martes, 10 de octubre de 2017

POR LA COSTA BRAVA (5)
          Es domingo, un buen día para ir a GERONA pues así tendré menos problemas para aparcar. Los catalanes son madrugadores y a primera hora ya hay bastante gente por la calle.
 
          Aunque estoy en la parte antigua de la ciudad todo lo veo muy nuevo y muy restaurado. Es curioso, pues a pesar de estar así se nota que todo es antiguo, y se nota por lo diferentes que son unos edificios de otros, por la disposición de las ventanas, por… quizá por un aire de siglos que parece circular por estos lugares.
 
 Gerona lo asocio con el Episodio Nacional de Galdós del mismo nombre y que leí de jovencito, creo que cuando estudiaba 6º de bachillerato. Cuando viene por primera vez, hace casi 30 años, todo estaba más viejo, más decrépito, y la ciudad se parecía más a la que había imaginado leyendo el libro.
 Hoy, a orillas del Ter, me acuerdo de aquello. No sé por qué.

La catedral me vuelve a parecer chulísima y diferente al resto de las catedrales españolas. La influencia francesa es clarísima, pero esta no es una catedral alegre y luminosa, es solemne y misteriosa, con un cierto aire de no sé qué.
Y aquí me vuelvo a encontrar con uno de mis grandes amores: con el arte románico.

 El claustro es maravilloso, pero lo que más me vuelve a maravillar es el museo catedralicio con El Beato y El tapiz de la Creación. El Beato está abierto por una de esas maravillosas ilustraciones llenas de color y fantasía propias de la mejor pintura románica. Ahora que veo esto me acuerdo del fovismo y del surrealismo y pienso en como los humanos damos vueltas y vueltas a lo mismo. De vez en cuando descubrimos el Mediterráneo. El surrealismo, en su vertiente de figuración naturalista se inventó hace muchos siglos. Estoy un buen rato mirando el tapiz. ¡No sé por qué me gusta tanto la pintura románica! 
           Desde Gerona me voy a BESALÚ. No conocía esta localidad y la verdad es que la primera vista, desde la orilla del río, me impresiona mucho. Es una visión como de película, de película de la Edad Media, de la época de los caballeros con armaduras, escudos y espadas. Es un milagro que este puente y esta ciudad se conserven tan bien. Aquí se entiende inmediatamente eso de cobrar un impuesto por pasar un puente, o la defensa de una ciudad a la que se llega por un puente. Este tipo de puentes medievales solo los he visto aquí y en Francia.

Estamos muchos turistas en Besalú. Es una ciudad muy agradable de pasear, sin ruidos, sin prisas, con muy pocos coches y que van muy despacio. 

Todo el pueblo está muy bien conservado: sus iglesias románicas (que para no perder la costumbre están cerradas a no ser que llegues a la hora de misa), su plaza porticada, sus viejos palacios, sus callejas con arcos enigmáticos que deben servir para sujetar los muros de los edificios de los lados, pozos que ahora no cumplen con su función, pues ya nadie saca agua de ellos.
Y las viejas tiendas, las antiguas panaderías, carnicerías, etc. se han trasformado en restaurantes que ofrecen comidas “medievales” como reclamo. ¿Qué se comía en la Edad Media que no se come ahora? La cuestión hay que plantearla al revés ¿Cuántas cosas se comen ahora que no se comían en la Edad Media porque no se conocían?
  CASTELL FOLLIT DE LA ROCA es uno de los pueblos más impresionantes que se pueden ver cuando se pasa por la carretera. Es una aparición increíble: unas casas colocadas en lo alto de un espolón rocoso inaccesible.
 

Debía ser un lugar inexpugnable. Hoy está casi vacío. Casi todas las casas están cerradas. Entro en el único bar que veo abierto a tomar un café y estoy solo.
Me da mucha pena recorrer este tipo de lugares que están muertos. ¿Qué fue de la vida que aquí hubo, de los momentos de esplendor y pujanza? Aquí, como en otros lugares semejantes, me vienen a la memoria las Coplas de Jorge Manrique.
         El pueblito de SANT JOAN LES FONTS, está vacío y el antiguo monasterio cerrado. ¡Qué le vamos a hacer!
 
Y pasando por Olot me voy a Sta. Pau. Voy por una carretera secundaria, tranquila y así puedo disfrutar del paisaje. Todo el campo está verde, muy verde. Ha caído una pequeña tormenta y sale el sol. Y todo el campo parece que brilla más.
Y las nubes que quedan juegan a hacerme la puñeta cuando intento hacer una foto pues en ese momento oscurecen el trozo que iba a fotografiar. Durante casi todo el recorrido estoy en el Parque Natural de la zona volcánica de la Garrotxa. La frondosidad de la vegetación debe tener que ver con la calidad del suelo: el suelo volcánico es muy fértil.
Y así, sin darme cuenta, llego a STA PAU, un pequeño pueblecito en pleno Parque Natural. El pueblito está muy bien conservado y arreglado, aunque los coches amontonados en la plaza la estropean mucho. Rápido me acordé de Francia y de los amplios aparcamientos que hay a la entrada de estos pueblitos.
 
 
Y lo que hago en este pueblito es dejarme perder por las callejuelas, aunque siempre es un perder ordenado pues procuro ir en todas direcciones. El pueblito es muy pequeño, y enseguida se sale al campo, a los terrenos cultivados que ahora aparecen de un verde brillante, luminoso, de un verde que yo llamaría rabioso.
 
A cuatro casitas que hay en las afueras las consideran un barrio; en eso se es similar con los pequeños pueblitos castellanos. Y en el pueblo hay muchas casas con enormes arcos que sirven de soportal. Si se piensa este tipo de construcciones debían ser muy costosas pero el beneficio debía compensar el coste aunque no logro vislumbrar cual podía ser. Este tipo de edificaciones abunda en toda la Cataluña y sur de Francia hasta Provenza. En Castilla se hacían las casas porticadas y las plazas con soportales, más sencillas de hacer.

 Todo el pueblo está muy bien restaurado y conservado. Las paredes de casi todas las viviendas son las originales y el nuevo enfoscado se ha hecho con cuidado. Y desde aquí me marcho a mi hotel que está un poco lejos, pero todavía tengo tiempo de ir despacio y pararme en algunos sitios como en la iglesia de STA MARIA DE PORQUERES ¡qué está abierta! 
La iglesia es oscura y tenebrosa haciendo honor a la idea española de cómo debe ser el románico. Lástima que aquí no llegasen las ideas francesas de las regiones de más al norte, sobre la luz y la alegría del románico. Por afuera es una bella iglesia con hermosos capiteles.

Paso junto al Lago Banyoles (el lago Bañolas tal como lo estudié en mis años de niñez) y cómo voy bien de tiempo también hago una parada. Por las orillas del lago hay bastante gente paseando. Es el paseo dominical, tranquilo, sosegado; no es un paseo para hacer ejercicio, es un paseo para relajarse y relacionarse socialmente. Se saluda a los conocidos, a los amigos, se charla brevemente con ellos y a veces se reanuda el paseo solo o en compañía de las personas con las que se han encontrado.
En algunos sitios, muy cerca del agua o incluso dentro de ella, hay unas plantas con unas flores amarillas que atraen mi atención. Son como una especie de lirios y ponen una preciosa nota de color. Son flores que me evocan un mundo perdido y desconocido.