martes, 5 de mayo de 2020

LIBIA (5) – Los REG o HAMADAS o PEDREGALES.


Siempre pensé que en el desierto había sobre todo arena. Cuando los visité comprobé que además de la arena había sobre todo zonas desnudas de vegetación y que podían ser llanuras, zonas con montículos o incluso macizos montañosos. En Argelia conocí las grandes llanuras pedregosas, los reg que llaman los tuaregs, y que me impresionaron muchísimo.
 

 Ahora aquí, en el desierto de Libia, me vuelvo a encontrar con los reg, y otra vez me vuelven a impresionar profundamente. Nunca puede imaginar grandes, grandísimas extensiones llenas de piedras partidas, de grandes trozos de piedra o de pequeños trozos, pero siempre piedras, al fin y al cabo.
  

            Y si nunca me decidí a andar por las grandes llanuras, por las llanuras infinitas e interminables, sí que me he decidido andar por estas llanuras, también interminables, de piedras. Es un andar difícil, delicado. Iba con botas pero siempre hay que ir mirando donde pisas, donde pones el pie y como le pones. Por aquí se anda con calma, con quietud, yo diría que casi con miedo.  Mis compañeros de viaje no se atreven a darse largos paseos por aquí. Dicen que puede haber muchas serpientes y escorpiones. Yo, la verdad, no he visto ninguno.



            Y entre medias de todas estas piedras siempre hay arena. Más o menos, pero siempre hay. Las rocas suelen ser negras, pero la arena no lo es. Y pensando y mirando creo que ya sé la respuesta. También hay arena negra, pero en mucha menor cantidad que la del color tradicional, pues las piedras oscuras son menos abundantes. Y la arena negra, mezclada con la de las otras rocas claras, pasa desapercibida casi siempre, excepto en muy contadas ocasiones. Por eso no se ven dunas ni grandes extensiones de arena negra.


            Casi siempre estos reg terminan de forma brusca, de golpe. Las piedras se acaban de repente y comienza la llanura u otra formación de tierra compacta. A veces la separación está trazada casi con una línea. Es como si hubiese una clara frontera entre las piedras y la tierra.



            En todos los reg en los que he estado no he visto nunca ni una planta. Es una desolación absoluta. Nada me ha dado tanta impresión de desolación, de algo muerto, como los reg.



            Aka, nuestro guía tuareg, me cuenta que estos reg son lugares apreciados por su gente para realizar los enterramientos. Sólo basta con amontonar piedras, y los chacales no pueden removerlas. Quizá en sus tumbas de piedras, los viejos tuareg pueden seguir sintiendo el viento, el sol y la arena del desierto. Así pueden seguir sintiendo lo que siempre les ha rodeado. Estas tumbas de piedras me recuerdan la tumba de cristal de Blancanieves. A ella la podían ver los pajaritos y los príncipes y la podían dar un beso para despertarla. Aquí también las diosas o las hadas de los vientos pueden dar un beso al difunto tuareg y despertarle para las acompañe y las guíe en su recorrido por estas inmensidades.


            A veces, cuando los reg acaban repentinamente, surgen acacias en las tierras limítrofes. Estas acacias son como un gran canto a la vida en medio de tanta desolación.


            Desde lo alto de un erg veo arena negra y arena siena que comparten una llanura pero cada una en su sitio. La siena recorre la llanura como si fuera un río de numerosos brazos. La negra parece como si fueran enormes islotes. No se mezclan, y hacen bellísimo.


Al atardecer las rocas del reg brillan por uno de sus lados y todo el suelo parece que está sembrado de ilusiones doradas.  El cielo va cogiendo mil colores y poco a poco todo se queda oscuro. Todo se convierte como en un inmenso reg. Todo se convierte en algo negro y oscuro. Pero esta oscuridad dura poco. Cientos, miles de estrellas, convierten el cielo en un reg al revés. Todo es como un gran reg en el que el suelo está negro y  las rocas brillan.


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