LA INDIA (10) - Delhi
Hasta las 10 de la noche
no vamos al aeropuerto, así que tenemos media mañana y toda la tarde para andar
por el Viejo Delhi. Nico propone ir por las calles y zonas que no
vimos el primer día pero la gente prefiere irse a comprar a una zona de tiendas
nepalíes que tienen precios muy bajos.
Al final nos vamos Nico y yo solos. El
tiene ganas de ir a un restaurante del que le han hablado, como a mí me da lo
mismo ir a uno que a otro decido
acompañarle.
Es un restaurante donde nos damos un hartón a comer cordero
guisado; es la primera vez que como cordero aquí en la India, hasta ahora solo
he comido pollo.
Después de comer vamos a ver un pequeño templo por una zona de
callejuelas, callejuelas que están llenas de
comercios de todas clases; bueno los comercios están agrupados por callejas o
por zonas, al igual que los gremios o zocos en muchas otras ciudades.
Me doy
cuenta que aquí hay muchos puestecitos de comidas, de fritos y que a
determinadas horas están llenos de gente y no para de freír y en otras no hay prácticamente
nadie; aquí, como en todo, también hay sus horas de picotear o comer fritos, y
ahora no toca, pero cuando llega la hora Nico y yo probamos de varias cosas en
un puesto que a él le inspira confianza por la limpieza, porque hay mucha gente
y porque el aceite está limpio.
Vagabundeamos de un sitio
a otro y no encontramos el pequeño templo. Se va haciendo tarde. Propongo
volver en metro al hotel para así conocerlo. De acuerdo, nos vamos.
Y pasamos
por el fuerte rojo, por zonas concurridísimas y por un edificio sin terminar
que es un basurero enorme.
Al lado hay unos jardines muy sucios donde la gente,
sentada en el suelo, descansa.
Llegamos al metro. Es muy nuevo, hace pocos años que lo han
inaugurado. Las medidas de seguridad son casi como en un aeropuerto; no hace
mucho hubo un atentado con muchos muertos ¡Cosas del fanatismo religioso!
Lo que más me sorprendió
del metro es lo limpio que estaba todo: vagones, andenes, pasillos. Parecía que
no estábamos en la India. Pero nada más salir me encontré con la cruda
realidad. Me encontré con un montón de suciedad.
Y aquí termino el relato de primer viaje a la India. No sé
si volveré. Ganas no me faltan. Es curioso que sienta ganas de volver a un
lugar donde he visto muchas imágenes que me han producido una honda tristeza,
niños trabajando, buscando entre la basura, ancianos muy desamparados, gente
durmiendo en el suelo, gente viviendo en la calle, etc. Es una de esas
paradojas que no acierto a explicar, y mira que he pensado muchas veces en
ello.
Quizá por encima de todo me hayan encantado la
maravilla de los colores hindúes, la amabilidad de sus gentes, la belleza de
sus mujeres (las hindúes me han parecido muy guapas), el hechizo de la
naturaleza y el encanto indescriptible de los niños hindúes.
Ha sido un gran viaje a la India.
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