viernes, 18 de noviembre de 2016

INDIA - Shivpuri: Cenotafios reyes Scindia
octubre 2011



          Después de desayunar, fuimos a visitar, en Shivpuri, los Cenotafios o tumbas de  los reyes Scindia. Son como grandes palacios en medio de esplendidos jardines.


           La estatua del difunto está junto a su tumba. Viendo estas tumbas pienso que la concepción de la muerte y del edificio es diferente a la nuestra. Para ellos la muerte  es como estar dormido, y   no es de extrañar que a la hora de despertar se le prepare un palacio, pues siempre ha vivido en uno. 



          Y ese palacio también tiene jardines para poder pasear, con templetes para resguardarse del sol o de la lluvia y poder hablar o leer o simplemente descansar al aire libre. 



          Paseo por estos preciosos jardines y entro en el cenotafio de mármol blanco, en el que las ventanas son piezas de mármol con formas abiertas que dejan pasar una suave luz, el aire y no el calor.


            Entro, y lo que veo es una sala maravillosa de estar, con cojines y asientos en el suelo, en el que hay una suave luz y una temperatura muy agradable. Me siento. ¡Qué a gusto se está aquí! ¡Todo es tan bonito! El mármol blanco, las incrustaciones de mármol de otro color, el ritmo de los dibujos, los colores de las lámparas, las diferencias de luz entre una parte de la sala y otra, los ritmos que crea la luz.
      


           ¿Y para qué necesita un muerto un sitio tan bonito y tan agradable? Para nada si estuviera muerto, pero si lo que le ocurre es que solo está dormido, sus familiares y amigos siguen estando con él, le van a visitar y esperan que se despierte para contarle y comentarle sus cosas, entonces es normal que un buen anfitrión procure que el lugar para sus más íntimos allegados sea un lugar agradable, cómodo y si es posible bonito y hermoso. Y todo esto lo he pensado mientras he estado aquí dentro, sentado o paseando.  Este cenotafio me ha parecido hermosísimo.


           En el jardín una mujer corta el césped con una pequeña hoz. Está sentada a la manera tradicional y lo hace sin aparente esfuerzo.


           Un poquito más allá, en una pequeña hornacina abierta veo estas dos imágenes que me parecen como muñecos vestidos. Si los viese Alicia se querría poner a jugar con ellos. No son imágenes de dioses que inspiren temor, a mi me inspiran curiosidad y algo de ternura.



           En la puerta del complejo un hombre vende chuches. Algunos del grupo   los compran. ¿No será una forma de mantener la  dulzura  y belleza del sitio? 

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