En
el 845, una flota de 600 barcos vikingos llegó por el río Elba
hasta Hamburgo y la destruyeron. No me imaginaba que los vikingos
fuesen en número tan grande, pensaban que iban una o dos decenas de
barcos y nada más.
Durante
la Segunda Guerra Mundial la ciudad fue devastada por bombardeos
entre 1940-45. Los bombardeos aliados, como un esfuerzo para poner
fin a la Segunda Guerra Mundial dejaron una ciudad arrasada, llegando
a un grado de destrucción
total superior al 70%. Como consecuencia casi todo Hamburgo es muy
nuevo. Me gustó mucho ver tantos edificios modernos hechos con muy
buen gusto, creando ambientes armonizados, bien por ser similares o por
acusados contrastes. Los hay de todos los estilos y hechos con todo
tipo de materiales.
En las orillas de algunos canales quedan algunas
casas antiguas en su estado original, y que se han conservado, pero
en esos barrios otras muchas viviendas, aparentemente antiguas, han
sido reconstruidas pues con los bombardeos quedaron muy seriamente
dañadas.
Voy
a la iglesia de San Miguel, a subir a la torre desde la que se goza
de una vista estupenda de toda la ciudad y del puerto en particular.
Es una de esas torres que se ven en la primera foto que he puesto de
Hamburgo. No me entero que hay un ascensor para subir y como veo a
gente que sube por las escaleras yo también lo hago, la verdad es
que no me cansé nada ni me dolió el pecho a pesar de tener lo que
tenía en el corazón y que se descubrió después, pues en agosto me
operaron del corazón. Desde arriba la vista si que es amplia, y el
puerto se ve muy cerca, casi a los pies de uno.
El
puerto es enorme, todo erizado de grúas y como he venido a ver la
ciudad me voy dando un paseo hasta allí. No veo grandes barcos,
imagino que estarán por otras zonas. Aquí lo que hay son barcos
pequeños para llevar a los turistas a dar una vuelta por el puerto.
Lo
que sí veo son unos grandes edificios de ladrillo rojo a las orillas
del río y de canales traseros. Son las oficinas y almacenes de
empresas dedicadas al transporte marítimo, y en la guía turística
se dice que allí se sigue almacenando seda cruda, alfombras
orientales, especias, café y tabaco.
Ya
no me parece tan raro pero todavía me sorprendo un poco de ver
todas las plazas y calles llenas de gente. Hay un poco de sol y los
alemanes lo aprovechan al máximo. Son las 4 de la tarde y cuando el
sol sale bien, calienta bastante, pero a ellos debe ser lo que les
gusta: ¡a lo mejor es que son de sangre fría!
Termino
mi paseo bastante tarde y cuando voy a por mi coche el aparcamiento
está cerrado, menos mal que una amable mujer me indica en español
qué tengo que hacer para entrar y poder sacar el coche. Pocas veces
he agradecido tanto encontrar a una persona que hable mi idioma.
Por
la mañana temprano inicio mi camino hacia Dinamarca y paso por un
pueblito, cuyo
nombre no apunté, en el que me llaman la atención unas casas
con el techo de paja.
Paro a verlas y allí al lado hay una panadería pastelería con unas
pintas estupendas. Le digo a la señora que me dé un trozo de la
tarta más rica que tenga y como todas son ricas insisto en que me dé
de la que más le guste. La mujer se ríe, me da las gracias por
dejarla elegir y me da una tarta riquísima y un café estupendo todo
por menos de 2€ (estamos en una pequeña aldea).
Enfrente está la
iglesia con un bonito jardín. La iglesia me parece de estilo
románico. Me acerco para verla y para estirar las piernas y
compruebo que la iglesia no es románica, sino de estilo neorrománico,
y que el jardín es el
cementerio.
Que recuerde nunca he visto un cementerio tan bonito, pues además de
estar muy limpio y cuidado, tiene unas flores preciosas, pero flores
plantadas allí, nada de ramos o de tiestos.
SCHLESWIG
está
a orillas del mar Báltico. El lugar por donde entro me parece
horroroso con esa alta torre ahí en medio que no pega ni con cola.
El museo que
quiero visitar todavía
está cerrado y para aprovechar el tiempo me voy a recorrer el
pueblo.
En
la orilla de enfrente de donde estoy se encuentra la catedral y el
viejo barrio de pescadores. La catedral es enorme, es una catedral
hecha de ladrillo como casi todas las del norte de Europa. La verdad
es que estos alemanes hacen unas catedrales góticas grandiosas,
llenas de luminosidad y comparables a muchas catedrales francesas. La
catedral destaca mucho sobre todos los demás edificios; su torre es
como un enorme faro.
