SENEGAL
(8)
PARQUE
NACIONAL DE DJOUDJ
La visita al
Parque Nacional de Djoudj es obligada cuando se está en Saint Louis o en sus
proximidades. Creado en 1971
y ampliado en 1975,
el parque fue clasificado en 1980 como zona húmeda de importancia internacional, e inscrito
en el Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981. El Djoudj ocupa
16.000 hectáreas
en el delta
del río Senegal
y en él se estima que hay entre 3 y 4 millones de aves entre las sedentarias y
las emigrantes.
Vamos temprano pues
las primeras horas de la mañana son las mejores para observar las aves. Desde
donde se deja el coche hay que andar media hora para coger una embarcación.
Más adelante
hay vacas de cuernos larguísimos que
siempre han pastado por esta zona y aún lo siguen haciendo, es el ganado de los
habitantes de esta zona.
En un claro entre matorrales aparecen 4 facoceros con
sus rabos levantados que se paran y nos miran con curiosidad, de la misma
manera que nosotros les miramos a ellos. Su parada es breve y enseguida
continúan su marcha con sus rabos levantados. Es la primera vez que veo a estos
animales en libertad. Nosotros también continuamos nuestra marcha y llegamos al
borde del embarcadero. Y ante mí aparece un claro de agua en el manglar con
bastantes aves acuáticas.
Hemos madrugado
pero los japoneses lo han hecho más. Compartimos la barca con ellos, pero es
amplia y no estamos apretujados.
Unos
pelícanos se acercan hacia donde estamos los turistas imagino que esperando que
se les dé algo, pero aquí no venden palomitas ni nada parecido, bueno, aquí no
se vende nada pues no hay ningún kiosco, ni bar, ni restaurante. Más a lo lejos
se ven más pelícanos.
En cuanto la
barca se pone en movimiento y empezamos a adentrarnos en el manglar la cosa se
va animando.
En los arbustos empiezan a verse numerosas aves que están posadas:
cormoranes,que también se ven nadando o secándose al sol mañanero
o descansando en una pequeña playa de la orilla después de haber buscado su
desayuno.
Los pelícanos están siempre presentes. Hay
momentos en que salen o llegan bastantes y pasan a nuestro lado, muy cerca y es
muy bonito verlos volar. Parecen aves pesadas, pero cuando vuelan esa impresión
desaparece.
Los guardas nos llevan a un lugar en que hay
muchísimos pelícanos junto a una orilla. Constantemente meten la cabeza en el
agua y sacan un pez que se mueve en la bolsa de su pico. Los guardas nos dicen
que han arrinconado a un banco de peces y ahora se los están comiendo, lo cual
supone que han cooperado unos con otros.
Un poco más allá hay otro gran grupo que
alza el vuelo cuando la barca se aproxima demasiado. Es impresionante ver volar
a tantísimos pájaros tan grandes, que casi nos dan con las alas en la cara o en
la cabeza. Aquí saboreo la sensación de estar en uno de esos lugares vírgenes
en los que la vida animal se manifiesta con un esplendor y una magnificencia
inigualables. Esta es la idea que tenía de los lugares vírgenes de África y
afortunadamente compruebo que estos lugares aún existen.
Pero las sorpresas con los pelícanos aún
no han terminado. Casi de repente aparece ante nuestros ojos un islote lleno a
rebosar de crías de pelícanos que aún no vuelan y que sus padres todavía tienen
que alimentar. Ya son bastante grandes, pero se nota que son crías por el color
de su plumaje y de su pico. Hay un fuerte olor a excrementos de aves, un olor
que alguien dice similar al del guano del Perú.
Siempre me han gustado los animales,
pero en los últimos años mi interés ha decaído mucho. No me hacía ninguna
ilusión venir a África y ver un parque nacional, ahora que estoy aquí y que
estoy viendo esta maravillosa vida animal me alegro de haber venido. Ahora
entiendo a los que dicen que ver los animales salvajes en África es otra cosa,
que aquí a veces el paisaje acompaña a los animales en vez de que los animales
estén en un paisaje.
Ha habido unas avecillas que nos han
estado haciendo compañía desde que iniciamos el recorrido en barca por el
parque. No sé exactamente como se llaman, pero me parece que son Charrancitos.
Y han venido detrás de nosotros para pescar a los pececillos que han subido a
la superficie a causa del motor de la canoa. Es muy entretenido ver como se
lanzan al agua y muchas veces salen con un pequeño pez en el pico.
Y sabiéndome a poco termino la visita a
este parque nacional. La visita me ha encantado sobre todo por la magnificencia
de la vida animal.
Y desde el Parque Nacional nos vamos al
Lago Rosa. El trayecto transcurre por pistas de tierra llenas de baches y eso
le sienta muy mal a mi espalda. Cuando llegamos al Lago Rosa yo me quedo allí y
el resto se van a dar un paseo por las dunas, hasta el lugar donde terminaba el
Rally París – Dakar.
El lago
tiene un nombre tan peculiar porque sus aguas tienen un ligero tinte rosado
debido a las numerosas sales minerales que contiene. Hoy hace viento y en las
orillas se forma una espuma blanca que le da un aspecto peculiar, en principio
esta espuma me parecían pequeños trozos de hielo, pero aquí eso es imposible,
así que me imaginé que eran trozos flotantes de sal, cosa que cuando llegué a
le orilla y toqué la masa blanca tuve que desechar.
Del lago se extrae mucha sal que se comercializa.
La sal la extraen del fondo con palas. Se meten con esas barcas de fondo plano
porque la profundidad es muy pequeña. La sal se seca en grandes montones y unos
obreros la meten en sacos y de vez en cuando vienen camiones a por ella.
Por la orilla del lago veo muchos chorlitejos que
picotean por aquí y por allá y que cuando me paro a mirarlos echan un pequeño
vuelo y se desplazan un poquito. Los puedo ver muy bien, tanto que esa
fotografía es mía y eso que mi cámara no tiene teleobjetivo. A medida que ando,
constantemente tengo la sensación que esa espuma blanca que tapa los pequeños
matorrales de la orilla es nieve, no sé por qué pero es una sensación que no
puedo evitar.
El lago se termina y un poco más allá
veo unos boabad que me llaman la atención por sus formas. Mirándolos bien no
tienen nada de especial, pero desde que los he empezado a ver, estos árboles me
han gustado mucho y mi atención siempre se ha dirigido hacia ellos. Los boabads
están en los bordes de pequeños huertos y cuando me aproximo a ellos veo una
pequeña bandada de unos pájaros del tamaño de palomas o algo más grandes, pero
que tienen el pico curvo. Se posan en los árboles y allí los puedo ver bastante
bien. Son una especie de calaos. Los colores no son vistosos pero la forma de
sus picos sí que lo es para mí.
Comemos
y descansamos en un hotel que hay aquí y al finalizar la comida partimos para
el aeropuerto de Dakar a coger el vuelo de regreso a España. Ya no paramos en Dakar, solo vamos por algunas
calles pues aquí no hay carreteras de circunvalación.
Mi primera visita al África negra ha concluido. Me
quedo con muchas ganas de regresar. Todo me ha gustado: los paisajes áridos y
secos, los lugares paradisiacos de la Casamance, la amabilidad de la gente, su
alegría, la cantidad de niños que se ven, los animales, la luz, la belleza de
las mujeres y de los hombres, el colorido de las telas,… todo, todo me ha
gustado.
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