ROMA (2)
E.U.R es una zona nueva, con amplias
avenidas, aceras llenas de motos y muchos pinos ¡los pinos de Roma!
La iglesia de San Pietro y San Paolo
es nueva, de 1953. Desde fuera es alta, vistosa. Desde dentro sólo es una
cúpula, pero no es ni la sombra del Panteón; es como un cilindro con gorro y
hasta tiene poca luz.
El Palacio de la Civilitá y del Laboro
me gusta mucho. Es un gran edificio moderno con un toque como de irrealidad, de
misterio. Parece sacado de un cuadro de Chirico o a lo mejor este pintor se
inspira en esto para sus cuadros, todo es cuestión de ver las fechas. Las
estatuas son como seres irreales que salen de no sé donde y vagan por allí
porque esta es como su casa. Me parece un magnífico edificio.
Pasando calor y más calor llego hasta
San Pablo Extramuros. Mañana viene el Papa
y todo está patas arriba ¡Qué historia y qué montajes tienen con el
Papa! En esta iglesia está la tumba de San Pablo y las cadenas con las que le
encadenaron no sé donde. Y viendo todo esto y sabiendo que aquí están
enterrados San Pedro y San Pablo ¿para qué peregrinar a Santiago de Compostela?
¿o a Francia? La iglesia es chulísima, como viene siendo habitual en Roma. Es
una gran basílica llena de lujo y
esplendor. Y aquí a la salida, sentados en un
banco, hay un hombre y una mujer; ella lleva una blusa totalmente transparente
que deja ver unos pechos desnudos, redondeados y que cuando se levanta y
pasa andando por delante de mi, son inamovibles. Imagino que serán de los
operados. Es la primera vez que veo una cosa así por la calle, sólo lo había
visto en la tele y en revistas. ¡Se ve cada cosa en Roma y a la puerta de las
iglesias!
Caminando, caminando paso otra vez por
el Foro Romano. Hay un gran contraste entre las viejas ruinas y las iglesias
construidas junto a ellas.
Y allí me encuentro con que hay una exposición
de Renoir. La organiza un banco pero estos avariciosos cobran 10€. Los cuadros preciosos, sobre todo los retratos de los
niños y los desnudos. En el catálogo los italianos hablan de la importancia y
trascendencia del viaje de Renoir a Italia y como este viaje supuso un cambio
en su pintura; y aunque Renoir habla bien en sus cartas sobre todo de Rafael,
siempre antepone París, el Louvre o Ingres a lo que ve aquí en Italia. Y aquí
una vez más compruebo que cada uno ve lo que quiere ver, o como dicen otros
“Cada cual arrima el ascua a su sardina”.
Me gusta la iglesia de Sta María de
Araceli. Tiene la majestuosidad de la basílica romana y añadidos de diversas
épocas que le dan colorido. Es como un animado collage en el que se ha
predeterminado la forma del papel.
La plaza del Capitolio es una de las
más bonitas de Roma con sus estatuas y sus palacios.
En general los museos capitolinos me
gustan más que los actuales. Las obras están decorando los palacios, forman
parte de las habitaciones. Los palacios, los frescos, las habitaciones, son
chulísimos.
Las esculturas romanas son demasiadas, abruman. Algunas son muy
bonitas, impresionan; otras, la mayoría, están como perdidas y de vez en cuando
alguna clava sus ojos en ti y eso hace que te fijes en ella y aprecies ese
gesto o dulce, o amable, o serio, o indiferente que tiene desde hace siglos, y
que en ese momento, con ese cruce de miradas, cobra vida.
Hay obras que son como más inmortales
que otras. Son obras que aparecen en libros de arte, son obras que se copian en
las clases de dibujo y que cuando estás frente a ellas, frente a la cabeza de
Medusa, al galo moribundo, a la Venus
Capitolina , a la loba, a Marco Aurelio, dices, ¡ah! Pero
estás aquí. Y normalmente es más bonita a cómo te la habías imaginado.
Y mirando y mirando uno ve a veces
cosas insospechadas. Al entrar en una sala veo como de detrás de una puerta
sale un par de piernas. Son las de la vigilante que está sentada y habla y
habla por teléfono. ¡Qué mal efecto hace! Es dejar de hacer su trabajo. Pero
bueno, hay de todo en la viña del señor.
Paso por el Teatro Marcello tan bien
aprovechado para viviendas;
por Santa María in Campitelli que como casi todas
las iglesias romanas es de un barroco deslumbrante.
Los foros imperiales son más ruinas, pero son
mucho menos grandiosas que las de Egipto.
En una pequeña iglesia hay un
concierto de piano. Suena magnífico. El interprete lo hace muy bien. Lástima no
poder quedarme hasta el final, pero se me hace tarde.
Voy andando por las callecitas del
vicio de la antigua Roma, donde Mesalina venía a dar rienda suelta a sus
apetencias. Y ya que tanto se sabe de la Roma antigua y de sus personajes ¿no se sabrá dónde
estaban los lupanares más importantes? A lo mejor se sabe y hasta hay alguna
tesis doctoral sobre dicho tema.
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