LIBIA (1) – LAS CIUDADES ROMANAS: Leptis Magna y Sabratah.
Lo primero que me van a enseñar de Libia son ruinas romanas. Yo, que me muero por ver el desierto, por estar en el desierto, tengo que ir a ver ruinas de ciudades que fueron grandiosas. Pero así está organizado el viaje y tengo que adaptarme, y adaptarme de buen grado para disfrutar lo más posible de todo lo que me ofrecen.
El primer día de estancia en Libia
visito Leptis Magna, el último Sabratah. Es un círculo que se cierra y en el
que en medio queda el desierto.
Ruinas
grandiosas, enormes. Pero ruinas muy ruinas. Sólo el arco de Septimio Severo está
reconstruido, así como el teatro de Sabratah. De lo demás sólo quedan algunas
columnas levantadas por aquí y por allá, trozos de muros semireconstruidos, templos
y basílicas con algunos trozos levantados, muros semienterrados, muros que
dicen pertenecieron a tiendas, a templos, a termas, a… ¡vete a saber qué!
Vagonetas y vías de las excavaciones hechas por los italianos y por arqueólogos de otros países y que están todavía aquí, medio oxidadas, camino de convertirse ellas en otro resto arqueológico.
Vagonetas y vías de las excavaciones hechas por los italianos y por arqueólogos de otros países y que están todavía aquí, medio oxidadas, camino de convertirse ellas en otro resto arqueológico.
Y lo mejor de todo el mar. El mar
está siempre de fondo. Las columnas, los muros, las rocas,… todo resalta y
destaca sobre el mar. Estas ciudades deben todo al mar. Le deben su nacimiento,
su apogeo y su muerte. Los fenicios, que debían ser de culo inquieto, hicieron
de estos lugares pequeños atracaderos para comerciar, en una época en que casi
no se sabían contar los años., pues creo que por no haber no había ni
calendarios.
Siempre me he preguntado qué necesidad de comerciar había en aquella época en el que el mundo estaba vacío y no debía haber las necesidades superfluas que hay ahora (o por lo menos eso es lo que yo creo). Después de los fenicios se asomaron por aquí los griegos aunque ellos prefirieron otras zonas situadas más hacia el este. Unos de sus vecinos, los cartagineses (los actuales tunecinos) hicieron crecer estas ciudades, pero mira por donde empezaron a pelearse con los vecinos que estaban en la orilla norte del mar y mira por donde ganaron éstos. Y con estos vecinos vencedores, que eran los romanos, las ciudades empezaron a crecer y a crecer y llegaron a ser de las más grandes y más importantes del Mediterráneo.
En Leptis Magna el puerto no daba a basto para tanto barco y tanta mercancía, y hubo que ampliarlo. Pero cuando lo ampliaron la cagaron porque con las obras las corrientes se modificaron y poco a poco el puerto se iba llenando de arena y cada vez era más complicado atracar en él. La ciudad fue a menos. La decadencia del Imperio romano ayudó a la decadencia de estas ciudades. En el 365 un terremoto casi destruyó Sabratah. Los bizantinos estuvieron también aquí pero sólo aprovecharon una parte de las antiguas ciudades. La invasión árabe da el golpe de gracia y el viento, la arena, los matorrales y los hombres que durante siglos venían a buscar piedras para construir palacios, mezquitas o viviendas acabaron definitivamente con estas ciudades.
Siempre me he preguntado qué necesidad de comerciar había en aquella época en el que el mundo estaba vacío y no debía haber las necesidades superfluas que hay ahora (o por lo menos eso es lo que yo creo). Después de los fenicios se asomaron por aquí los griegos aunque ellos prefirieron otras zonas situadas más hacia el este. Unos de sus vecinos, los cartagineses (los actuales tunecinos) hicieron crecer estas ciudades, pero mira por donde empezaron a pelearse con los vecinos que estaban en la orilla norte del mar y mira por donde ganaron éstos. Y con estos vecinos vencedores, que eran los romanos, las ciudades empezaron a crecer y a crecer y llegaron a ser de las más grandes y más importantes del Mediterráneo.
