viernes, 21 de julio de 2017

LOS CASTILLOS DEL LOIRA (4)
De Chatoneuf sur Loire a Beauregard 


          En Chatoneuf sur Loire hubo un castillo muy importante pero durante la Revolución se destruyó y ahora solo quedan pequeñas partes que sirven como dependencias municipales.
        Le Parc Floral de la Source está a las afueras de Orleans, y en la guía Michelín se recomienda su visita. Es un parque muy bonito, muy cuidado, con rincones muy diferenciados en cuanto a tipo de plantas y entornos que crean.
 
 Hay un invernadero con plantas tropicales y con mariposas en libertad. Son mariposas que liban las flores y cuyas orugas se alimentan de las plantas que hay allí. Como nadie se mete con las mariposas no tienen miedo ni se asustan y se les puede hacer magníficas fotos.
 
De repente se pone a llover con fuerza, y cosa curiosa, empieza a salir vapor del suelo en determinados lugares como si fuesen chimeneas. Quizá allí, de una forma localizada, el suelo debe estar bastante caliente.

He estado en esta iglesia de Clery St. André tres veces, y todas ellas casi sin buscarla, pasaba por allí y me sorprendía vista por fuera, y cuando he entrado me ha sorprendido más por dentro. Es una iglesia luminosa y enorme, es luz en estado puro. Está muy desnuda, como muchas iglesias francesas, en las que es posible disfrutar de la arquitectura en estado casi puro. Aquí está la estatua orante de Luis XI y a su lado, en una pequeña cripta, su cabeza y la de su esposa: cosas de la Revolución.
          El castillo de Meung sur Loire tiene una doble cara. Por una parte se notan muy bien los antiguos torreones del primitivo castillo defensivo y guerrero que debió ser, y por otra todas las construcciones y añadidos posteriores que le han dado un cierto carácter palaciego.  
Por dentro es un castillo muy bonito. A penas tiene partes totalmente nuevas; casi todo el interior tiene un cierto aire como de abandono, como que ha pasado mucho tiempo por él, como que el tiempo ha podido con los arreglos humanos, y como que el tiempo se ha detenido en determinados lugares y objetos.  

Las cocinas están llenos de cacharros y objetos que fueron cotidianos y que hoy son extraños para la mayoría de la gente de menos de 50 años, muchos de esos objetos están como dejados en ese lugar, pero dejados momentáneamente para volverlos a coger enseguida; es como si algo repentino hubiese ocurrido y los habitantes hubiesen desaparecido dejando las cosas a medio hacer. Quizá los duendes o fantasmas se los llevaron a los tenebrosos subterráneos que todavía existen hoy.
 
En uno de los laterales hay unas magníficas ruinas de la vieja fortaleza y una iglesia que se utiliza para el culto, me parece que es la iglesia del pequeño pueblo.

        Ya no insisto más sobre la luz y la pureza de líneas, pero la verdad es que no se me ocurre decir nada más.    
  Y después de dormir en el mismo camping en que lo hice la vez pasada, me encamino a Chambort, uno de los castillos emblematicos del valle del Loira, sino el que más. Es la cuarta vez que lo visito y me sigue sorprendiendo y maravillando. Cada vez que vuelvo lo encuentro más amueblado y más arreglado en el interior. Cuando la Revolución quedaron las paredes, y menos mal que nos las tiraron para usarlas como cantera. Poco a poco se va rehaciendo el aspecto que debió tener en la época grandiosa, la de Francisco I.


 
 No recuerdo haber visto antes las habitaciones reales, sobre todo dormitorios, ni la capilla. 
Toda la zona de tejados, chimeneas y terrazas las han debido mejorar para que las brujas, hadas y demás seres maravillosos se encuentren cómodos y a gusto y no se vayan de allí. Si se fuesen, Chambort perdería su encanto y dejaría de ser un lugar mágico.
 
Villesavin es un pequeño palacio que está cerca de Chambort. Es como la casa de un noble menor, como si fuese un rico de provincias. No tiene mucho que ver, pero estos franceses saben sacarle partido a todo. 
Dentro han hecho un pequeño museo de trajes de boda de finales del siglo 19 y comienzos del 20, así como de ramos de novia y objetos de adorno para esa ocasión. La exposición es curiosa y hace que te entretengas un rato, que es de lo que se trata.
 
 Lo que sí está mucho mejor, por lo menos para mi gusto, son las cuadras y caballerizas, que tienen todo el aspecto de una construcción rural antigua.
 Quizá lo más interesante de este castillo sea su palomar. Yo nunca había visto palomares tan grandes y con esa estructura de madera. Cuando veo estas cosas me doy cuenta de la importancia que tenían en aquella época cosas que hoy no tienen ninguna. Las palomas se criaban para comerlas y de ahí estos palomares.
Era la hora de comer y me puse a hacerlo en un jardín de un pueblito cercano. Me distrajo un sonido de hojas y ramas, miré y vi que era un erizo que estaba comiendo su ración de insectos. El animal no se asustaba, le hice unas fotos y le dejé que siguiese con su almuerzo. Es el primer erizo que fotografío.
          Troussay está cerrado y hasta dentro de un par de horas no lo abren, y la verdad es que no me apetece esperar tanto para lo que parece que va a ofrecer este castillo.