jueves, 18 de mayo de 2017

LOS CASTILLOS DEL LOIRA (3)
De Gien a Lorris
 
          Gien está a orillas del Loire, y desde el puente se ve una magnífica vista de la ciudad y de su castillo allá en lo alto. El castillo es el Museo de la Caza, y cuando llego ya van a cerrar. La iglesia está al lado pero no me llama nada la atención ni por dentro ni por fuera.
 

 
           Y en el Loire hay pequeñas barcas, imagino que antiguas barcas. Hay una que es como una vivienda. Es una barcacaravana. ¿Y qué sentirán las personas que van ella  de un lugar a otro y vayan viendo nuevas ciudades y nuevos campos? Posiblemente pensarán y sentirán cosas similares a las que siento yo y a las que sienten los viajeros que lo hacen con un estilo relativamente nómada.
 
 
          Y para facilitar la movilidad por los canales franceses hay obras de ingeniería como Pont Canal. Son puentes por donde pasan barcos, algo que nos sorprende a los que no nos movemos en estos lugares. En España no hay nada parecido y por eso para mí algo como esto era inimaginable, de ahí mi sorpresa.
 
           El castillo de Sully me parece muy bonito, aunque a los que han hecho las guías de los castillos del Loira les parezca de tercera fila. A la luz de la salida del sol los muros adquieren un bello color rosado, lo malo de este momento es que es muy temprano y tengo que esperar un par de horas hasta que abran el castillo. 
 
          St. Benoit sur Loire es una de las muchas joyas románicas que hay en Francia. Ya la visité en  otra ocasión en que estuve por los castillos del Loira; entonces me gustó mucho y por eso vuelvo a ella. La entrada tiene una especie de soportal con bellos capiteles, y como están bajos se ven muy bien.
 
 
          El interior es deslumbrante, sí, la luz deslumbra. La luz del románico francés es única, sin parecido a la de ningún otro lugar. En estas iglesias me siento en varios bancos, por varios lugares y miro, y miro en todas direcciones. ¡Me causan tanto asombro! ¡Me siento tan a gusto! Son lugares en los que reina una gran paz, quizá debida al silencio y a la luz que te rodea. Imagino que cuando se celebra el culto, este ambiente contribuye a darle una gran solemnidad.
 
 
          Un fraile me lleva al interior del convento para poder ver toda la parte exterior trasera, la de los ábsides; y me lleva porque en la calle le pregunto que cómo puedo verlos. Haciendo gala de la amabilidad francesa me los enseña.
 
           Muy cerca hay una pequeña iglesia. Exteriormente es humilde y pequeña, no llama la atención por nada, está en  Germingy des Prés. Pero este pequeño oratorio es de arte carolingio, algo realmente escaso en toda Europa. Me sorprendió este edificio, tan recogidito, tan lleno de columnas, con esa parte central tan alta y tan luminosa,  y con un altar un poco echado hacia atrás, en el ábside; un ábside muy decorado con arcos y con mosaicos, pero oscuro.
 
 
           La luz está en el crucero, en esa parte tan alta. Es una luz que viene de arriba y todo lo ilumina. Y el altar es un lugar como más misterioso, donde está ese dios de la biblia justiciero y hasta vengativo. Hay una doble dualidad, la de la luz que ilumina como iluminaba y guiaba dios en esta época y la de cierta oscuridad donde se encuentra un dios que es algo misterioso. Para mí, este oratorio es una magnífica representación de la idea de dios en aquella época.
          Lorris es ahora una pequeña localidad que en su momento fue residencia de caza de los reyes capetos y lugar de estancia de Blanca de Castilla y San Luis. ¡Qué vueltas y que cambios da la historia! ¡Una localidad que fue importantísima ahora no es nada!
 
          Su iglesia es magnífica, con esa luz y esa pureza de líneas tan característica del gótico francés.
 
         Y en la plaza está este edificio de 1542, que se utiliza como lugar del mercado y como lugar de reuniones y de celebración de varios actos cuando llueve o amenaza lluvia. El techo es alto, altísimo, para mí es desproporcionadamente alto, pe-ro quizá esta altura consiga que no dé sensación de agobio cuando se está debajo. Y lo más relevante de este edificio es la estructura de madera que sujeta el techo, es como la armadura del mismo, y su interés está en la distribución del peso a través de las diversas vigas de forma que aguanten toda la carga del tejado.


           Luego en el pueblo quedan numerosas casas del renacimiento. Son pequeños palacios o más bien casas de gente adinerada, posiblemente hidalgos o comerciantes. Una de ellas es el actual Ayuntamiento.