún otro lugar. En estas iglesias me
siento en varios bancos, por varios lugares y miro, y miro en todas
direcciones. ¡Me causan tanto asombro! ¡Me siento tan a gusto! Son lugares en
los que reina una gran paz, quizá debida al silencio y a la luz que te rodea.
Imagino que cuando se celebra el culto, este ambiente contribuye a darle una
gran solemnidad.
Un fraile me lleva al interior del convento para poder ver
toda la parte exterior trasera, la de los ábsides; y me lleva porque en la calle
le pregunto que cómo puedo verlos. Haciendo gala de la amabilidad francesa me
los enseña.
Muy
cerca hay una pequeña iglesia. Exteriormente es humilde y pequeña, no llama la
atención por nada, está en Germingy des Prés. Pero este pequeño
oratorio es de arte carolingio, algo realmente escaso en toda Europa. Me
sorprendió este edificio, tan recogidito, tan lleno de columnas, con esa parte
central tan alta y tan luminosa, y con
un altar un poco echado hacia atrás, en el ábside; un ábside muy decorado con
arcos y con mosaicos, pero oscuro.
La luz está en el crucero, en esa parte tan
alta. Es una luz que viene de arriba y todo lo ilumina. Y el altar es un lugar
como más misterioso, donde está ese dios de la biblia justiciero y hasta
vengativo. Hay una doble dualidad, la de la luz que ilumina como iluminaba y
guiaba dios en esta época y la de cierta oscuridad donde se encuentra un dios
que es algo misterioso. Para mí, este oratorio es una magnífica representación
de la idea de dios en aquella época.
Lorris es
ahora una pequeña localidad que en su momento fue residencia de caza de los
reyes capetos y lugar de estancia de Blanca de Castilla y San Luis. ¡Qué
vueltas y que cambios da la historia! ¡Una localidad que fue importantísima
ahora no es nada!
Su
iglesia es magnífica, con esa luz y esa pureza de líneas tan característica del
gótico francés.
Y
en la plaza está este edificio de 1542, que se utiliza como lugar del mercado y
como lugar de reuniones y de celebración de varios actos cuando llueve o
amenaza lluvia. El techo es alto, altísimo, para mí es desproporcionadamente
alto, pe-ro quizá esta altura consiga que no dé sensación de agobio cuando se
está debajo. Y lo más relevante de este edificio es la estructura de madera que
sujeta el techo, es como la armadura del mismo, y su interés está en la
distribución del peso a través de las diversas vigas de forma que aguanten toda
la carga del tejado.
Luego en el pueblo quedan numerosas casas del
renacimiento. Son pequeños palacios o más bien casas de gente adinerada,
posiblemente hidalgos o comerciantes. Una de ellas es el actual Ayuntamiento.
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