miércoles, 8 de febrero de 2017

ESPAÑA - Tarragona – Mont Blanc – Santes Creus.
abril 2011.
         Hace muchos años que no voy a la Costa Brava, tantos como 30. Decido volver y recorrer lugares donde estuve con mis hijos y de paso ver algunos sitios que nunca he visitado.
Paso junto a Mont Blanc y Santes Creus, que son lugares altamente recomendados en las guías de viaje y que no conozco. Hago un alto para verlos.

Mont Blanc es un pequeño pueblo que se pierde en la historia. Reyes como Alfonso I, Pedro III y Juan I tuvieron algo que ver con él. Y allá, en el siglo XIV se construyen las murallas.

 
 No entiendo bien para qué se hicieron ni de quien había que defenderse, pero lo mismo da. Hoy quedan unas preciosas murallas con torres cuadradas. No son imponentes ni grandiosas, yo diría que son bonitas. Tienen un aire amable, casi festivo.
   
      Por dentro las casas y las calles están pichí, pichí. Todavía hay bastantes casas con aire bajo medieval, pero hay otras casas con un aire demasiado moderno, pero de una modernidad simplona y ramplona que no queda bien y no dice nada. Pero bueno, ¡qué le vamos a hacer! El conjunto resulta bonito y agradable y sí que merece la pena salir de la autovía para ver esto.

  
       Y con las iglesias y monumentos pasa lo de siempre: ¡que están cerradas! En la guía pone que hay que dirigirse a la oficina de turismo, pero también está cerrada. Esto de no poder visitar las iglesias es algo que llevo muy mal.
 
 
Estoy acostumbrado a ver las iglesias francesas, alemanas e italianas a cualquier hora y me creo que aquí, en España, va a ser lo mismo, pero por lo que parece la jerarquía eclesiástica española no está por la labor de facilitar la entrada a sus templos. Pero lo gracioso es que para algunas cosas los considera suyos y para otra son patrimonio cultural y tiene que ser el estado el que lo arregle y lo mantenga. A mi me parece que esto es tener bastante morro.
El monasterio de Santes Creus hoy está como perdido, en una ruta que solo conduce allí. Esta en un valle lleno de arbolado y que apenas conserva trazas de cultivos.
 



Este monasterio, al igual que otros tantos lugares, es un ejemplo de cómo algo que fue importante, importantísimo, con el paso del tiempo se convierte en algo muerto, en algo que ni se parece a lo que fue ni a lo que para lo que fue hecho. El gran claustro es magnífico, con las paredes llenas de tumbas de grandes señores de los que nadie se acuerda y que casi nadie sabe quiénes fueron.
 
 
El claustro pequeño, es recogido, como muy íntimo.
 

 
 El gran dormitorio realmente es grande e imponente. Los restos del palacio real se presentan elegantes, refinados, con unas columnas finas y gráciles.

         Unos jóvenes cantan algo que otros chicos de su grupo llaman gregoriano y que no lo es, pues es un canto a varias voces. Yo creo que es un cántico sacado del Libro Vermell y así se lo hago saber. Los cantores se sorprenden de que no siendo catalán conozca ese libro. Con una sonrisa les digo que conozco muchas cosas de España, y la música es una de ellas. No hacen ningún comentario.
 


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