En Leptis Magna el puerto no daba a basto para tanto barco y tanta mercancía, y hubo que ampliarlo. Pero cuando lo ampliaron la cagaron porque con las obras las corrientes se modificaron y poco a poco el puerto se iba llenando de arena y cada vez era más complicado atracar en él. La ciudad fue a menos. La decadencia del Imperio romano ayudó a la decadencia de estas ciudades. En el 365 un terremoto casi destruyó Sabratah. Los bizantinos estuvieron también aquí pero sólo aprovecharon una parte de las antiguas ciudades. La invasión árabe da el golpe de gracia y el viento, la arena, los matorrales y los hombres que durante siglos venían a buscar piedras para construir palacios, mezquitas o viviendas acabaron definitivamente con estas ciudades.
Hoy se hacen excavaciones, se
reconstruye el trazado de las antiguas calles, se identifican los templos, el
foro, las termas, las letrinas, el teatro, el anfiteatro y tantas y tantas
cosas como había en las ciudades romanas.
Y lo que más me gusta es el mar. Un
mar con unas tonalidades de azul preciosas. Es un mar que compite en belleza
con el cielo. Bueno, más que competir yo creo que el cielo y el mar se
complementan.
Estas ruinas las visitan la casi
totalidad de los turistas que venimos a Libia. La mayoría son italianos. Y
muchos de ellos hacen lo que esta pareja: se suben a lo alto del muro, ella o
él se abrazan a la estatua, ponen la cabeza en el lugar en que la tenía la
estatua decapitada y se hacen una foto. Y yo me pregunto: ¿Harían eso en el
foro de Roma o en Pompeya o en las ruinas de cualquier ciudad europea? ¿De qué
depende qué lo hagan? ¿de qué haya un vigilante que lo prohíba o de procurar
cuidar algo que es un legado histórico que a todos nos pertenece y que todos
debemos conservar? Me imagino que los
humanos funcionamos más por las prohibiciones y sanciones que por
convencimientos éticos o estéticos.
En los años 30 se reconstruyó el
teatro de Sabratah, el mayor de todo el norte de África. A mi me gusta mucho
como está. Se nota perfectamente lo que está reconstruido y lo que son piedras
originales. El cemento o la argamasa, unen entre sí trozos de piedras
originales y uno se hace perfecta idea de como debía ser el teatro original. En
esta clara diferencia entre lo que es nuevo y lo original es donde se ve la
mano de los reconstructores italianos. Esta es su escuela. Si lo hubiesen hecho
los franceses posiblemente hubiesen envejecido las piedras nuevas y todo
tendría un aspecto mucho más parecido al original, o incluso lo habrían dejado
tal como lo terminaron los romanos allá por el 290 d.C con un aspecto
totalmente nuevo. ¿Qué escuela es mejor? Para gustos están los colores.
La vista del escenario desde uno de los arcos laterales de entrada es soberbia, espectacular. Es muy curioso que los mejores restos romanos estén casi todos fuera de Italia ¿Por qué?
La vista del escenario desde uno de los arcos laterales de entrada es soberbia, espectacular. Es muy curioso que los mejores restos romanos estén casi todos fuera de Italia ¿Por qué?
Y siguiendo una antigua costumbre,
todos los hallazgos escultóricos que se hicieron en estas ciudades se llevaron
al museo de Trípoli ¿Y por qué no dejarlos aquí cuando este fue el lugar y el
ambiente para el que fueron concebidos? Si se me dice que en el museo están
mejor conservados lo acepto, pero entonces que hagan unas buenas copias y las
pongan aquí.
En el museo de la Jamahiriya, en el
castillo de Trípoli, hecho en los años 30, se conservan los hallazgos de las
excavaciones de estas ciudades romanas. El museo es muy bonito, se ve muy bien,
las piezas están muy bien colocadas y nada amontonadas y da gusto pasear
tranquilamente entre unas estatuas y unos restos que tienen un mirar de siglos.
De vez en cuando el soniquete de un guía que explica a un grupo de turistas, rompe el silencio de siglos que tanto aman estos restos.
De vez en cuando el soniquete de un guía que explica a un grupo de turistas, rompe el silencio de siglos que tanto aman estos restos.
La verdad es que no ha estado nada mal
este interludio de arte romano en el mundo de desierto. Es como un adorno.
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