ESPAÑA – Las Hurdes
Nunca he estado por aquí. Esta es una de las zonas vacías
que tengo de España y quería llenarla. Siempre he asociado Las Hurdes a una de
las zonas más pobres y más abandonadas de España, la visión del documental de Buñuel
sobre la visita del rey Alfonso XIII a esta zona sirvió para que me hiciese esa
idea. De lo que no tenía ni idea ni me había hecho ninguna imagen era del
aspecto físico de la zona. Así que todo está por descubrir y por ver.
Está lloviendo. El verde está más
brillante. Los ríos bajan pletóricos. Y miro y miro y veo montañas escarpadas
(no tienen mucha altitud pero el desnivel es muy pronunciado). Los pueblos
tienen las casas nuevas, totalmente nuevas. Muchas de ellas son chalets, otras
edificios de pisos, incluso hay bloques de pisos. Desde luego que aquí ha
habido una gran transformación. No veo el aspecto de pueblos tradicionales por
ninguna parte. Las carreteras son estupendas, con un buen firme, anchas y con
las curvas quitadas. Aquí se han hecho grandes mejoras, el gobierno autónomo ha
conseguido que esto no sea una de las zonas más pobres de España.
En estos pueblitos casi no se ve
ganado. Algún señor mayor, ya jubilado, añora su vida anterior y con el
pretexto de no aburrirse saca sus 8 ó 10 cabras al monte. ¡Cómo ha cambiado el
atuendo de pastor! Ahora este hombre se pone una bata para salir con sus
cabras.
Y aunque aquí los ríos están en su
curso alto se ven numerosos meandros; meandros de libro de texto. Es curioso
verlos, pero nada más.
En las laderas de las montañas se ven
muchos bancales. ¡Cuánto esfuerzo y cuánto trabajo supuso hacerlos! Hoy en día
creo que tanto el esfuerzo como el trabajo (los bancales) pasan desapercibidos.
Y miro y miro detenidamente los
pueblitos en busca de la arquitectura popular, en busca de lo que puede ser más
característico de aquí, pero no veo casi nada. Todo se ha debido de tirar. De esa
forma de vida no se quiere ni el recuerdo.
Pero sí, aún quedan tres pueblitos con
edificaciones populares: El Gasco, Riomalo de Arriba y El Ladrillar.
A mí me parecen edificaciones únicas, características, distintivas de esta zona y que es una pena que se vayan tirando. No voy a decir que la gente viva en estas casas pero sí que se conserven unos pueblitos o parte de ellos, como recuerdo y testimonio de las formas de vida que hubo aquí durante bastantes siglos.
Callejas empinadas con escalones
hechos en la piedra. Tejados de pizarra, que parece que están juntos de lo arrimadas
que están entre sí las construcciones. Gatos que recorren a sus
anchas las calles. Los gatos son los dueños de la calle, las golondrinas del cielo. Hay
muchas, muchas golondrinas.
Viendo esto si que creo que esta era
una de las zonas más pobres de España. Hay gente que parece que se avergüenza
de haber vivido aquí, yo me sentiría orgulloso por haber sobrevivido en estas
condiciones tan duras, tan inhumanas.
Riomalo de Arriba me produce
una profunda tristeza. Todo está en ruinas, todo está abandonado. Todo es
silencio y desolación. No me encuentro con nadie. Puertas abiertas, ventanas caídas, muros y
tejados que se han derrumbado.
¿Qué fue de esta gente, de la gente
que vivió aquí, que levantó estas casas, que cultivó esta tierra?. Cuando
visito una ciudad, un pueblito, no suelo tener un recuerdo para los que vivieron
allí; aquí sí. No sé porqué, pero aquí me acuerdo de unos desconocidos.
Y subiendo y bajando por montañas me
marcho de las Hurdes hacia las Batuecas, una zona muy cercana pero muy
diferente.
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