SENEGAL (4) - KAOLAK
Llegamos
a KAOLAK a la hora de comer. Es una
ciudad en la que paramos para que el recorrido hasta Saint Louis no sea de un
tirón y no nos pasemos todo el día en el autobús. Según las guías Kaolak no
tiene nada que ver, no tiene nada de interés y aquí otra vez discrepamos las
guías y yo. Cada vez me interesa menos el arte, los monumentos y los museos y
cada vez me interesan más las personas, lo que hacen, como visten, como
trabajan, como se divierten, como viven; y estas cosas me interesan sobre todo
en los países que son tan distintos y tan diferentes al mío. En este mi primer
viaje al África negra todo me interesa.
Kaolak tiene el mayor mercado cubierto
de toda el África negra. No sé si el de Marrakech es mayor que éste. La torre
con el reloj marca la entrada principal de este mercado y el centro neurálgico
de la ciudad.
Enfrente veo ese montón de sacos rojos
que contienen cebollas. Casi por azar paso al lado y miro despreocupadamente y
mi sorpresa no puede ser mayor cuando leo que las cebollas son de origen
holandés. Lógicamente aquí no se cultivarán cebollas, aunque tampoco me
extrañaría que sí se cultivasen pero por algo que no acertaría a comprender,
las trajesen de Holanda.
Hoy el mercado está medio vacío, la mayoría de los
puestos están cerrados porque en la cercana ciudad de A Touba hay una gran
peregrinación y una gran fiesta religiosa a la que acuden gentes de todo
Senegal, y como esta ciudad está muy cerca pues ha ido mucha gente.
Los
vendedores están encantados de que se les hagan fotografías, algunas de las que
les he hecho han sido a petición suya. Y no solo son los mercaderes, también
algunas mujeres jóvenes me han pedido que les haga fotos y que se las enseñe.
En el avión de regreso me enteré de que a casi todas estas personas les
encantan las fotografías.
El mercado tan
vacío tiene un aspecto un poco lúgubre y tenebroso, tan escaso de luz, tan
lleno de basura. Lo de escaso de luz lo entiendo, porque al no entrar el sol no
hace tanto calor, pero lo de la basura no lo acabo de entender.
Y salgo del mercado y empiezo a andar
por las calles. Muchas de ellas convertidas en basureros, pero basureros con la
basura en medio y en unas cantidades tales que un coche no puede pasar. Estas
cantidades de basura solo las he visto en la India. Esto es algo incomprensible
para mí, pero bueno, sus motivos tendrán.
Y la calle es magnífica en cuanto a colorido, tipismo y cosas que mirar y que intento fotografiar para poder tener un recuerdo más duradero y exacto. Me gusta mucho ese cartel que anuncia una peluquería de caballeros y señoras, con esos dibujos tan ingenuos, tan naifs.
Y la calle es magnífica en cuanto a colorido, tipismo y cosas que mirar y que intento fotografiar para poder tener un recuerdo más duradero y exacto. Me gusta mucho ese cartel que anuncia una peluquería de caballeros y señoras, con esos dibujos tan ingenuos, tan naifs.
Me gustan mucho los contrastes de colores de esa mujer que lleva esas naranjas
o mandarinas de un naranja tan rojizo.
Y
muy próximas están la mezquita principal y la catedral, ambas hechas por los
franceses para dar gusto a todos. Ambas pequeñas y ambas cerradas. Aquí lo de
visitar iglesias y edificios no debe ser
cosa muy frecuente.
No hay muchos bancos donde sentarse, la verdad es
que no veo ninguno, y como la gente se sienta en los escalones de entrada de
algún edificio o en alguna pequeña pared, yo también lo hago y así descanso un
rato y me dedico a mirar todo lo que pasa frente a mí o a mi alrededor. Y casi
siempre me atrae el color como es el caso de esos puestos de frutas con un
fondo amarillo y esas mujeres que pasan con trajes malvas y rojos
o esos dos
niños que van saltando y correteando y pasan junto a una vendedora de frutas
con su tocado y su vestido suavemente coloreado. Y cuando veo al niño me
sorprendo que lleve la camiseta del Milan ¡Qué bien hacen la propaganda estos
equipos que consiguen llegar a sitios donde apenas hay televisión, radio o
prensa! ¿Por qué no se utilizarán técnicas propagandísticas tan eficaces para cosas más útiles y necesarias como hábitos
saludables de limpieza, salud, alimentación o educación?
Y continúo por la calle y me adentro en
la zona de talleres mecánicos de motos y coches que arreglan en la misma calle.
Y casi todo está lleno de suciedad y de grasa del aceite de los motores.
No sé
por qué, pero sorprendentemente me resulta atractivo e interesante andar por
aquí, cuando la mayoría de los occidentales se marchan rápido al son de ¡Qué
guarrería! ¡Cuánta mierda!
Y las calles siguen y el espectáculo continúa.
Ahora toca la zona de colchones de espuma y de carros que los trasportan.
Y de
vez en cuando aparecen casas modernas, que están construyendo en este momento y
que son un buen contrapunto a las casas pequeñas y destartaladas que se ven por
muchos lugares.
Amanece, y esta pareja de pescadores
empiezan a echar las redes. No sé si lo que pesquen será para comer ellos o les
sobrará algo para venderlo. Lo que sí es
seguro es que con estos métodos de pesca no agotan los peces. La canoa es un
tronco de árbol vaciado, el motor es un remo y la red… menuda red.
Y antes de partir visitamos el mercado
de comestibles. Hace poco que ha salido el sol y la luz es magnífica. Hace
fresco y para muchos de ellos hace frío, por eso se abrigan tanto; nosotros,
los europeos vamos en mangas de camisa, como mucha gente joven. ¡Va a resultar
que aquí rejuvenecemos! Todo es muy bonito, muy típico, muy curioso. Hay color
por todos los sitios, en las verduras y frutas también.
Me llama la atención
ese chico que coloca los pequeños pimientos en grupos en los que procura que
cada unidad sea de un color diferente. Muchas verduras son las mismas que en
España, otras no.
La carne también es parecida a la de Europa, aunque es más
roja y tiene más moscas posadas sobre ella. Posiblemente esas moscas le den un
gusto un tanto especial.
A lo mejor a alguien se le ocurre empezar a ofertar
carne que ha tenido moscas posadas durante 2 horas, 3, 5, etc. y a lo mejor
cuantas más moscas haya tenido posadas más rica está la carne, o a lo mejor
depende de la clase de moscas. ¡Qué
bobadas se me ocurren!
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