domingo, 4 de diciembre de 2016

ROMA (2)

          E.U.R es una zona nueva, con amplias avenidas, aceras llenas de motos y muchos pinos ¡los pinos de Roma!

          La iglesia de San Pietro y San Paolo es nueva, de 1953. Desde fuera es alta, vistosa. Desde dentro sólo es una cúpula, pero no es ni la sombra del Panteón; es como un cilindro con gorro y hasta tiene poca luz.

           El Palacio de la Civilitá y del Laboro me gusta mucho. Es un gran edificio moderno con un toque como de irrealidad, de misterio. Parece sacado de un cuadro de Chirico o a lo mejor este pintor se inspira en esto para sus cuadros, todo es cuestión de ver las fechas. Las estatuas son como seres irreales que salen de no sé donde y vagan por allí porque esta es como su casa. Me parece un magnífico edificio.



           Pasando calor y más calor llego hasta San Pablo Extramuros. Mañana viene el Papa  y todo está patas arriba ¡Qué historia y qué montajes tienen con el Papa! En esta iglesia está la tumba de San Pablo y las cadenas con las que le encadenaron no sé donde. Y viendo todo esto y sabiendo que aquí están enterrados San Pedro y San Pablo ¿para qué peregrinar a Santiago de Compostela? ¿o a Francia? La iglesia es chulísima, como viene siendo habitual en Roma. Es una gran basílica  llena de lujo y esplendor. Y aquí a la salida, sentados en un banco, hay un hombre y una mujer; ella lleva una blusa totalmente transparente que deja ver unos pechos desnudos, redondeados y que cuando se levanta y pasa andando por delante de mi, son inamovibles. Imagino que serán de los operados. Es la primera vez que veo una cosa así por la calle, sólo lo había visto en la tele y en revistas. ¡Se ve cada cosa en Roma y a la puerta de las iglesias!

           Caminando, caminando paso otra vez por el Foro Romano. Hay un gran contraste entre las viejas ruinas y las iglesias construidas junto a ellas.


           Y allí me encuentro con que hay una exposición de Renoir. La organiza un banco pero estos avariciosos cobran 10€. Los cuadros preciosos, sobre todo los retratos de los niños y los desnudos. En el catálogo los italianos hablan de la importancia y trascendencia del viaje de Renoir a Italia y como este viaje supuso un cambio en su pintura; y aunque Renoir habla bien en sus cartas sobre todo de Rafael, siempre antepone París, el Louvre o Ingres a lo que ve aquí en Italia. Y aquí una vez más compruebo que cada uno ve lo que quiere ver, o como dicen otros “Cada cual arrima el ascua a su sardina”.

 
           Me gusta la iglesia de Sta María de Araceli. Tiene la majestuosidad de la basílica romana y añadidos de diversas épocas que le dan colorido. Es como un animado collage en el que se ha predeterminado la forma del papel.

          La plaza del Capitolio es una de las más bonitas de Roma con sus estatuas y sus palacios.



          En general los museos capitolinos me gustan más que los actuales. Las obras están decorando los palacios, forman parte de las habitaciones. Los palacios, los frescos, las habitaciones, son chulísimos.

          Las esculturas romanas son demasiadas, abruman. Algunas son muy bonitas, impresionan; otras, la mayoría, están como perdidas y de vez en cuando alguna clava sus ojos en ti y eso hace que te fijes en ella y aprecies ese gesto o dulce, o amable, o serio, o indiferente que tiene desde hace siglos, y que en ese momento, con ese cruce de miradas, cobra vida.

  
          Hay obras que son como más inmortales que otras. Son obras que aparecen en libros de arte, son obras que se copian en las clases de dibujo y que cuando estás frente a ellas, frente a la cabeza de Medusa, al galo moribundo, a la Venus Capitolina, a la loba, a Marco Aurelio, dices, ¡ah! Pero estás aquí. Y normalmente es más bonita a cómo te la habías imaginado.

          Y mirando y mirando uno ve a veces cosas insospechadas. Al entrar en una sala veo como de detrás de una puerta sale un par de piernas. Son las de la vigilante que está sentada y habla y habla por teléfono. ¡Qué mal efecto hace! Es dejar de hacer su trabajo. Pero bueno, hay de todo en la viña del señor.

           Paso por el Teatro Marcello tan bien aprovechado para viviendas;

por Santa María in Campitelli que como casi todas las iglesias romanas es de un barroco deslumbrante.

           Los foros imperiales son más ruinas, pero son mucho menos grandiosas que las de Egipto.

           En una pequeña iglesia hay un concierto de piano. Suena magnífico. El interprete lo hace muy bien. Lástima no poder quedarme hasta el final, pero se me hace tarde.
          Voy andando por las callecitas del vicio de la antigua Roma, donde Mesalina venía a dar rienda suelta a sus apetencias. Y ya que tanto se sabe de la Roma antigua y de sus personajes ¿no se sabrá dónde estaban los lupanares más importantes? A lo mejor se sabe y hasta hay alguna tesis doctoral sobre dicho tema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario