sábado, 16 de diciembre de 2017

 
SAN ESTEBAN DE GORMAZ 
         SAN ESTEBAN DE GORMAZ, es un pueblo que tiene unas resonancias especiales para mí y no sé porqué. 
  

   Para mí San Esteban está unido a su castillo y a las enormes batallas que tuvieron lugar para su posesión por parte de musulmanes y cristianos. Era un castillo difícil de conquistar, pero importantísimo en las luchas del año 1000 por ser lugar de paso entre Aragón y Castilla.

 

Cuando aún no conocía este pueblo vi un dibujo de un códice medieval en el que se representaba una de las muchas batallas que hubo por conquistar el castillo de San Esteban de Gormaz, ese dibujo se me quedó grabado y me ha impulsado a visitar este pueblo cada vez que he pasado por él.  El pueblo no está tan bien conservado como el cercano Calatañazor, pero tiene su encanto.


 

 Me encanta ver ese par de iglesias románicas, con su zona porticada al exterior donde todavía se sientan las personas, jóvenes y mayores, a descansar y a charlar. Ahí se está como protegido a la vez que uno se siente libre.


 Por un lado se ven amplios horizontes hacia la llanura castellana y por otro lado están las ruinas del castillo.



Y como si el castillo no fuese suficiente también se construyeron murallas; pero ya queda muy poco de ellas.

         Dejo San Esteban y continúo mi recorrido hacia Ávila. Antes de Ayllón el campo está precioso. Hay una luminosidad y una trasparencia del aire excepcional. Ha llovido hace poco y la atmosfera está limpia. El verde de los trigales es luminoso y brillante y contrasta poderosamente con los marrones claros y oscuros de las tierras en barbecho. Es un espectáculo ver este campo tan bonito y como no tengo prisa me paro con mucha frecuencia para saborearlo mejor. Estas son visiones que se tienen muy ocasionalmente y por lo mismo hay que aprovechar bien las ocasiones. Y más cerca de Ayllón la tierra se vuelve rojiza.


 Siempre me gustó mucho esta tierra con ese color tan vivo y tan diferente del que veo habitualmente. Además, ese color rojizo no es uniforme, sino que está lleno de matices: hay trozos que son más anaranjados, otros más rojizos, otros oscuros como carmines de granza, otros claritos.


 ¡Qué bonito es este campo!  Y no sé por qué siempre he imaginado estas tierras recorridas por guerreros medievales atacando y defendiendo no sé qué ni por qué. ¡Misterios de la imaginación!


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