La
gran joya de la catedral es el retablo tallado en madera. Todo está
en color madera y por lo mismo no se distingue nada de lo tallado
desde el lugar en que se encuentran los fieles. Aquí aprecio mucho
más el valor de pintar las figuras, con una técnica u otra, pero
pintarlas. (está claro por la iluminación eléctrica)
La
parte más antigua de la ciudad está alrededor de la catedral. Todo
son casas bajas, de una o dos plantas. Casas que están muy
arregladas y conservadas pues sigue viviendo gente en ellas. Las
calles son estrechitas y empedradas. Junto al mar está el antiguo
barrio de pescadores, que no se diferencia mucho del resto.
En
medio de una gran plaza rodeada de casas hay una iglesia, y rodeando
a la iglesia está el cementerio; es un cementerio que podría pasar
por un jardín a no ser por las lápidas de las sepulturas. He visto
cementerios dentro de las ciudades, alrededor de la iglesia, pero
nunca uno en medio de una plaza que me parece de las principales de
la ciudad. Cuando cuento esto y enseño las fotos, los españoles nos
sorprendemos mucho y lo vemos como algo casi inconcebible, pues
nosotros tenemos los cementerios alejados de las ciudades o pueblos.
Viendo
todo esto se ha pasado el tiempo, y ya hace rato que el museo está
abierto. Me voy para allá.
El
Museo Estatal de Arte e Historia tiene
varias partes bien diferenciadas.
Está en un palacio construido en
diversas épocas y me sorprende encontrar magníficos salones góticos
y renacentistas decorados con cuadros, estatuas y mobiliario de la
época.
Esta
gran sala renacentista, de 1591, se denomina salón del ciervo (Hirschsaal), por la cabeza disecada de este animal.
La
capilla renacentista, con dos niveles es magnífica.
En la Europa del Sur nunca había visto una capilla con estas
características, con la balconada superior para no sé quién y otra
parte inferior. Esta misma estructura la volveré a ver en Dinamarca,
lo que ya no me extraña, pues está ciudad ha pertenecido en otros
tiempos a ese país. El resto del antiguo palacio tiene estancias de
estilos posteriores, que imagino que se fueron decorando a medida que
el gusto y las modas fueron cambiando.
En
un edificio que hay en los jardines se exhibe una gran barca de
madera de roble construida hacia el año
320, que se hundió en una turbera sobre el 350 y que fue hallada en
1863 en un estado de conservación excelente. Esta barca es una de
las grandes joyas de este museo.
En
otro edificio está la colección de arte contemporáneo. En el
jardín ya hay modernas esculturas, algunas tan curiosas como las de
la foto que me recuerdan a las señales que salían en las películas
de aventuras y que eran las que prohibían entrar en un determinado
territorio.
En
la Galería de Arte Contemporáneo, gracias a la Fundación Rolf Horn
entre otros, se pueden admirar las obras maestras de los tres grandes
maestros del expresionismo del norte de Alemania: Emil Nolde, Ernst
Barlach y Christian Rohlfs. Esta galería cubre una muestra
representativa de arte contemporáneo en el norte de Alemania.
Hay
cuadros que me gustan mucho, como esa puesta de sol de Emil Nolde o
ese otro cuadro tan sencillo con ese enorme trazo de color amarillo y
cuyo autor no recuerdo. El resto de obras también me gustó bastante
y me sorprendió mucho la viveza y alegría del color de los
expresionistas alemanes del “Puente”. Un magnífico museo en un
pequeño pueblito. ¡Qué gran sorpresa!
Y
desde aquí paso a Dinamarca. Tengo que continuar mi largo recorrido. Ya de vuelta cruzo
en el ferry de Dinamarca a Alemania.
En el lugar donde atraca el
barco hay un magnífico
camping, y desde él veo como el ferry vuelve otra vez a Dinamarca.
No sé porqué le miro, es como una especie de nostalgia o algo así,
pero en realidad no es nostalgia de nada. Esta es una de esas cosas
raras que, de vez en cuando, nos pasan a los humanos.
La
ciudad de TREVEMUNDE
está
muy cerquita del camping y por la mañana temprano me voy hacia
allí.
Me
parece una ciudad de un rancio turismo, de un turismo que ha venido
aquí
desde hace muchos años, pero que conserva los modos y las costumbres
de tiempos bastante lejanos. Es una ciudad del siglo pasado, con unas
casas y unos lugares hechos como para descansar, para dar tranquilos
paseos mientras se saluda a las amistades que solo son amistades del
verano. Donde los jóvenes miran a las chicas, y las chicas a los
chicos, intentando echarse una pareja que sea un buen partido.
