POR LA COSTA BRAVA (6)
Hoy voy a recorrer el Montseny por su
vertiente sur y luego por la norte en un viaje de ida y vuelta a Vich. Comienzo
el Montseny en Sta.
Mª del P y voy por una entretenida carretera hacia el Brull.
La montaña se
levanta con fuerza. Todo está lleno de bosques. Es una montaña tal como me la
imaginaba. Venir a esta montaña y ponerte a andar por sus senderos es como ir a
cualquier bosque, árboles y más árboles.
De vez en cuando hay un pequeño claro
que nos permite ver algo en una determinada dirección; pero hay que llegar muy
arriba, a la línea en que desparece la vegetación para poder tener unas vistas
amplias, como las que estoy acostumbrado a ver en las montañas que he solido
visitar.
En algunas zonas más llanas se ven cultivos. Hay caseríos ¿masías? por
algunas partes.
Llego a un pequeño pueblito. Es Santa María del P; hay una iglesia románica con aspecto de muy primitiva,
pero está cerrada para no perder la costumbre. Me da mucha rabia no poder ver
las iglesias, pero bueno, las cosas son así.
Se acaba la carretera de montaña, cojo
una autovía y enseguida llego a Vich.
Como hoy es festivo no tengo ningún problema para aparcar en el centro de la
ciudad. Aunque los catalanes suelen ser madrugadores aquí no se madruga para
andar por la ciudad y casi todo está vacío.
Las casas de la Plaza Mayor están
muy arregladas y presentan unos colores pastel vivos, pero no estridentes.
Imagino que estos no serían los colores tradicionales pero es bueno cambiar. En
cuanto empiezo a andar hacia la parte antigua todo cambia. No hay nadie por las
calles, solo algún turista despistado. Hay hermosos edificios del siglo XVIII y
XIX muy bien conservados.
La torre de la catedral me gusta mucho pero el interior
ya no tanto pues es una mezcla de estilos a la que le falta unidad aunque cada
parte, de manera aislada está bastante bien.
Lo que me maravilla es el museo
episcopal. La colección de altares románicos pintados, así como diversas tablas
es magnífica, solo mejorada por el museo de Barcelona. Viendo esto me doy
cuenta de que las colecciones de pintura románica española, y concretamente las
catalanas, son con diferencia las mejores del mundo.
La colección de escultura
y pintura gótica tampoco está nada mal, pero de esta época ya hay muchas y
buenas muestras por España y Europa. En el museo coincidimos dos o tres
personas y puedo ver el museo con toda tranquilidad y sin agobios. La lástima
es no poder hacer fotos con tranquilidad pues lo tienen prohibido aunque sea
sin flash.
A la salida veo estupendos
edificios del siglo XIX y comienzos del XX. El modernismo catalán produjo obras
muy bellas y muy variadas en muchos lugares de Cataluña y no solo en Barcelona.
En esto se nota la pujanza económica de esta región desde finales del XIX.
Regreso por la vertiente norte del Montseny. Está menos habitada, casi no
hay viviendas o masías en el campo. La montaña parece más abrupta aunque no lo
veo bien porque está muy cubierta de bosques. La carretera pasa por un puerto
muy alto desde el que se ve perfectamente la cima del Montseny y las crestas
colindantes, más escarpadas y rocosas. En ese puerto paro a comer y me
emborracho de enormes visiones.
Y desde aquí, sin ninguna otra pausa parto para
BLANES. Quiero visitar el jardín
botánico. Lo recomiendan todas las guías.
El jardín es muy bonito sobre todo por la
ubicación. No entiendo de botánica y no puedo opinar sobre el interés o rareza
de las plantas que hay, pero me gusta mirarlas. Los cactus siempre me han
gustado mucho y verlos tan grandes, tan erguidos y tan altivas me produce una
satisfactoria sensación.
Los macizos de clivias florecidas también me gustan
mucho y más que por el color por los contrastes que se forman con la luz del
sol de poniente que se cuela entre los árboles.
La ubicación es magnífica en lo
alto de los acantilados con unas vistas impresionantes sobre los mismos, sobre
peñascos que surgen como torreones y que están llenos de nidos de gaviotas y
otras aves marinas.
El mar además está de un bellísimo color azul. De un azul
brillante y luminoso. Me siento en un banco y paso tiempo mirando hacia el mar
y de vez en cuando hacia las plantas del jardín.
Aquí uno se siente rodeado por
la hermosura, lo cual no está nada mal.
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