miércoles, 22 de marzo de 2017

INDIA: En tren de Amritsar a Delhi
Salimos del hotel muy temprano, aún es de noche. En la estación duerme mucha gente en el hall y en los andenes, entre sacos y mercancías o en el suelo. Duerme gente de todas las edades, niños, jóvenes y ancianos.
 
 
  Ya he visto dormir a la gente en la calle y volverla a ver aquí me impacta, pues no da la sensación de que duerman esperando el tren, da la impresión que este es su lugar habitual de dormir.
 
 
Hay algunos pequeños que duermen a cualquier hora en cualquier sitio. ¡Cosas de la edad! ¡Y de las injusticias y mal reparto de la riqueza del puto mundo en que vivimos!
Viajamos en segunda y nos dan el desayuno y todo, como en los aviones. Los hindúes que viajan son gente de los que viven bien en la India pues los pobres tienen hasta séptima clase para viajar, donde cuesta muy poco.
 
 
 Enfrente de mí está ese sij que se pone esa especie de venda; no sé para qué es y me llama mucho la atención.
No puedo mirar mucho por la ventanilla porque se la he dejado a una señora que ha bajado la persiana, además no está muy limpia, así que me levanto y me voy junto a la puerta. Los hindúes se sientan en la puerta para ir fumando, yo me siento para mirar.
 
 
 En las estaciones, cuando el tren va más despacio puedo hacer fotos de las situaciones o personas curiosas que veo. Hay gente con tipos variadísimos de ropas.
 

 
 Algunos aprovechan cualquier manguera para darse una ducha (los indios serán pobres, pero no sucios) y los niños se distraen con cualquier cosa.
 
 
 
La foto de la vaca y del santón no es mía, pero me parece tan buena que la pongo aquí.
 
 
 Los niños son dos hermanillos que piden en la estación, y por allí van pocos turistas lo que quiere decir que los hindúes se ayudan unos a otros ¡Menos mal!
 

 Y en los arrabales de las grandes ciudades veo chabolas propias de los lugares cálidos como la India: cuatro palos y una tela por encima que protege del sol y de la lluvia.
 

 
 Y por todos los sitios mierda, y mierda y mierda; y los niños jugando entre ella o a lo mejor no juegan, buscan.
 

 
Y mientras el tren continúa su marcha se suceden visiones y visiones de gente sentada en el suelo o en los bultos en pequeñas estaciones o apeaderos. Gente vestida mejor, gente vestida peor, pero al fin y al cabo gente.
 
 
 Y llegamos a Delhi. Enormes cantidades de personas, enormes cantidades de pobres pidiendo de una manera implorante, desesperada diría yo. Es la India.


No hay comentarios:

Publicar un comentario