La
temporada veraniega está
empezando, estamos en junio y aún es un poco pronto, por eso se ve a
tan poca gente por la calle. Hay casinos de juego, tranquilos cafés,
paseos a la orilla del mar, elegantes tiendas donde se va a comprar,
a charlar y a quedar con las amistades, pequeños hoteles con aire
familiar donde los clientes vuelven un año tras otro y un ambiente
refinado y un poco pijo, como dirían mis nietas.
Cuando
veo estos veleros me quedo sorprendido. Son barcos de otra época,
de otro tiempo. Hoy son un capricho, pero un capricho para alguien
que ame mucho el mar, que sepa manejar el viento a su antojo y que
tenga mucho dinero para comprar un barco como este y para mantenerlo.
El mar brilla con el reflejo del sol y los palos del navío suben
hacia el cielo buscando el viento.
Y
el nombre de esta ciudad me es familiarmente sonoro, y pensando y
pensando creo que es porque le asocio con algún nombre que aparece
en el Quijote. Creo que es Trapisonda o Trebisonda. Busco y veo que
las dos palabras aparecen en el prólogo del Quijote "...Trapisonda:
una de las cuatro regiones -citada también como Trebisonda-, junto
con Constantinopla, Tesalónica y Nicea, en que estaba dividido el
imperio bizantino en el siglo XIII..."
La
mente humana es un misterio pues, ¿Qué me ha llevado a asociar
Travemunde con esas palabras que aparecen en el Quijote? Me siento en
un banco junto al muelle. La temperatura es muy agradable. Y aquí
estoy un buen rato sintiendo el mar en mi alma, en mi espíritu.
Quizás mi espíritu quiera vagar sin ataduras por inmensidades tan
grandes o mayores que el mar. ¡El mar, reflejo del cielo, reflejo de
lo infinito!
Muy
cerca está
LÜBECK,
una
de las ciudades más bonitas de Alemania. Su silueta desde lejos es
inconfundible con sus siete altivas torres. El casco antiguo de la
ciudad fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en
1987, por la cantidad y calidad de construcciones
de ladrillo en estilo gótico
báltico que conservan todo el aire y el carácter de la antigua
ciudad de la Hansa.
Enseguida
me encuentro con el Hospital del Espíritu Santo, que tiene una gran
nave gótica
de los siglos XIII y XIV muy bien decorada. Se ha restaurado hace poco
y ha quedado magnífica. No conocía este tipo de edificios y la
verdad es que este me gusta mucho.
Enseguida
me encuentro con el Hospital del Espíritu Santo, que tiene una gran
nave gótica
de los siglos XIII y XIV muy bien
decorada. Se ha restaurado hace poco y ha quedado magnífica. No
conocía este tipo de edificios y la verdad es que este me gusta
mucho.
Las
iglesias góticas
de la ciudad son estupendas, similares a las grandes iglesias
francesas y alemanas, pero éstas de ladrillo, el material de
construcción de la Europa Nórdica. Las iglesias son muy luminosas,
¡ah! y están abiertas todo el día y no cobran nada por entrar. En
algunas hay una persona sentada a la entrada, imagino que cuidando y
vigilando un poco la iglesia. Todas las iglesias se hicieron antes de
la Reforma Luterana y hoy, muchas son de culto protestante y otras
católicas. La verdad es que algunas no se distinguen bien ya que
conservan el altar mayor e imágenes y retablos. Y me parece muy bien
que no lo destruyeran pues seguro que las imágenes, pinturas y
altares no se metían con nadie ni interrumpen las celebraciones. En
lo que algunas iglesias se distinguen es en la colocación de los
bancos y por el órgano. Hay muchas protestantes con los bancos
alrededor del púlpito o del lugar de predicación, otras mirando al
órgano, que parece que se ha convertido en el nuevo altar de la
iglesia.
Las
iglesias en las que no hay culto se dedican a salas de exposiciones y
conciertos, lo cual es una buena manera de aprovecharlas, y también
están abiertas para que la gente las pueda ver.
Y
sigo andando y mirando los edificios renacentistas y góticos que hay
por toda la ciudad antigua. Todos están utilizados, bien como
oficinas, como viviendas e incluso como comercios.
En
una de esas maravillosas casas antiguas de ladrillo, hay una tienda
de ropa de cuyo escaparate me llaman la atención
tres maniquíes.
Uno
de chica tiene una camisa metida por una parte de los pantalones y
otra no, como las llevaba yo de jovencito cuando después de algún
ejercicio físico me olvidaba de colocarme la ropa y luego me decían
en casa que iba hecho un desastre.
Otro
maniquí de chica lleva los pantalones tan bajos que iba luciendo las
bragas, bragas que van a juego con la ropa de la parte de arriba.
