viernes, 8 de febrero de 2019


SENEGAL (8)
PARQUE NACIONAL DE DJOUDJ

La visita al Parque Nacional de Djoudj es obligada cuando se está en Saint Louis o en sus proximidades. Creado en 1971 y ampliado en 1975, el parque fue clasificado en 1980 como zona húmeda de importancia internacional, e inscrito en el Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981. El Djoudj ocupa 16.000 hectáreas en el delta del río Senegal y en él se estima que hay entre 3 y 4 millones de aves entre las sedentarias y las emigrantes.
Vamos temprano pues las primeras horas de la mañana son las mejores para observar las aves. Desde donde se deja el coche hay que andar media hora para coger una embarcación.
Más adelante hay  vacas de cuernos larguísimos que siempre han pastado por esta zona y aún lo siguen haciendo, es el ganado de los habitantes de esta zona.
En un claro entre matorrales aparecen 4 facoceros con sus rabos levantados que se paran y nos miran con curiosidad, de la misma manera que nosotros les miramos a ellos. Su parada es breve y enseguida continúan su marcha con sus rabos levantados. Es la primera vez que veo a estos animales en libertad. Nosotros también continuamos nuestra marcha y llegamos al borde del embarcadero. Y ante mí aparece un claro de agua en el manglar con bastantes aves acuáticas.
Hemos madrugado pero los japoneses lo han hecho más. Compartimos la barca con ellos, pero es amplia y no estamos apretujados.
        Unos pelícanos se acercan hacia donde estamos los turistas imagino que esperando que se les dé algo, pero aquí no venden palomitas ni nada parecido, bueno, aquí no se vende nada pues no hay ningún kiosco, ni bar, ni restaurante. Más a lo lejos se ven más pelícanos.
En cuanto la barca se pone en movimiento y empezamos a adentrarnos en el manglar la cosa se va animando.
En los arbustos empiezan a verse numerosas aves que están posadas: cormoranes,que también se ven nadando o secándose al sol mañanero o descansando en una pequeña playa de la orilla después de haber buscado su desayuno.
Los pelícanos están siempre presentes. Hay momentos en que salen o llegan bastantes y pasan a nuestro lado, muy cerca y es muy bonito verlos volar. Parecen aves pesadas, pero cuando vuelan esa impresión desaparece.
Los guardas nos llevan a un lugar en que hay muchísimos pelícanos junto a una orilla. Constantemente meten la cabeza en el agua y sacan un pez que se mueve en la bolsa de su pico. Los guardas nos dicen que han arrinconado a un banco de peces y ahora se los están comiendo, lo cual supone que han cooperado unos con otros.
        Un poco más allá hay otro gran grupo que alza el vuelo cuando la barca se aproxima demasiado. Es impresionante ver volar a tantísimos pájaros tan grandes, que casi nos dan con las alas en la cara o en la cabeza. Aquí saboreo la sensación de estar en uno de esos lugares vírgenes en los que la vida animal se manifiesta con un esplendor y una magnificencia inigualables. Esta es la idea que tenía de los lugares vírgenes de África y afortunadamente compruebo que estos lugares aún existen.
        Pero las sorpresas con los pelícanos aún no han terminado. Casi de repente aparece ante nuestros ojos un islote lleno a rebosar de crías de pelícanos que aún no vuelan y que sus padres todavía tienen que alimentar. Ya son bastante grandes, pero se nota que son crías por el color de su plumaje y de su pico. Hay un fuerte olor a excrementos de aves, un olor que alguien dice similar al del guano del Perú.
        Siempre me han gustado los animales, pero en los últimos años mi interés ha decaído mucho. No me hacía ninguna ilusión venir a África y ver un parque nacional, ahora que estoy aquí y que estoy viendo esta maravillosa vida animal me alegro de haber venido. Ahora entiendo a los que dicen que ver los animales salvajes en África es otra cosa, que aquí a veces el paisaje acompaña a los animales en vez de que los animales estén en un paisaje.

             Ha habido unas avecillas que nos han estado haciendo compañía desde que iniciamos el recorrido en barca por el parque. No sé exactamente como se llaman, pero me parece que son Charrancitos. Y han venido detrás de nosotros para pescar a los pececillos que han subido a la superficie a causa del motor de la canoa. Es muy entretenido ver como se lanzan al agua y muchas veces salen con un pequeño pez en el pico.
        Y sabiéndome a poco termino la visita a este parque nacional. La visita me ha encantado sobre todo por la magnificencia de la vida animal.
        Y desde el Parque Nacional nos vamos al Lago Rosa. El trayecto transcurre por pistas de tierra llenas de baches y eso le sienta muy mal a mi espalda. Cuando llegamos al Lago Rosa yo me quedo allí y el resto se van a dar un paseo por las dunas, hasta el lugar donde terminaba el Rally París – Dakar.
 El lago tiene un nombre tan peculiar porque sus aguas tienen un ligero tinte rosado debido a las numerosas sales minerales que contiene. Hoy hace viento y en las orillas se forma una espuma blanca que le da un aspecto peculiar, en principio esta espuma me parecían pequeños trozos de hielo, pero aquí eso es imposible, así que me imaginé que eran trozos flotantes de sal, cosa que cuando llegué a le orilla y toqué la masa blanca tuve que desechar.

Del lago se extrae mucha sal que se comercializa. La sal la extraen del fondo con palas. Se meten con esas barcas de fondo plano porque la profundidad es muy pequeña. La sal se seca en grandes montones y unos obreros la meten en sacos y de vez en cuando vienen camiones a por ella.

           Por la orilla del lago veo muchos chorlitejos que picotean por aquí y por allá y que cuando me paro a mirarlos echan un pequeño vuelo y se desplazan un poquito. Los puedo ver muy bien, tanto que esa fotografía es mía y eso que mi cámara no tiene teleobjetivo. A medida que ando, constantemente tengo la sensación que esa espuma blanca que tapa los pequeños matorrales de la orilla es nieve, no sé por qué pero es una sensación que no puedo evitar.
        El lago se termina y un poco más allá veo unos boabad que me llaman la atención por sus formas. Mirándolos bien no tienen nada de especial, pero desde que los he empezado a ver, estos árboles me han gustado mucho y mi atención siempre se ha dirigido hacia ellos. Los boabads están en los bordes de pequeños huertos y cuando me aproximo a ellos veo una pequeña bandada de unos pájaros del tamaño de palomas o algo más grandes, pero que tienen el pico curvo. Se posan en los árboles y allí los puedo ver bastante bien. Son una especie de calaos. Los colores no son vistosos pero la forma de sus picos sí que lo es para mí.
        Comemos y descansamos en un hotel que hay aquí y al finalizar la comida partimos para el aeropuerto de Dakar a coger el vuelo de regreso a España.  Ya no paramos en Dakar, solo vamos por algunas calles pues aquí no hay carreteras de circunvalación.
Mi primera visita al África negra ha concluido. Me quedo con muchas ganas de regresar. Todo me ha gustado: los paisajes áridos y secos, los lugares paradisiacos de la Casamance, la amabilidad de la gente, su alegría, la cantidad de niños que se ven, los animales, la luz, la belleza de las mujeres y de los hombres, el colorido de las telas,… todo, todo me ha gustado.

 

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