lunes, 6 de julio de 2020


CHINA (11) – BEIJING (2)
El Templo del Cielo es el templo más grande de su tipo en China y el adoratorio dedicado al Cielo más grande del mundo. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998 y es uno de los monumentos más importantes de Beijing.








 Construido entre 1402 y 1420 por el emperador Ming YongLe, el Templo del Cielo era el lugar donde los emperadores de las dinastías Ming y Qing (considerados hijos del Cielo) rogaban por las cosechas en el solsticio de invierno y daban gracias por las mismas en el solsticio de verano.
              
Sólo al emperador y no a ningún otro ciudadano del imperio se le permitía la adoración al cielo. Era pues, un lugar importantísimo, del que dependía toda la nación, cuya economía se basaba en la agricultura. Ya que una mala cosecha podía interpretarse como un desaire de los cielos y por tanto poner en riesgo la estabilidad de su reinado, los emperadores tenían sobre sí una gran responsabilidad, no sólo religiosa, sino política.



La distribución arquitectónica del complejo.
Debido a su propósito sagrado, el diseño del Templo del Cielo se rigió por místicas leyes cosmológicas que se creía regulaban el universo, dando gran importancia a la numerología. Dado que se entendía al cielo como una esfera (tal como se lo ve desde la tierra) y a la tierra plana (tal como se la percibe) el cielo era representado por un círculo mientras que la tierra por un cuadrado.
Es por este motivo por el que los edificios son de forma circular, como el cielo, mientras las bases de los mismos y los ejes de composición son cuadrados
Los tejados de los edificios son de color azul oscuro, representando al cielo, a diferencia de los de la Ciudad Prohibida, cuyo color dorado representaba al emperador. El Templo del Cielo es en realidad un conjunto de edificios: al norte se sitúa el Salón de Oración por la Buena Cosecha; al sur, el Altar Circular y la Bóveda Imperial del Cielo.

Pabellón de la Sala de la Oración por la Buena Cosecha.
 
El salón tiene un triple tejado construido con tejas de color azul y está rematado por una bola dorada en su cúpula. Este edificio fue pasto de las llamas en el año 1899 y reconstruido en el año 1900.
 
El edificio del Salón de Oración por la Buena Cosecha está construido totalmente en madera, con 28 enormes columnas en su interior. La disposición de estas columnas tiene una gran simbología. Las columnas se disponen  en tres círculos concéntricos. En el círculo más interior, las cuatro columnas más grandes representan las cuatro estaciones del año, en el círculo intermedio hay otras 12 columnas, que representan los 12 meses del año, y en el círculo más externo otras 12 columnas más simbolizan las 12 horas del día.
En el altar de piedra descansa el nicho que conserva la tablilla perteneciente al Emperador Celestial. A ambos lados del altar  se hallan otros nichos para albergar los nichos de los antepasados de la familia imperial

Bóveda Imperial del Cielo
Aquí es donde los emperadores rendían homenaje a sus antepasados. Se trata de una edificación muy parecida al Salón de la Oración por la Buena Cosecha, aunque de un tamaño menor: 19 metros de alto por 15,6 de diámetro.
   
La Bóveda está rodeada por el muro del eco, una singular construcción redonda de unos 60 metros de diámetro. Uno puede colocarse en cualquier punto del muro y su voz oírse claramente en el punto opuesto ya que el sonido se transmite recorriendo la pared.
Aquí están colocadas las tablillas de los dioses.
  


Altar Circular

El altar circular o altar del cielo es una construcción abierta que enlaza con el Salón de la Oración por la Buena Cosecha mediante un camino de piedra y ladrillo de más de 350 metros de largo. Fue construido en 1530 y era usado para venerar al cielo durante el solsticio de invierno y pedir por lluvias durante el solsticio de verano. Es notable el hecho de que el número de piedras que componen esta estructura son siempre múltiplos de 3 o 9 (el número 9 al ser el dígito más alto, representaba al emperador). El número 9 es el número de la suerte.  El primer anillo consiste en 9 piedras, luego 18, 27, etc.
La piedra central es la más sagrada, por lo que es considerada de buena suerte, por lo que es común ver a los chinos apretujándose para tomarse una foto sobre ella. Además, la acústica del lugar permite que lo que se hable en el centro se escuche en todos los lugares del altar.

