miércoles, 23 de agosto de 2017


LOS CASTILLOS DEL LOIRA (5)

De Beauregard a Vendome

 
 Así que me voy a otro sitio, y donde me voy es a Beauregard. Es un castillo que está rodeado por un amplísimo parque que hay que atravesar, y en el que hay varios estilos de jardines por los que resulta muy agradable deambular.
 
 
Nada más entrar parece un castillo como los demás, con la cocina y los cacharros propios, aunque hay algo diferente: esa mandíbula de ballena colgada encima de la puerta. Pero la gran joya de este castillo está en el piso superior: la galería de retratos, donde están representados 327 personajes relevantes de Europa entre 1328 y 1643 (también hay personajes españoles: Reyes Católicos, Cisneros, Carlos I, Felipe II, etc.
 

 
Es una galería realmente sorprendente, tanto por los retratos como por el artesonado. Es un castillo muy bonito, que en algunas salas  quiere conjugar lo antiguo con lo moderno con un cierto aire burlón, propio de Rabelais y Montaigne, como en esa pequeña galería de retratos de perros.
 
 
 Al finalizar iba a recorrer con más calma los jardines pero se puso a llover y me fui con la copla a otra parte.

Y donde me fui fue a Blois, otro de los famosísimos castillos del valle del Loira. Aquí estuve hace muchos años cuando hicimos un viaje a los Países Bajos y hubo una excursión opcional a los Castillos del Loira. Entonces solo visitamos Chambort y Blois, ¡cómo si esos fuesen los castillos del Loira!
 
 
El patio es espectacular y el interior también. Es un interior lujoso pero un poco hortera, no he visto ningún otro palacio con tanto dorado y tapices y terciopelos. No sé por qué aquí hay tanto.
 
 
 Imagino que el interior de este castillo está totalmente restaurado, posiblemente en la Revolución quedó desnudo, y su aspecto actual es el resultado de las ideas de los restauradores franceses.
 
 
Para mi gusto es demasiado oscuro, y tanta oscuridad no va con la alegría del renacimiento que se ve muy bien en castillos menores y que no están restaurados.

 
En la guía que manejo se cita la iglesia de Suèvres como interesante porque  el techo de madera que rodea el templo, está hecho con una estructura característica de la  época merovingia. Yo voy y lo miro y lo miro y me encojo de hombros porque como no soy experto no entiendo nada. Desde luego que yo no me desplazaría hasta allí para ver eso. Esto es lo que puede ocurrir cuando el autor de la guía es un experto y el que la lee no.  

 
Pero hay otros atractivos. No muy lejos hay una iglesita con una bella torre románica y una fachada renacentista.
 


Cerca está la calle de los molinos, una calle por la que corre un pequeño río y que tiene varios molinos, molinos que hoy están habitados y que son viviendas, y que están rodeados de pequeños jardincitos hechos por los vecinos y propietarios de las viviendas.
 
 

En Mulsans también es interesante (para los expertos y estudiosos del tema) las vigas renacentistas que sostienen el tejado que rodea la iglesia. Menos mal que no me he desviado para ver estas vigas.
 

Talcy es un castillo un tanto especial. Por fuera es un castillo parecido a los demás; hay que ser muy experto para encontrar diferencias sustanciales en el aspecto externo de los castillos; en sus patios; en las caballerizas; en los edificios anejos:  palomares, lagares, etc. 
  
 
Y hay lugares del interior que son muy similares a otros castillos que he visto, aunque en este son menos señoriales, están como un poco más descuidados, es como si fueran más rústicos.
 

Pero enseguida las habitaciones están más oscuras e iluminadas por tenues luces. Todo tiene un aire misterioso, hasta un poco tenebroso diría yo.
 
 
 Y entonces aparecen  los fantasmas. Sí, fantasmas hechos con efectos de luz (me parece que se llaman hologramas). En cada habitación hay uno, que es el reflejo de fantasmas que aparecen en libros y novelas. Se mueven, se oyen sonidos que asociamos con ellos. A mí me hacen gracia, pero a un niño de unos 12 años que estaba con sus padres le daba miedo.
 

 
Y además de hacerme gracia, me sorprenden, y me sorprenden por el derroche de imaginación que han tenido los propietarios, o a quien corresponda, para presentar algo original, atractivo y diferenciador de este castillo respecto a los demás. Esta idea de poner cosas diferenciadoras, es algo que se ve en otros muchos castillos. Y ahora que lo pienso me doy cuenta que todos los castillos tienen cosas características: jardines muy cuidados al estilo del renacimiento, laberintos, personajes de cuento, colecciones de trajes de novia, de carruajes, de modelos de caballerizas, etc. es como si hubiese un organismo organizador que hubiese estudiado las posibilidades de cada castillo y les hubiese asignado una determinada característica.

