jueves, 2 de noviembre de 2017

CASTILLOS DEL LOIRA (6): de Vendome a Amboise.
          Vendome es otra ciudad en la que estuve hace tiempo, pero ahora entro por otro sitio, dejo el coche en otro sitio y recorro lugares por los que no fui la otra vez.
Yo no sé si estas puertas son las antiguas puertas de las antiguas murallas que han modificado con el paso del tiempo o son puertas de adorno, que se han hecho en una época en que ya no eran necesarias las murallas.  
Hay zonas de Vendome en los que hay muchos canales, son canales tranquilos, rodeados de viviendas y de jardines. El efecto es precioso, y cosa curiosa, esta ciudad no se llama la Venecia de… de nada. Voy a ver el museo, pero hoy es lunes y está cerrado. ¡Qué le vamos a hacer!
 La colegiata espléndida, con esa luz única del buen gótico francés, aunque los alemanes tampoco se quedan muy atrás.   


          Lavardin está hoy vacío. No me encuentro a nadie por la calle. El castillo está allí solito, en lo alto, cayéndose a trocitos. Es un castillo digno de lástima.
 Y la iglesia sí que está abierta. Pero no está sola. Hay muchos personajes en las paredes en bastante buen estado que hablan de sus cosas y se dan compañía unos a otros sin necesidad de que vengan fieles a rezar o a los cultos.
 
Ya estuve en este lugar hace años, cuando hice otro recorrido por los castillos del Loira y comí a la orilla del río.


          La Possonnière es una mansión mandada hacer a comienzos del siglo XVI según la moda italiana. En esta casa, en 1524, nació Pierre Bonard, el príncipe de los poetas franceses, una especie de Garcilaso español que tuvo la mala suerte de enfermar a los 15 años y quedarse casi sordo.
 La casa es relativamente pequeña, pero se respira un aire especial: el aire del renacimiento. Está decorada con un magnífico buen gusto, tanto en paredes, chimeneas, vigas, escasos muebles y nada más, porque no tiene mucho más;
bueno, tiene una magnífica luz natural que atraviesa viejos cristales y dejan borroso el exterior. Esta luz natural pone de manifiesto la intención con la que
se hacían estas viviendas, en las que la luz alegraba todo, en las que la luz hacía sentir la alegría de la vida.
 
          Chateau Renault es un viejo castillo del que no queda casi nada. Hay alguna cosa de los añadidos posteriores que ahora sirven de restaurante y de ayuntamiento. 

Lo que sí queda es el emplazamiento, allá en un alto, desde el que se ve una magnífica perspectiva del pueblo, con su torre, sus chimeneas, sus tejados inclinados.  
Al ver estos tejados me entran ganas de pintarlos, pero luego lo dejo; me desanima la falta de color y la nula predisposición de mi profesor de pintura para hacer modificaciones del natural.
 
           Amboise está así de espectacular cuando llego. Las últimas luces de la tarde parece que hacen arder el castillo. Amboise es uno de los castillos con una vista más espectacular de todos los castillos del Loira.
 Amboise está muy unido a la historia de Francia, aquí tuvieron lugar multitud de acontecimientos que influyeron en la historia de este país. Aquí estuvieron recluidos reyes, aquí murieron algunos, aquí hubo juicios importantísimos, conjuras, aquí estuvo Luis Felipe, etc.
Y de este palacio, por desgracia, se destruyeron la mayor parte de sus estancias: eran demasiadas y no se podían mantener; me parece que esta fue una idea de un tal Napoleón, pero este señor fue el Emperador y de él no se hace la menor crítica.
 El castillo está muy restaurado, afortunadamente muy bien; y por dentro se ve lo que en casi todos.



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