El
último maniquí que llamó mi atención es el de un hombre que
anuncia unos calzoncillos verdes, y al que han rellenado "el
paquete" con papeles y espumas de forma que es una exageración,
a no ser que quieran anunciar que a los hombres que se compren estos
calzoncillos les crece "el paquete".
La
puerta de Holstentor, de la antigua muralla, es muy chula. Me parece
elegante, fuerte, poderosa y me recuerda a un cuadro expresionista de
Kirchner en que las torres están de un rojo fuerte.
Kirchner
dijo: "Las
formas y los colores no son bellos en sí mismos, sino aquellos que
son producidos por la voluntad del alma".
Es una frase que parece sacada de un tratado de Filosofía del Arte.
¿A que sí? Por que ¿Cómo puede el alma producir colores? ¿o se
está refiriendo a colores que expresan los sentimientos del alma?
RATZEBURG
es
una pequeña localidad que visito por ver su iglesia románica de
ladrillo. La verdad es que es un pueblo muy pequeño, con muy poca
gente por las calles y que debe ser famoso por los buenos resultados
de sus embarcaciones de remo y de vela. Imagino que muchos de sus
habitantes será gente que vive en otro sitio y viene aquí a
entrenar y a disfrutar de esta tranquilidad.
Todo
es muy sobrio en esta catedral románica de ladrillo. No hay
esculturas en la entradas, pero lo que hacen es un trabajo
ornamental colocando los ladrillos en diversas posiciones y añadir
trozos en blanco, creando unas líneas sencillas y a la vez
elegantes. En lo de la colocación de los ladrillos me recuerdan el
arte mudéjar español.
En el altar hay una
representación de la Pasión de Cristo tallada en piedra (alto
relieve) de alrededor de 1430. Se ven cuatro momentos de la Pasión
(de izqda. a dcha.) Jesús con la cruz a cuestas; Jesús crucificado;
Jesús en el sepulcro y la Resurrección. Y en tan pequeño espacio
logra que la vista vaya de uno a otro lugar por la claridad de la
figura de Cristo y la de los que le rodean. Pero esto no lo consigue
bien con Jesús con la cruz a cuestas, aunque la inclinación de los
brazos de la cruz nos pueden llevar al rostro de las mujeres que
están al pie de Cristo crucificado y subir a éste, para desde ahí
bajar al enterramiento de Cristo y de allí subir a su resurrección. Creo que más que la claridad de la figura de Cristo es la inclinación de la cruz y de sus brazos la que constituye el armazón de la composición, aunque bien pensado pueden ser las dos las que mueven la vista por todas las figuras.
Interior
y exterior de la iglesia de RATZEBURG. Los muros son bastante altos
para dar grandiosidad al edificio. Muchas ventanas fueron modificadas
en siglos posteriores
SCHWERIN
es
sobre todo el castillo. Yo le vi como una aparición al doblar un
recodo de la carretera. Las formas de este castillo me eran muy
familiares, intenté recordar pero no sabía el porqué, hasta que
leí que los arquitectos que lo diseñaron se inspiraron en el
castillo de Chambort.
No pude visitarlo porque estaba en obras; no sé
cómo lo hacen ahora pues debe ser la época en que vienen más
turistas, pero no me da rabia porque en la guia no le pone como muy
interesante de ver por dentro, aunque ya no me fio mucho de las guias
por eso de que para gustos están los colores.
El
resto de la ciudad es muy señorial. Abundan los edificios y
palacetes de estilo neoclásico.
La catedral gótica es de este
gótico alemán que no tiene mucho que envidiar al gótico francés
en cuanto a luminosidad y grandiosidad interior y exterior de las
iglesias. Como todas las del norte, esta también es de ladrillo. La luz es soberbia. Toda es luz natural, no hay focos encendidos. La altura impresionante.
El
centro de la ciudad está muy lleno de gente, sentada en bancos y
terrazas. Como llevo mucho rato andando también me siento y miro a
la gente al pasar y al subir y bajar de los tranvías que tienen una
parada enfrente de donde estoy sentado. Todo esto de mirar a la gente moverse a mi alrededor, me resulta muy entretenido.
Al
regresar hacia el coche vuelvo a pasar junto al palacio. la luz es
muy cambiante pues hay unas nubes muy oscuras, como de tormenta, que
a veces dejan pasar el sol y que en otras ocasiones desaparecen y
dejan el cielo completamente azul. Hice una foto y en ese momento pasó el autobús. Creí que la había estropeado, y al mirar lo que salió, me gustó, y por eso la puse aquí.
La
catedral es magnífica y enorme de grande, ya tenían que tener ganas
aquellos hombres de hacer un edificio de estas dimensiones. ¡Mucha
tenía que ser su fe!