 
Camino a Rhodon veo un molino en medio del campo; está no hay nada alrededor. Imagino que se ha trasladado de lugar o se han derruido los edificios anejos que pudiese tener: casa del molinero, almacenes, etc.

 

La luz de la mañana da un magnífico aspecto a la iglesia de Rhodon. Es una iglesia pequeña, humilde, antigua, como dejada, con las paredes desconchadas y enjalbegadas hace mucho tiempo. 
 Hay restos de pintura en bastante mal estado. Es la iglesia de un pueblo venido a menos o que ha perdido su fe, de ahí el abandono de la iglesia. ¡Ah!, pero la iglesia está abierta.

miércoles, 9 de agosto de 2017

INDIA - DATIA

           DATIA es una pequeña localidad de 100.000 habitantes. Hay un palacio muy chulo que normalmente está cerrado, pues por aquí no vienen muchos turistas, pero no hemos terminado de bajarnos del autobús cuando se presenta el guía del palacio.
 
 
             Es un palacio en el que predomina el estilo mogol o mongol, que de las dos maneras lo dicen, pero con cosas de estilo hindú, que a mi es el que más me gusta.
 
 
            El palacio tiene sucesivos pisos, que no son copias uno de otro, sino que cada cual va variando dentro de un mismo estilo.
 
 
            Las vistas desde el superior son muy amplias y desde él se observan ruinas de templos y palacetes o edificaciones de no sé qué época. Son ruinas con mucha vegetación, y me recuerdan a esos templos o palacios perdidos en la selva donde los héroes  de las películas van a buscar algún tesoro.
 
          Al lado del palacio está el pueblo, pero este pueblo no puede tener tantos habitantes, los 100.000 corresponderán a toda la comarca.
         El pueblo es muy pueblo, hay muy poca gente en la calle en comparación a la que he visto en otros lugares.
 
 
        Me resulta curiosa esa mujer limpiando el grano y sentada tan cómodamente en el suelo. Este chico que plancha me pide que le haga una foto cuando paso delante de él y se la hago, la ve, me sonríe y me da las gracias en inglés.
 
         Pasan unos burritos muy pequeños, yo creo que nunca los he visto así, son aún más pequeños que los que vi en el Sahara; imagino que solo los utilizarán para llevar cargas pues si se montase una persona adulta daría con los pies en el suelo.
 
 
          Y mira por donde me encuentro con la escuela, los niños están solos pues el maestro es el guía que nos ha enseñado el palacio.
 
 
         Solo hay estos niños por lo que supongo que habrá otras aulas en otros lugares para los más pequeños y los mayores. Los niños me enseñan sus libros que son iguales que los de España, solo que en inglés.
 
 

           Detrás de mi estaba esta niña con esos ojos tan preciosos, ojos que solo he visto aquí en la India. Me despido de todos los niños con una sonrisa y ellos me devuelven otra que me llevo conmigo.


viernes, 4 de agosto de 2017

POR LA COSTA BRAVA (4)

          Hoy, antes de ir a otros sitios voy a ver LLORET DE MAR de día, pues por la noche ya conozco algo. Las calles todavía están tranquilas y por una de ellas me encuentro con mis vecinos de mesa del comedor, esa mujer y ese niño de la foto. El niño es muy gracioso y deliciosamente travieso, sin ser cargante ni pesado.
 
 
         Llego a la playa y a un lado hay un promontorio rocoso desde el que se ve toda una costa rocosa preciosa. Con un mar azul y tranquilo, azul que contrasta con el ocre de las rocas y con el verde de los pinos. Y por todas partes hay esas maravillosas calas de un agua azul, transparente que invita a mirarla tiempo y tiempo y a meterse en ella. No me quiero entretener mucho porque esto lo veré por muchos sitios, así que marcho hacia TOSSA DE MAR.
 
 
 A la llegada me saludan cipreses y palmeras y en la playa un hermosísimo recinto amurallado que no conocía. El recinto corresponde a un promontorio en el que quedan algunas edificaciones. No sé si era un recinto militar en el que se resguardaba la población en caso de ataque o si aquí vivía permanentemente la población, y sus viviendas ya se han caído.
 

