SUDAN DEL NORTE (4)
EL NILO
El
Nilo es el gran río del Sudán. En Sudán la vida sería muy difícil si no fuera
por el Nilo. El río es muy grande, es enorme. A sus orillas, casi siempre hay
una franja de vegetación. Sus orillas son un oasis alargado, alargado, que se
extiende por todo Sudán y continúa por Egipto.
Y
este oasis ofrece un enorme contraste con el desierto que le rodea. Todo está
verde en los oasis. Hay zonas parcialmente encharcadas que se están preparando
para determinados cultivos. Hay ganado aprovechando los restos vegetales de
anteriores cultivos que han sido recolectados.
Hay todo tipo de plantaciones:
enormes y frondosas palmeras que dan dátiles, pero que todos no son iguales,
pues de la misma forma que hay bastantes clases de aceitunas también hay unas
30 clases de dátiles; grandes campos de patatas, de lentejas (unas lentejas
amarillentas y pequeñas) y muchas verduras y hortalizas como berenjenas, judías
verdes, pepinos, tomates y otras plantas que me son totalmente desconocidas.
Los
atardeceres en el Nilo son maravillosos. El agua va reflejando en cierta
medida los colores del cielo, pero les da un matiz propio, diferente, más
sutil, más violáceo.
Es una lástima que solo haya podido ver un atardecer junto
a la orilla del Nilo, los alojamientos pillaban lejos de él.
Los
amaneceres en los oasis del Nilo son preciosos. Todo se llena de luz y de
sonidos. Las luces y las sombras juegan entre sí y parece que hay una luz más
luminosa, más brillante, más alegre. A esta primera hora los campesinos
trabajan en la tierra, imagino que en el amanecer y atardecer se trabajará
mejor que en las horas centrales en las que hace tanto calor.
Y los oasis están
llenos de pajaritos, gorriones, abejarucos, mirlos de cola muy larga y con alguna
pluma blanca en la cola, y más pajaritos que no conozco pero que son preciosos.
Pero
aunque las tierras de cultivo estén junto al río, hay que hacer que el agua
llegue hasta ellas. Y esto lo consiguen los hombres de dos maneras: con motores
que suben el agua desde el río y con canales que lo trasportan desde lugares
alejados y más altos donde ha sido
posible hacer una desviación para que el agua vaya por el canal. Los canales
dan lugar a zonas de cultivo mucho más amplias y los atardeceres sobre ellos
son francamente bonitos.
Visitamos
la tercera catarata del Nilo. Hace tiempo yo me imaginaba que las cataratas de
este río serían como todas: caídas casi verticales del agua debido a un
desnivel del terreno. Pero aquí no. Aquí es un pequeño desnivel pero muy poco
profundo, lo que hace que los barcos un poquito grandes no puedan pasar. Esto
fue una faena para los ingleses, pues no podían subir con sus barcos de vapor y
con sus barcazas hasta Jartúm. Tenían que sacar los barcos, trasportarlos un
poquito por tierra y a continuar otra vez.
En
algunos lugares la vegetación es exuberante, como en esta zona en que me
encuentro un montón de mimosas púdicas estas
plantitas que al darlas un golpecito con el dedo hace que sus hojas compuestas
se caigan y se cierren. Recuerdo que las vi en el Jardín Botánico de Madrid,
pero nunca las había visto en estado salvaje.
En
el Nilo hay poquísimos puentes y como es muy ancho y hay islas habitadas la
gente va de una orilla a otra con los trasbordadores o con barcas
pequeñas. Los trasbordadores suelen ser
muy viejos, por lo menos eso es lo que aparentan, y en ellos van todo tipo de
pasajeros y todo tipo de objetos: camiones, tractores, burros, camellos,
coches, cabras, ovejas y personas.
Donde atracan es la tierra, allí no hay
ninguna clase de muelle o plataforma donde la pasarela se pueda apoyar, y por
eso nuestro guía rellenaba el hueco entre la plataforma y el suelo para que las
ruedas de los coches no se rajaran.
Hay personas que tienen más prisa y menos
equipaje y se van en barcas con motor. Los trasbordadores del Nilo son una
bonita estampa.
Nosotros
hemos ido un par de veces en pequeñas barcas con motor. Eran zonas donde aun
hay cocodrilos y pude ver dos de ellos de forma casi momentánea, pues uno
estaba sobre una roca y otro en la orilla, pero al acercarnos inmediatamente se
metieron en el agua.
En el desembarcadero
había un cartel que señalaba el peligro de bañarse en esta zona por la
presencia de los cocodrilos.
Aquí
en Sudán cazan los cocodrilos para comer la carne y aprovechar su piel, lo que
ocurre es que no hay caza a gran escala, con lo que los cocodrilos son
relativamente abundantes.
Un
río tan grande como el Nilo es muy rico en peces y la gente de aquí los pesca,
pero los pescan con estas pequeñas barcas y con redes. Las capturas no son muy
abundantes y a ellos no les interesa que lo sean porque no tienen donde
conservarlos. Los peces hay que comerlos enseguida. Nosotros los hemos comido
dos o tres veces y la verdad es que estaban muy ricos. Esta foto debe ser de un
sitio especial como un restaurante pues los peces están colocados sobre hielo y
por donde nos hemos movido no hemos visto ni el menor trozo.
En
muchas ocasiones el desierto llega hasta la misma orilla del Nilo, no hay
ninguna franja de vegetación, o si la hay es pequeñísima. Imagino que será
porque hay una barrera de rocas impermeables que no dejan pasar la humedad. La
fuerza del desierto es enorme aunque la verdad esto es una fantasía mía ya que
entre el desierto y el río echan competiciones para ver cual es más fuerte.
Por
las orillas son muy abundantes las ocas o gansos del Nilo. Aves veloces, llenas
de color y que ponen una nota de vida y de variedad en el paisaje,
El Nilo me acompaña en todo el viaje. La
última noche cenamos en un hotel a orillas del Nilo.
¡El Nilo! Un río con resonancias mágicas
en mi interior. ¡He leído tantas cosas sobre el Nilo! Sobre todo han sido
aventuras, aventuras de novelas y aventuras de los exploradores que querían
encontrar las fuentes del Nilo. Y mira por donde he hecho un viaje junto a ese
río mágico para mí. ¿Volveré alguna vez al Nilo?
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