miércoles, 21 de agosto de 2024

Puente Congosto.

        PUENTE CONGOSTO  es un pueblo de la provincia de Salamanca, próximo a Piedrahita. En los años 70, algún domingo que otro de verano, había excursiones desde Ávila en autocar a pasar el día, en el que la gente se bañaba en el río, y se comía la merienda que cada uno llevaba. Aquella costumbre desapareció y si hoy va alguien lo hará en su automóvil y parará en lo que aún está indicado, de forma muy borrosa, como la playa.


         Y a toda esa gente y todo ese ajetreo lo echan en falta el puente medieval y el castillo que primero fue de los Dávila, luego pasó a la Orden de Calatrava, posteriormente a los duques de Alba y hoy no sé a quien pertenece.

        Por aquí pasaron reyes y reinas: Enrique III, aquí se entera Isabel I del fallecimiento de su hijo el príncipe Don Juan, por aquí pasa Carlos I camino de Yuste, y a lo mejor algún que otro rey que no quiso dar publicidad a su paso.


        Esta es la iglesia del siglo XVI que hay en la actualidad, aunque es de suponer que hubo otra anteriormente. Llegamos a la hora de la misa. No habrá más de 30 personas, todas mayores. Los que han venido participan activamente en la misa, pero ¡son tan pocos! ¿Qué pensarán las imágenes al recordar cuando la iglesia se llenaba? ¿Cuántos años hace que no suena el órgano? ¿Hubo alguna vez un organista? ¿Y qué queda de la alegría del día de la fiesta y de los festejos que entonces se celebraban? 

        ¿No echará de menos el atrio las reuniones de vecinos que charlaban a su cobijo? Reuniones que no tratarían de si Jesucristo tiene dos naturalezas, una divina y otra humana, o sólo tiene una: la divina, o de otros temas teológicos igual de parecidos y de profundos, e igualmente inútiles, sino que hablarían de sus hijos, de sus preocupaciones cotidianas, de sus vidas.

        Ya los del castillo no cobran por pasar con mercancías o andando por el puente. Hoy habría que hacerlo al revés: dar dinero a los que pasan por el puente en dirección al pueblo. Sería una manera de volver a llenar un pueblo que se ha quedado casi vacío. Quizás haya otras maneras más eficaces, pero no sé cuáles son, y parece que los doctores que salen de las universidades tampoco lo saben. ¡Qué le vamos a hacer! ¡A lo mejor los capadores de ranas tienen la solución!

        La plaza del pueblo sigue tan airosa, tan abierta. Lo malo de tanta abertura es que se hayan ido las alegrías de los días de fiesta y de los bailes que aquí se celebraban, pero lo bueno de ser tan airosa es que las penas y las tristezas también se habrán ido.

         Pero con tantas idas y venidas ¿habrá quedado algo? ¿o ya no queda nada? ¿Queda el rumor del agua de la fuente? ¿o ya no queda ni eso? Decidme pueblitos de España ¿por qué os vais poco a poco muriendo?


No hay comentarios:

Publicar un comentario