viernes, 15 de mayo de 2020

     LIBIA (2) – EL FESTIVAL TUAREG                              DE GHAT.



            Los tuareg son un pueblo bereber, que se supone descendiente de los antiguos garamantes, que tiene una lengua propia, el tamasek, y un alfabeto propio, y que ha vivido siempre en el desierto del Sahara, en una zona que comprende parte de los países de la lista que hay a continuación, y donde se indica el número estimado de tuaregs que hay. En ocasiones hay divergencias entre las diversas fuentes y por eso se escriben dos cifras.
Níger = 720.000 ,,  Malí = 440.000 – 500.000 ,, Argelia = 25.000 – 65.000
Burkina Faso = 60.000 - 37.000 ,, Libia =17.000 – 20.000 ,, Nigeria = 23.000
Senegal = 7.000 ,, Chad = muy pocos y sin datos.
         Se estima que el total de tuaregs que hay en la actualidad oscila entre 1.200.000 y 1.400.000.
Su forma de vida ha sido el pastoreo nómada, el comercio de la sal, el control de las caravanas por el desierto, a las cuales se les obligaba a pagar un canon para protegerlas de los saqueos que si no hacían ellos mismos, y del comercio de esclavos. A lo largo de los siglos han adoptado algunas ideas del Islam, en la medida de que esto no se contrapusiera con sus propias creencias, manteniendo intactos su sistema de justicia, sus leyes y sus costumbres.
Ghat es una de las antiguas ciudades tuareg. Y creo que este festival es un intento de mantener la identidad de este pueblo que no tiene estado. Aquí se reviven y se recrean costumbres ancestrales, posiblemente con un doble carácter: uno reivindicativo de su cultura y de un estatus propio para este pueblo y otro cultural para que no se olviden ni pierdan costumbres seculares.


Ya anochecido se inaugura el festival en una gran explanada, con un desfile de representantes de los diversos países y de las diversas tribus o familias. Todo está lleno de colorido y todo me recuerda mucho a las exhibiciones que se hacían en Madrid por el 1 de mayo, el día del trabajo, cuando actuaban los grupos de coros y danzas.



Al día siguiente, por la mañana, las calles del viejo Ghat están llenas de gente, muchos ataviados con sus vestidos tradicionales, y en algunas viviendas se ha reconstruido las formas de vida y el escaso mobiliario habitual.



Las mujeres llevan sus vestidos de gala, pero no todos son iguales. Aka, nuestro guía, me indica de qué país son nada más verlas. Son unos vestidos llenos de brillos y de colores muy vivos. Las niñas van preciosas, tan guapas, tan adornadas. Es curioso ver como las jóvenes y mujeres en general van con la cara descubierta y los que se tapan dejando sólo ver los ojos son los hombres; al revés que en el resto del Islam.



Imagino que las han adornado de manera especial para este festival. No me imagino ninguna vivienda tuareg con estas telas tan brillantes en las paredes de sus casas, ni unas alfombras tan coloridas.
Normalmente no les importa que les hagas fotos, aunque si no se pide permiso se pueden tener problemas, como le ocurrió a Luciano, que le hizo una foto muy de cerca a una chica joven muy guapa. Vino el padre y empezó a echarle una  bronca porque su hija estaba soltera y a las chicas solteras sólo se les puede hacer fotos con permiso (por lo menos eso es lo que decía el señor). Sin embargo hay algunas señoras mayores que se tapan la cara cuando ven que las vas a fotografiar. Estas señoras mayores, que ellos ya consideran ancianas, tienen sobre 60 años, y el parecido en el aspecto físico con una mujer europea de esa edad es nulo.


En el interior de unas viviendas han reconstruido la casa del novio y de la novia antes de la boda. Al novio le acompaña un amigo o familiar que le ha ayudado en la pedida de mano de la novia. 



En la de la novia se ha recreado como ésta se tumbaba para que la peinasen y como lucía todas las joyas que poseía y la dote que le había aportado su futuro marido. Cuanto más dote más categoría tenía el marido y más segura estaba la mujer de que iba a vivir con un gran bienestar. Luego he leído que entre los tuareg nómadas era la mujer la que elegía realmente y que era ella la que llevaba su dote, pues ningún hombre se podía casar con una mujer que tuviese más categoría social que él. Pero bueno, dejemos todas estas cosas porque sino voy a tener que empezar a estudiar y voy a tener que terminar por escribir todo un tratado antropológico sobre los tuareg.
  


       
     En las calles las mujeres se sientan por grupos en el suelo y no se preocupan de poner daba debajo para no mancharse, porque la verdad es que no se manchan. Cuando se levantan ni se sacuden, pues su ropa no está nada sucia.  ¡Lo que hacen las costumbres! ¡Qué elasticidad tienen como consecuencia de haberse sentado siempre así! Yo ya no podría sentarme como lo hacen ellas ni estar tanto tiempo sentado como ellas.
            Algunas mujeres se ponen a vender. Son mujeres mayores, son viejas, que se tapan la cara. A mi me parece una estampa muy típica y muy bonita, aunque preferiría ver sus ojos y una sonrisa.



