martes, 22 de noviembre de 2016

AUSTRIA - SALZBURGO
junio 2012


        SALZBURGO es la ciudad barroca por excelencia. Se conserva magníficamente  y sus habitantes se preocupan para que siga así. Pasear por ella es pasear en el mismo ambiente por el que paseó Mozart. 


          Enseguida me choco con el palacio de los príncipes arzobispos. Entro a verlo. 




         Aquí está todo el lujo y el esplendor del gran barroco y rococó. Es fácil imaginarse los bailes, las pelucas de los hombres y mujeres, la música y todo eso que hemos visto en tantas películas. 


          En una plaza hay una farmacia que conserva todo el mobiliario original  de estilo rococó. En la entrada un cartel prohíbe hacer fotos en el interior; entro, estoy solo, y le pido a la señora que está allí que si puedo hacer una foto sin flash; me dice que sí y aquí está el resultado.




          Subo hacia la fortaleza y la vista es estupenda sobre los tejados de las viviendas y torres y campanarios de iglesias y palacios. Lo malo es que la cuesta es bastante pronunciada, pero bueno, en vez de lamentarme podría haber cogido el funicular pero tendría que haber pagado la entrada al interior del recinto y no me interesa verlo.



           Y paseando paso por el viejo cementerio y las viejas catacumbas, y entro en antiguas iglesias  románicas a las que les cambiaron su severo rostro en el barroco y las llenaron de la alegría y elegancia del rococó, perdiendo la suya, la que habían tenido desde que fueron pensadas y que tampoco debía estar nada mal.


         Y más palacios barrocos, y plazas grandes, y otras pequeñas, recoletas. Y músicos callejeros que tocan estupendamente ya que son estudiantes de cursos avanzados del conservatorio y que además se colocan en sitios donde la acústicas es muy buena. Y carruajes tirados por unos caballos preciosos de color canela, con las crines y la cola canela muy clara.


          Y puestos callejeros donde venden comida y mil cosas más. Y edificios con ventanas delicadamente adornadas.


           Y fuentes que fueron abrevaderos para los caballos y que hoy en día sólo sirven de adorno (que no es poco). Y así, poco a poco voy terminando mi paseo por Salzburgo. 

            Cuando salgo con el coche del aparcamiento con dirección a Eisriesenwelt  se pone a llover y a llover como si nunca lo hubiese hecho y ahora de repente tuviera que recuperar todo lo perdido. EISRIESENWELT  es un lugar donde hay unas cuevas glaciares. Enfrente de la entrada a las cuevas hay una montaña con un castillo en la cima. 



Es un castillo de película de misterio, es un castillo como tenebroso. Venir hasta aquí para ver este castillo solo ya merece la pena.  La cueva no la puedo ver porque ya habían cerrado. 


    Cuando salgo todavía queda tarde y me voy a ST. GILGEN, un pueblo que está a las orillas de un lago, de un gran lago. Deja de llover y puedo pasear tranquilamente por las calles vacías, y mirar unos escaparates que no comprendo cómo pueden estar aquí, será que ahora en verano viene más gente y compra estas cosas. 




           Hay una niebla espesa que es como nubes que van y vienen a su antojo, y se quedan donde quieren, sin saber por qué.

    
           Esas nubes niebla se mueven y aparecen las montañas a lo lejos. Son montañas muy agrestes, son estribaciones de los Alpes que hermosean esta parte de Europa. 

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