          Las murallas están muy bien conservadas y muy bien restauradas. Y lo mejor que tiene este sitio son las vistas hacia la costa. Por todas partes se ve la maravillosa Costa Brava en todo su esplendor: rocas ligeramente rojizas; vegetación que a veces se agarra a los acantilados de una forma inverosímil y un mar de agua limpia, transparente, con colores variables según el sito, según la dirección en que dé la luz y según el estado del cielo.
         Recorro toda la parte amurallada. No es mucho lo que hay dentro, pero la vista es maravillosa. Me siento en un banco situado en un lugar estratégico y me dedico a mirar. Es curioso, pero hay lugares y situaciones en las que no pienso en nada, en las que no me aburro, en las que el tiempo pasa sin darme cuenta y de las que salgo con una gran sensación de calma y tranquilidad. Son lugares y momentos en los que se serena el espíritu, en los que… bueno, la verdad es que no sé lo que pasa, pero son momentos agradabilísimos y de los que se guarda un bellísimo recuerdo.

SAN FELIU DE GUIXOLS tiene un bonito paseo a la orilla del mar. Imagino que será el paseo marítimo pero no estoy seguro. El paseo lo adornan jardines; una vieja locomotora que descansa de pasados trajines, trajines que a lo mejor añora (se me olvidó preguntárselo) y cotorras o loros (no sé distinguir bien uno de otro) que se han debido escapar, que han criado por aquí y que en este lugar se encuentran muy a gusto.
Como buen sitio catalán, hay bellos edificios modernistas, como el Casino dels Nois,

y bellos edificios de un pasado muy antiguo como la iglesia-monasterio de Sant Feliu del siglo X, con sus torres defensivas que le hacen parecer un castillo y con sus arcos de herradura de estilo prerrománico.

Y subiendo a un alto  (no se va a subir a un bajo) se ven más y más vistas de la costa Brava, de sus acantilados, de sus bosques y también de sus horribles urbanizaciones, que, aunque no muchas, también las tiene.

Playa de Aro no está muy lejos. Aquí tuve mi primer encuentro con la Costa Brava hace unos 30 años. Vinimos todos en el mes de julio y nos pareció un sitio encantador. Toda esta enorme playa no tenía torres, todo era campo y se accedía a la playa por caminos de tierra, también servían para acceder a los campos de cultivo. Entonces parecía que había mucha gente, pero mirando las fotos de entonces y comparando con lo que hay ahora en el verano, había bastante poca. Ahora, en este momento es cuando hay poca, no hay casi nadie.


 Me voy a andar por el “Camino de Ronda”, el antiguo camino que iba por la orilla y que recorría la Guardia Civil para evitar el contrabando. Aquel camino lo recorrí varias veces con Carlos y con Moncho. ¡Era un camino precioso! Y precioso lo vuelve a ser. Se pasa junto a calas pequeñitas, recoletas, de aguas tranquilas y trasparentes. Hay pequeñas playas con un mar rabiosamente azul, y rocas, y pinos.


El camino baja hasta una playa, asciende hasta un pequeño alto y cuando pasa junto a un chalet el camino está cortado por una pared. Hay pintadas de protesta exigiendo que se pueda seguir pasando pero ahora no es posible. Habría que meterse en el mar y no estoy por la labor.


Me doy la vuelta y veo el mar con otra luz y otro color. Los paisajes también son diferentes.

Todavía es pronto y vuelvo a Lloret de Mar para visitar los Jardines de Sta Clotilde. He leído que son muy bonitos así que decido pasar el rato paseando por allí. Este lugar lo vio allá por el 1919 el Marqués de Roviralta  y le gustó tanto que lo compró y decidió construir aquí una gran mansión y unos jardines. Él era muy aficionado a la jardinería. Y ayudado por otro gran aficionado a la jardinería empezó a diseñar los jardines, a plantarlos y a ir haciendo y deshaciendo.
 Los expertos dicen que son unos jardines al estilo renacentista italiano; yo no entiendo de estilos de jardines, pero sí que puedo decir que estos son   muy bonitos. Las vistas del mar son magníficas.
 Es un mar del más puro estilo de la costa Brava, y ese mar tiene una gran importancia en estos jardines. Las avenidas, las plazoletas, las escaleras, los paseos, todo está diseñado para ver el mar y para que los árboles, las estatuas y las plantas resalten más con el mar.
A esta hora de la tarde la luz es maravillosa  y el azul del mar es más intenso y el verde del césped y de las plantas resalta aún más. Con mucha frecuencia me siento en algún banco y miro en todas direcciones y me emborracho de luz y color. Y como a esta hora la luz cambia tanto y tan deprisa el disfrute es constante.
 Una señora dice a mi lado: ¡Qué bonito! Y yo la contesto: Sí, ¡qué bonito!