lunes, 20 de febrero de 2017

LOS CASTILLOS DEL LOIRA (1)
DE LOECHES A BOURGES
Marcho directamente hacia Loches. Pero llego allí y el camping está cerrado. Busco uno y el GPS me indica que el más próximo está a  unos 20 km. El camping está casi vacío, a mi lado se pone una pareja que llega un poco más tarde, ya es de noche. Por la mañana hago mis tareas y la pareja sale de la tienda de al lado; el hombre se marcha fumando un cigarro; la mujer lleva una generosa minifalda, tan generosa que cuando se agacha se le ven totalmente las nalgas, pues lleva un tanga estrechito, estrechito, y la mujer se agacha y agacha varias veces de forma que su culo se luce y se luce. Imagino que hace eso para que el culo se le ponga moreno, porque ¿hay otra explicación?

 Y después de hacer mis cosas y ver el culo de la mujer me voy hacia Loches pero pasando por La Corrairie, una granja fortificada de esas que había en Francia en la Edad Media para defenderse de los saqueadores que había en aquellos tiempos. Yo imagino que los saqueado-res debían ser los vecinos o personas que vivían en zonas limítrofes. En Marruecos vi un granero fortificado en el que los habitantes guardaban su grano para que no se los robasen los de las tribus o clanes vecinos; las razones son idénticas y las soluciones también.
Cerca está la Chartreuse du Liget. Como no sé exactamente lo que es una Chartreuse lo busco y me entero que es un monasterio de monjes eremitas de la orden de Chartreux. Se fundó allá por el 1178 y se fue trasformando hasta tener el aspecto de hoy; más parece un palacio o un chateaux que un monasterio. No lo visito porque tardan dos horas en abrirlo.
Muy prontito llego a Loches, ciudad que visité brevemente hace años y en que vi el palacio lleno de historia que está allá en lo alto junto a la iglesia o catedral (no sé lo que es).

Loches tiene unas calles estrechas, empinadas; a los lados hay casas antiguas, del Renacimiento, con tejados también muy empinados para que hagan juego con las calles.
La vez anterior no vi el Donjón, la torre fortificada. Leí que durante la guerra de los cien años el Donjón llevaba asediado durante mucho tiempo; llegó Ricardo Corazón de León y en unas horas lo conquistó, hazaña que sorprendió en su tiempo y que aún ahora sigue sorprendiendo a los expertos militares. Hoy en día la torre es perfectamente visible pero sus alrededores están destruidos.



        Montresor es un pequeño pueblito que desde hace muchos siglos tiene un castillo allá en lo alto. El castillo perdió su carácter defensivo y últimamente fue la residencia de un noble polaco amigo de Napoleón III. El interior está totalmente decorado con un estilo lujoso propio del siglo XIX. En la parte baja del pueblo hay callecitas con casas muy pintorescas y con unas vistas muy bonitas del palacio.


 Es la una de la tarde. En St. Aignan hace mucho calor. Las calles están desiertas, los franceses están comiendo, esta hora es sagrada. La iglesia, de los siglos XI y XII, es magnífica. Es alta, muy alta, con unos capiteles chulísimos. Y muy cerquita está le Chateau, con su fachada renacentista y su monumental escalera. No entro a verlo porque está cerrado y no tiene mucho que ver. Sigo mi camino.
Cerquita está Selles sur Cher. Es curioso como los franceses suelen poner como nombre de un pueblo el del río junto al que está. A este pueblo de Selles se le añade sur Cher porque está a orillas del río Cher. En España también hay pueblos que tiene el nombre del río junto al que están (Laguna de Duero, Alba de Tormes), pero no son tantos como en Francia.

En esta localidad hay dos cosas que ver: la iglesia y le Chateau. La iglesia es magnífica con esa altura y esa luz que también saben hacer los franceses. Le Chateau es pequeño, bueno en realidad lo que queda son los restos de una fortaleza mucho más amplia. No entré a verlo porque me dio por ahí. Cobraban bastante, tenía poco tiempo para visitarlo pues iban a cerrar pronto y me pareció demasiado pequeño y carente de interés. Luego leí que era interesante de ver, no es que fuese un hermoso castillo o palacio, pero que no está mal para visitarlo. Cuando me marché de allí pensé: como siga así voy a tener que planificar otro viaje para visitar todos los castillos que por unas cosas o por otras estoy dejando de ver.
Romorantin Lanthenay no tiene ningún castillo que ver. En la guía se mencionan la iglesia, la orilla del río y sus vistas sobre los molinos y la casa del Renacimiento llamada la Chancellerie. Dejo el coche muy en el centro y empiezo mi paseo. Cada vez intento más pasearme a mi aire, viendo lo que me recomiendan, pero sin agobios ni prisas, y teniendo muy claro que tampoco tengo que ver todo lo que indica la guía. Y con esta filosofía empiezo a recorrer las calles de la ciudad. Calles muy desiertas, casi sin coches.

 A veces tengo la sensación como que estoy perdiendo el tiempo, que no hay cosas interesantes que ver, que ver una casa de vigas entramadas que tiene unos pequeños bajorrelieves en las esquinas no merece la pena por muy del Renacimiento que sea; pero luego pienso que esto lo puedo decir porque lo veo, porque estoy aquí, y estas pequeñas decepciones es uno de los tributos que tiene que pagar el viajero.


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