  Todo el complejo del Templo del Cielo está en medio de un enorme jardín en el que a estas horas  disfruta la gente, en su mayoría jubilados. Es un lujo tener unos jardines públicos de esta categoría.



 
El Templo de los Lamas es el templo budista tibetano más importante que existe fuera del Tíbet, además de uno de los centros religiosos más populares de Pekín.
  


Construido durante el siglo XVII como palacio para el príncipe Yongzhen, en 1744 se convirtió en un importante monasterio para los monjes lamas. En la actualidad el monasterio es el refugio espiritual para un grupo de monjes mongoles dedicados al estudio de la astronomía y la medicina. El Templo de los Lamas es un atractivo complejo formado por varios edificios tradicionales con tejados dorados.
  

En los patios que se encuentran entre los edificios se pueden ver enormes quemadores de incienso en los que los fieles colocan cientos de varillas que producen un penetrante olor.

Uno de los mayores edificios, el Falun Dian, acoge una estatua de bronce de seis metros de Tsongkapa, fundador de la Secta del Bonete Amarillo.


 La mayor de las edificaciones centrales, el Pabellón Wanfu Ge, aloja la más valiosa de las posesiones del templo, una impresionante estatua de Maitreya, el Buda futuro. La escultura, de 18 metros de altura, fue tallada a partir de una única pieza de madera de sándalo.
            Y como en todo buen templo budista hay esos cilindros de oraciones que les encanta girar a los niños y que no parece que sea una falta de respeto pues nadie los regaña.  Algunas personas, cuando entran o salen tocan una enorme campana que hay en el patio de la entrada.
            Cuando salimos del templo la guía nos lleva, queramos o no, a un centro comercial donde venden de todo. Entro, hago un par de fotos y pregunto a qué hora hay que estar a la entrada para irnos.
            Doy una vuelta por los alrededores, donde alternan los modernos edificios y las pequeñas casas, los hutong. En una de estas zonas veo un edificio en el que pone WC y el icono de hombres: entro y cual no es mi sorpresa cuando veo a varios hombres sentados haciendo sus necesidades, sin ninguna separación entre ellos. Este lugar es total-mente similar a como eran las antiguas letrinas romanas. A mí me dio vergüenza ponerme allí a mear y me salí. Como las viviendas son tan pequeñas y no hay sitio para tener un wáter, en estos barrios el wáter es colectivo y yo acababa de entrar en uno de ellos.
                 La guía hace la vista gorda y no llama a la gente mientras alguno está comprando, así que me da tiempo a ver un poco más el centro comercial que es igual que cualquier moderno centro comercial europeo. ¡Hasta la gente que está allí viste al modo occidental y los anuncios y nombre de las tiendas son similares a los occidentales! Esta es una de las cosas que menos me gusta de la actual China, su excesiva occidentalización, por lo menos aparente. En la India, en los países árabes, en Senegal, en el Asia Central, no se da este fenómeno de forma tan acusada.
            Al fin salimos de este centro comercial y nos llevan a una zona de hutong, y allí visitamos uno de ellos, que en realidad es un sitio donde  venden souvenirs. Lo que más me gusta de ese pequeño patio con unas habitaciones que eran las viviendas, son las jaulitas con esa especie de grillos que cuelgan las paredes. 


Todo lo demás es similar a los hutong que ya he visitado, solo que aquí hay más triciclos para pasear a los turistas, todo lo demás es igual, callejas, cajas y cosas amontonadas en ellos, casas pequeñísimas.
 La gente pasea por la calle y me llama la atención este hermosísimo bebé que pasea su abuela. Hay cosas que son iguales en todas las partes del mundo.

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