Ese segundo día por la tarde acudimos a una gran explanada a las afueras de Ghat en la que se muestran formas de vida tradicionales en el desierto. Unas mujeres hacen pan. Una sobre una especie de cántaro de barro en el que se ha metido leña y cuando se ha calentado se echa la masa por encima y así se hace un pan fino, riquísimo. Es como un horno al revés. Otra ha calentado un recipiente metálico y en las paredes pega la masa de pan. El resultado también es delicioso, y lo sé porque lo he probado bien, ya que el pan que hacen se lo regalan a los que estamos allí.

Otras mujeres hacen cestos, con unas hierbas ásperas y duras, similares al esparto. A lo mejor es una clase de esparto.


Un grupo de niños de Argelia o de Malí están sentados delante de una cabaña, vestidos con sus trajes típicos y están preciosos. Se junta el colorido de sus ropas y el encanto de sus caras.



            Me llama mucho la atención y me maravillan los colores de las ropas de las mujeres y de los niños que están sentados en la arena. Aquí no hay bancos ni sillas, y cuando se cansan se sientan en la arena y se están charlando o mirando o haciendo las dos cosas a la vez. Los hombres casi no se sientan, los hombres van de un sitio para otro o hablan de pie.



            En esta gran explanada grupos de tuareg ataviados con diversas ropas se ponen a cantar separados unos de otros para no estorbarse. Quienes cantan y tocan panderos y bidones vacíos y baten las palmas son las mujeres. Los hombres son los que bailan. Y lo hacen en un derroche de agilidad y rapidez de movimientos. Lo hacen en un derroche de fuerza. Se les ve sudar por lo poco que les queda visible del rostro. Los cánticos y chillidos de las mujeres les incitan a danzar y danzar cada vez más rápidos. Ellos danzan mostrando sus habilidades, su agilidad y su fuerza. Todo se me asemeja a los rituales de cortejo de algunas aves en los que los machos se mueven delante de las hembras que muestran una aparente indiferencia para que luego ellas escojan al macho que les parece más adecuado. Aquí hay un poco más de sutileza, pues aquí las hembras animan a los machos con sus chillidos y sus cánticos.  La música no me parece bonita, es muy monótona para mi gusto y está muy lejos del ritmo y musicalidad de la música árabe, pero claro, estos hombres no son árabes.





            Toda la explanada está llena de gente. Es un espectáculo ver tanta gente con un ropaje tan distinto al nuestro y  de tanto colorido. Los hombres por un sitio, las mujeres por otro. Los chicos casi no hablan con las chicas, lo único que hacen es mirarse. Los matrimonios tampoco van juntos y si lo hacen el marido va delante y la mujer detrás, como si fuera un perrillo, aunque ahora con las correas los perros van delante y los dueños detrás. No veo ningún grupo de matrimonios en el que hombres y mujeres hablen unos con otros.


            A la mañana siguiente nos desplazamos en coche unos 30 ó 40 Km., hasta una gran explanada. A un lado y al otro unas montañas preciosas, que me recuerdan mucho a los Dolomitas. Hace muchos años aquí se reunían la gente de los alrededores, que estaban a dos días de camino, o a tres, o a uno, y aquí se hacía una especie de mercado de ganado. En recuerdo de aquello (que no me explicó muy bien Aka, o yo no me enteré bien) hoy se reúnen como acto final del festival de Ghat. Aquí es el final de la carrera de camellos que viene desde un lugar a 20 Km. Todo es como una gran romería, como una de esas romerías que se celebran en las ermitas en España. La gente está en grupos, unos por sexo y luego por grupos familiares. Los hombres siguen sin mezclarse con las mujeres. Hoy no llevan los trajes que yo llamo regionales, sino que llevan sus trajes elegantes, pero los suyos. Todos quieren lucir sus mejores galas. Pero lo que más quieren lucir son sus camellos.





            Aquí vienen los hombres con sus mejores animales totalmente engalanados. Los mejores camellos son los blancos, y uno de estos machos cuesta unos 2.000 euros, una gran cantidad. Y estos jinetes van de un lado hacia otro para que se les vea bien, y viéndoles desde el suelo son imponentes. Dan una gran sensación de fuerza, de majestuosidad, de poderío. Una de mis compañeras me dice que uno de sus sueños eróticos es que la rapte un tuareg. Sus amigas le han dicho que si la intentan raptar que ella se deje y ella les ha dicho que naturalmente que se dejaba para que hiciese con ella lo que quisiese, aunque al quitarse tanta ropa a lo mejor se llevaba una decepción, pero la emoción de todo el secuestro no había quien se la quitase. Y oyéndola y mirándola, pues es muy fea, pienso en lo verdad que es eso de soñar no cuesta dinero.


            Me siento en el suelo a una sombra a esperar al guía. Desde lejos veo a unas mujeres de Níger que vienen hacia mi. Se sientan a mi lado. Una niña me ofrece un bote de naranjada y la mujer del turbante me ofrece un bocadillo. Acepto. Y pienso en como nosotros ahora hemos perdido en hospitalidad y generosidad. Ahora no se nos ocurre ofrecer comida a un desconocido. Antes, en el tren, en los viajes largos, la gente ofrecía la merienda que llevaba a los viajeros que estaban más próximos. ¿Y por qué tenemos que perder costumbres que a todo el mundo le parece que estaban muy bien?


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